FLUCTUACIONES DE UNA GRAN PARODIA DISCURSIVA

OPINIÓN

El kirchnerismo solo expresa la férrea voluntad de preservación de sus “especies autóctonas” -hoy amenazadas-, para afirmar una ideología que pueda recomponer su razón de ser

Por Carlos Berro Madero

Para ellos, la dignidad de su historia está basada en la preservación de ídolos que terminaron personificando finalmente una verdadera farsa, totalmente entregados a “operar” políticamente mediante una larga sucesión de torpezas inocultables a la luz de los magros resultados obtenidos.

Dentro de su espíritu de unidad, rechazaron siempre la incorporación de cuerpos de doctrina extraños a sus imperativos morales, que resultaron ser, en realidad, un mero conjunto de paparruchas deshilvanadas.

Han terminado de tal modo construyendo fragmentos discursivos atomizados que colisionaron finalmente entre sí, en un escenario donde cada una de sus facciones solo lograron cohesionarse en la adoración a Néstor Kirchner hasta su fallecimiento y hoy a Cristina, en búsqueda desesperada de unirse “filosóficamente”.

Finalmente, solo han quedado reducidos a espasmos reactivos contra todo lo que no fuese tropa propia, mientras sus dirigentes más conspicuos se fueron afirmando como amos sectoriales tiránicos que ejecutaron todo tipo de tropelías políticas.

La omnipotencia de su marcha hacia ninguna parte confirma su extrema debilidad actual y refleja con claridad un apego enfermizo a no ponerse límites a sí mismos; y ante el abismo que se les abre hoy al frente no vacilan en prometer a sus adeptos que están listos para lograr… ¡más fracasos!

Creen que se fortalecerán utilizando una mezcla de azar y adaptación de tipo darwiniano, manteniendo férreamente la idea de que “lo nuevo” en política es sacrílego en tanto no los contemple a ellos como parte del escenario dominante, porque si sus ideas no sirviesen ahora, servirán algún día (¿), exhibiendo así una llamativa ignorancia conceptual.

Esto no obsta, para que todos los análisis que hacen de la realidad revelen claramente su desinterés absoluto por evaluar las catástrofes que siguen provocando con su impericia, ¿siguiendo quizá algunas ideas del genetista francés Jacques Testart?

Este abogaba para reivindicar la lógica oscurantista del “no descubrimiento” y una suerte de ética de la “no investigación”, a través de las cuales el progreso sólo es auténtico si sabe dónde detenerse y la razón sólo es razonable cuando reconoce sus propios límites (¿).

No todos lo dicen de este modo, por supuesto, porque carecen de inteligencia para apartarse de un libreto primitivo, repleto de apotegmas nubosos reiterados hasta el hartazgo.

Todo lo demás, no ha sido más que un pretexto para “acomodar” a sus “jefes de cuadrilla”, para que se volviesen ricos dentro del Estado a costillas nuestras, dejando al país al borde de una miseria casi irrecuperable.

Podrían resultar premonitorias para ellos las “piñas” que le prodigaron a Sergio Berni –un matón de barrio-, cuando pretendió “mediar” (¿) frente al piquete habido en la intersección de la Ruta 3 y General Paz donde se manifestaban choferes de colectivos indignados por el asesinato alevoso de un colega, víctima de las pandillas delictivas que el gobierno alentó con su palpable inacción en materia de seguridad.

A buen entendedor, pocas palabras.

(Tribuna de Periodistas)


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