OPINIÓN
Si lo hubiesen planeado con un exceso de alcohol en sangre, no lo habrían hecho peor
Por Vicente Massot
Pocas veces en nuestra historia reciente -si acaso alguna- el elenco estable de un gobierno ha cometido tamaña cantidad de errores, metidas de pata, disparates, reacciones desmedidas y grotescos como lo ha hecho la actual administración kirchnerista en apenas tres o cuatro semanas.
Primero, no tuvieron mejor idea Cristina Fernández y Gabriela Cerruti, además del filósofo de unidad básica Ricardo Forster y el cómico -devenido columnista político- Dady Brieva, que pelearse con Lionel Messi a raíz de que éste se sacara una foto con Mauricio Macri. Luego de obtener la copa mundialista en Qatar nadie que no fuera un suicida elegiría como antagonista a la figura más popular del país. Pues bien, contra él embistió el oficialismo.
Más tarde, mientras la vicepresidente, su hijo y el Cuervo Larroque le exigían a Alberto Fernández que de una buena vez se bajara de su candidatura, salió en defensa del primer magistrado su tocayo, Aníbal, que -a expensas de Máximo- utilizó el mismo argumento que tiempo atrás escogiera para criticar a Macri: le dijo que era un vago. No contento, sutilmente le enrostró a Cristina su contradicción: le recordó que censurar la gestión presidencial era como criticarse a sí misma. En lo cual lleva razón.
Por su parte, Daniel Scioli -que desde Brasil se prueba desde hace rato el traje de candidato- se declaró estar, en términos de la política de seguridad, “a la derecha de la derecha”. Y el diputado Rodolfo Tailhade amenazó al fiscal Carlos Stornelli con mandarlo a buscar y obligarlo por la fuerza a declarar en persona ante la Comisión de Juicio Político. En un país con 40 % de pobres la ministro Victoria Tolosa Paz le transfirió a una asociación civil del Conurbano bonaerense - “El sueño del Principito”- la bonita suma de $ 1094 MM. Pero en eso de regalar la plata de los contribuyentes a los amigos del poder, Alberto Fernández le fue en zaga. Se mostró en extremo generoso con Milagro Sala y, de las partidas extra–presupuestarias que maneja con discrecionalidad la Casa Rosada, le regaló unos $ 500 MM a una fundación que, desde su casa donde se halla detenida y condenada, maneja la ex–líder de la Tupac Amaru.
En la época que el matrimonio patagónico disponía de la cosa pública a su antojo, montaron los Kirchner una asociación ilícita sin parangón entre nosotros. Hicieron literalmente lo que quisieron acompañados por el peso de las urnas y el precio de la soja. Ahora, que la suerte les resulta adversa, parecen no caer en la cuenta de que repetir el libreto es una estrategia destinada al fracaso. Habría que descartar la idea de que cometen semejantes desaguisados a propósito. Al fin y al cabo, nadie en medio de un jardín pisa un rastrillo para que le desfigure la cara. ¿Cuál es el motivo entonces de tantos gazapos forzados por ellos mismos? La explicación viene dada por la naturaleza del peronismo. Como la hasta hace un año jefa indiscutible del movimiento se halla acorralada por la Justicia, es responsable de haber nombrado a un inútil para presidir la Nación, y no se anima a competir por temor a perder, la diáspora que se ha producido semeja un sálvese quien pueda.
Por de pronto, cada cual toma el camino que cree más conveniente y son legión o poco menos los que se anotan para las PASO. En términos de su oferta electoral, el peronismo se presenta -si se acepta la comparación- como una Blancanieves que sólo mantiene dominio sobre una secta bonaerense, seguida por siete enanos con pocos votos y muchas ínfulas. Cristina Fernández ha dejado su poder omnímodo convertido en harapos. Por tanto, con base en la convicción de que a lo sumo la Señora se anotará primera -para no quedar sin fueros- en la lista de senadores nacionales por la provincia de Buenos Aires, los enanos -Daniel Scioli, Juan Manzur, Jorge Capitanich, Sergio Massa, Alberto Fernández, Wado de Pedro- sueñan despiertos y piensan que los milagros existen.
Las peleas de los peronistas de todas las observancias, a brazo partido y grito pe- lado, obran el efecto -como no podría ser de otra manera- de perder apoyos sin solución de continuidad. En el kirchnerismo no hay mística, ni relato, ni jefe, ni tropa que alcance. La fuga hacia las tiendas de Javier Milei, contra lo que opinan muchos no es sólo de cambiemitas desencantados. También una parte de la juventud que había sido seducida por los K hoy nutre las filas libertarias. Y aún está por verse la dimensión del éxodo cuando las esperanzas deposita- das en el ministro de Economía se desvanezcan por completo, como producto de su derrota en la lucha contra la inflación y la alarmante falta de divisas. El 6,6 % recién anunciado y el siete y pico que traerá marzo significarán más que un mazazo para Sergio Massa. Serán su acta de defunción.
Tal es la desorientación que se echa de ver en el kirchnerismo y tal la falta de una partitura seria, que -fuera de lo que está haciendo el titular de la cartera de Hacienda- el camporismo no sabe para qué lado tomar. En el mismo discurso que Larroque le exigió al presidente que diera un paso al costado, le dio un espaldarazo al hombre que negocia con el FMI y es el responsable de vertebrar un ajuste feroz respecto de los pensionados y jubilados. Cristina dice una cosa y su ladero otra en punto al Fondo Monetario y la marcha de la economía. En una palabra, se chocan en los pasillos y huyen hacia adelante sin norte conocido. Massa es el único cable a tierra del cual todos se aferran y por eso ninguno se anima a levantar contra él una crítica. Pero Massa está a punto de naufragar y todavía el gobierno no le ha hecho frente a la peor parte de la tempestad que se avecina.
En punto a las reservas netas propias, el Banco Central está en zona crítica y -por muchos perdones que le extienda el Fondo Monetario al equipo económico, los U$ 20.000 MM que la sequía ha evaporado tendrán consecuencias catastróficas sobre el fisco. La inflación ya se sabe que se halla desmadrada. A lo dicho es conveniente sumarle que la pésima performance del oficialismo en las PASO -como es de prever- obrará efectos inmediatos en los mercados.
Que el gobierno llegue con la lengua afuera a las primarias abiertas es probable aunque nunca seguro. Que de seguir así entre agosto y noviembre pueda ponerse el auto de sombrero, también resulta probable.
(© Vicente Massot /Notiar)
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