¡MIRÁ PA' CÁ, BOBO! (TERCERA PARTE)

OPINIÓN

El final de fiesta no fue lo que la novia hubiera esperado

Por Osvaldo Bazán

En medio de la pista, con ese brillo estándar de los salones de extrarradio, Brisa -la novia se llama Brisa- se despidió de sus amigos Maxi y Érica. Eran las cuatro de la mañana y bastante se habían quedado estos invitados, más aún teniendo en cuenta que habían ido con Elenita, su bebita de año y medio. Siguió un poco más la alegría del champán y la música bochinchera entre los sillones blancos, los cortinados negros y las palmeras del predio “Campos de Ibarlucea”, una hectárea muy pichichú, 20 kilómetros al norte de Rosario por la ruta 34, hasta que se escuchó un ruido que poco tenía que ver con la rutina de tandas de comida y baile que hasta el momento habían reinado en el lugar.

Un Audi TT se había incrustado en un zanjón frente al salón de fiestas. Se escuchó, como casi siempre, el ruido de la balacera. Maxi y Érica parecían muertos ahí adentro del coche.

Brisa, casi en shock, abre la puerta del vehículo y saca el cuerpecito de Elenita con un balazo en la frente. El pre informe de la autopsia confirmó cuatro disparos sobre el cuerpo de la bebé; uno de ellos le perforó el cráneo.

La imagen del vestido blanco de la novia cubierto de sangre por una bebé recién baleada es algo que deja a Tarantino a la altura de Walt Disney.

Todo ocurrió el 28 de enero del ’22, en una boda que no se debería haber realizado, la de Esteban “Pinki” Rocha y Brisa Milagros Leguizamón.

La “Boda Roja”, ese Games of Thrones del litoral, o “la boda narco” como se la conoció en su momento, es un hito que permite yendo atrás o hacia adelante en el tiempo, encontrar un montón de información; no sólo de los protagonistas, sino también de cómo a veces la versión judicial del “¡Siga, Siga!” de Lamolina ensucia más aquello que debería limpiar.

Es lo que ocurre cuando a los árbitros le parece que la cosa no es tan grave.

Antes

Con menos de diez meses de diferencia, a Olga “La Tata” Medina (“La rubia” también le dicen) le mataron dos hijos a balazos: en junio del ‘11, cayó Luis (24); en febrero del ‘12, Carlos (27). En noviembre del ’17, su otro hijo, Milton (18), recibió dos disparos. Fue operado y se salvó, pero en abril del ’18 Milton fue preso por un doble crimen.

Una familia muy normal.

Gajes del oficio.

En abril del ’19 la Tata Medina fue detenida junto a 13 integrantes de su banda, entre ellos su hermana, una hija, otros cinco familiares y los tortolitos de la Boda Roja de Ibarlucea, Pinky Rocha y Brisa Leguizamón.

Fue una operación espectacular de 40 allanamientos simultáneos protagonizados por 200 efectivos después de una investigación de seis meses coordinada por la Justicia Federal de Rosario y la Procuraduría de Narcocriminalidad de la que se enorgulleció en sus redes la ministra de Seguridad de la Nación de entonces, Patricia Bullrich.

Nada nuevo para La Tata, que ya había sido detenida en octubre del ’14.

Todos en Rosario sabían que era la histórica administradora de una red de bunkers de la droga en la zona norte de la ciudad, especialmente en los barrios La Cerámica y Parque Casas. En un país de habituales cimbronazos económicos, que un local permanezca 20 años en el mismo rubro, es casi un milagro. Sin embargo, el bunker rosarino de Cavia y Ghiraldo lleva dos décadas en el mismo ramo, como contó el periodista rosarino Leo Graciarena. Otro bunker histórico de La Tata es el de Boedo y Ghiraldo, en el barrio “El Churrasco”, donde tenía influencia “La Diabla”, la hermana de La Tata.

La muerte de los hijos de La Tata, así como las habituales balaceras en su casa se debieron a la intención de otras bandas de meterse en el negocio en esos barrios: la del Ema Pimpi (Emanuel Sandoval) y la de los Romero.

Recién en junio del ’20 la justicia Federal condenó a 4 años de prisión a la Tata por los hechos de 2014. Sin embargo, como contó el periodista Germán de los Santos en “Aire de Santa Fe”: “El Estado no sólo llegó tarde y mal, sino que de manera desorganizada no puede enfrentar ni parar a una vendedora de drogas rústica, poco sofisticada, que con su actividad ilegal irradiaba una violencia que dejó, en ese trayecto el que se tramitó el expediente, víctimas inocentes”.

En los seis años que pasaron desde la primera detención de La Tata y su condena (del ‘14 al ’20), la violencia fue creciendo entre las bandas que se disputaban la zona, con resultados macabros.

En junio del ’18 una bala entró por el pómulo y salió por el cráneo de Maite Ponce, de 5 años, que dormía tranquilita en el living de su casa, en la esquina de Avalos y Larrechea. Era una de las tantas balaceras con que las bandas disputaban los barrios Alberdi, El Churrasco, Cristalería, La Esperanza y La Cerámica.

En enero del ’20 la misma esquina fue tiroteada con el resultado de un nene de 6 años herido mientras jugaba dentro de su casa. Está vivo de milagro.

En octubre del ’21 la misma esquina fue tiroteada con el resultado de una nena de 10 años herida mientras jugaba dentro de su casa. Está viva de milagro.

Esa esquina está en el centro del barrio La Esperanza.

A veces, hasta catastro es cruel.

Con el antecedente de 2020, en 2022 la Tata debió enfrentar otra vez a la Justicia, ahora por los hechos ocurridos entre 2016 y 2019 (sí, todo lo que simpáticamente pudo dirigir en el tiempo entre que la detuvieron -2014- y fue condenada -2020-). “Tarde y mal”, como dijo De los Santos.

En el banquillo de los acusados, como parte de la banda de La Tata, tenían que estar también Esteban Pinky Rocha y Brisa Leguizamón, sí, los novios de la Boda Roja de Ibarlucea, sindicados como “eslabones inferiores de la organización”.

Pero no estaban.

Porque andaban de parranda con permiso judicial.

Pinky y Brisa estaban procesados desde 2019.

Iban a ser juzgados, románticamente, el día de los enamorados, el 14 de febrero de 2022.

Él debía estar con prisión preventiva en la cárcel.

Ella debía estar con prisión domiciliaria con tobillera electrónica, cuidando a sus hijos.

Nada de eso ocurrió.

El 28 de enero de 2022 se casaron e hicieron la fiesta en Ibarlucea.

La Dirección Provincial del Patronato de Liberados, Secretaría de Asuntos Penales y Pospenitenciarios del Ministerio de Seguridad de Santa Fe no tiene medios ni personal para controlar a las personas con prisión domiciliaria. O sea, una tobillera electrónica en Santa Fe es poco más que un tatuaje.

¿Por qué Rocha, integrante de la banda de La Tata que estaba a punto de ser juzgado, seguía en libertad?

Otra vez, todo tiene la lógica de una pelea por puntos.

3/6/19. Le dan la prisión preventiva a Pinky como integrante de “una organización delictual dedicada al tráfico de estupefacientes, con la modalidad de tenencia con fines de comercialización, distribución y almacenamiento”

Pinky adentro.

20/12/19 El Juzgado Federal Nº3 de Rosario dispone la excarcelación de Pinky.

Pinky afuera.

4/2/20 La Cámara Federal de Apelaciones de Rosario confirma la prisión preventiva.

Pinky adentro.

9/10/20 La sala B de la Cámara Federal de Apelaciones deja sin efecto la excarcelación que había dictado el Juzgado Nº3

Pinky adentro.

Los abogados de Pinky parecen no tener problemas de recursos porque decidieron llevar el caso a la Cámara Federal de Casación Penal; después de todo, Pinky sólo pertenecía a una banda responsable de muertes a lo largo de décadas; gente que soluciona sus problemas con unos cuántos tiros y caiga quien caiga y seguramente no tenía ninguna intención de fugarse, menos a Paraguay, claro.

Así fue que finalmente el caso cae en la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal, presidida por Mariano Borinksy, con Javier Carbajo y Ángela Ledesma.

Borinsky, un juez al que todos respetan por su conocimiento técnico y la posibilidad de distinguir cuáles son las ocho o diez palabras importantes en esos textos leguleyos de páginas y páginas de nada, fue claro: anularon la prisión preventiva, teniendo en cuenta entre otras cosas que por lo avanzado de la investigación, Pinky en libertad no podría obstaculizarla, que no había peligro de fuga porque demostró tener un domicilio fijo y que todos los meses cumplía con eso de presentarse en la comisaría y también que “la gravedad de los hechos y de la consiguiente pena no es un parámetro suficiente para denegar la excarcelación”.

O sea, no importa lo grave que sea lo que hayás hecho, una excarcelación es una excarcelación.

De nada valieron los argumentos de los jueces rosarinos, que habían declarado al portal Rosario3 que la prisión preventiva era la mejor medida porque era muy peligroso dejar libres a eslabones de una banda narco, con la violencia que esta gente maneja.

Pinky afuera.

Todas las consideraciones de Borinsky son, como les gusta decir, “ajustadas a derecho”, ciertas, están bien y hacen a la vida en sociedad.

Pero Pinky se escapó al Paraguay.

Hay intenciones bellas que se deshacen frente a una realidad de porquería.
Los presos libres

Otro caso parecido, aunque con final diferente, es el de Ema Pimpi Sandoval (a quien ya vimos peleándole terreno a La Tata, pero que además se hizo famoso por idear el atentado a tiros a la casa del ex gobernador Antonio Bonfatti).

Ema Pimpi Sandoval y su hermano Lucas estaban acusados de un triple intento de homicidio en 2017. Los detuvieron y les pusieron la tobillera electrónica. Tardó nada Lucas en romperla y escaparse. Lo recapturaron y ahora está preso.

Ema, en cambio, estuvo en una casa del barrio Rucci y después pasó a una mansión del coqueto barrio de La Florida. Tenía que estar en la cárcel, no acreditaba medios de vida, nada. Pero el Juez Hernán Postma pensó: “¿A quién puede molestar un simple capo narco en libertad?”.

No tuvo en cuenta que para el Ema Pimpi (27) la cárcel era un lugar más seguro. Un grupo comando derribó la puerta de la hermosa casona de dos plantas donde Ema cumplía su pena el 25 de octubre del ’19 y se lanzó a una cacería con tiros y cuchillazos. Mataron a Ema Pimpi y a dos jóvenes que estaban ahí, Mirko Saldaño (19) y Rocío Genovese (22). Si quisiera complicarla más, recordaría que la casona pertenecía al Juez Oscar Puccinelli que jura y perjura no tener nada que ver y que la puso en alquiler por una inmobiliaria. Pero no es el caso de enredar tanto el asunto.

Lo cierto es que después de los asesinatos, la pregunta obvia era ¿por qué el juez Hernán Postma dejó prácticamente en libertad al Ema Pimpi?

Hubo entonces un lógico pedido de jury de enjuiciamiento al juez Postma.

Pero no, no se pudo hacer.

¿Por qué?

Porque por más que el procurador de la Corte Suprema de Justicia de la provincia acusó a Postma de mal desempeño, el Tribunal de Enjuiciamiento, que debía decidir si le hacían o no el juicio al juez, dijo “no”.

Y lo que todos estaban esperando… ¿Quiénes votaron por no hacerle juicio al juez?

Sí, adivinaron quienes leyeron las notas anteriores:

El entonces presidente de la Corte de Justicia de Santa Fe, el inefable Rafael Gutiérrez, los ministros de la Corte, María Angélica Gastaldi, Roberto Falistocco, Eduardo Spuler y Mario Netri y ¡ovación! el senador provincial justicialista Armando Pipi Traferri, que no se pierde una. A favor del juicio votaron el ministro de la Corte Daniel Erbetta, el diputado Maximiliano Pullaro y los representantes de los colegios de abogados de Reconquista y Venado Tuerto.

Punto para el Pipi, como siempre.

La boda

No faltó nadie. Si hasta hubo un nominado a los premios Gardel, el concejal santafesino de Unión Federal/Frente Renovador/PJ y músico tropical Juan José Piedrabuna. No fue el único músico, también otro referente de la música tropical santafesina hizo su show, Sergio Torres. Sin embargo, no fueron la principal amenaza esa noche, allí estaban también “La Diabla” (la hermana de La Tata) y varios miembros de “Los Monos”, banda con la que La Tata tenía profundos lazos de amistad y negocios.

A las 4 AM, Iván Maxi Giménez, su pareja Érica Romero y su hija Elena se subieron a su Audi TT (un auto que no usaban frecuentemente y eso quizás haya significado que sabía que los estaban buscando) para tomar la autopista Rosario/Santa Fe. Fueron emboscados por una camioneta, entonces Iván Maxi intenta volver al salón de fiesta con tan mala suerte que cae a un zanjón frente al lugar. Desde la camioneta entonces, dispararon más de 20 balas contra el coche y se fugaron. Los novios y los invitados, en shock, rompieron las ventanillas del auto y sacaron al muchacho y a su hija para llevarlos al hospital, pero ya estaban muertos. A la mujer no la pudieron sacar; le piden a un muchacho que estaba en la fiesta y era familiar lejano que desencajara el auto. Lo consigue y le piden que lo lleve con la mujer, al hospital. El joven se equivoca de camino, cree ver un móvil policial, se asusta y prende fuego al auto para no quedar involucrado. Se presentó en la fiscalía, en shock, no quedó imputado.
Después

Brisa no había pedido permiso para salir de su casa y organizar una fiesta en un salón de lujo provincial. Pinky no tuvo problemas en ir de acá para allá.

De más está decir que no se presentaron más.

El 5 de enero de este año, casi un año después, interpol de la policía nacional de Paraguay los encontró en el lujoso edificio Miami de Asunción.
Conclusiones

Dos imputados por participar de una organización delictiva conocida desde décadas atrás pero en libertad organizan un casamiento con pompa y sin circunstancia en una localidad pequeña en donde -se sabía- al menos una organización con ramificaciones internacionales -el Clan Loza- usa galpones para “enfriar” (acopiar) droga que llega tanto desde Bolivia por la ruta 34 como en avionetas que la tiran sobre los campos de Monte Maíz (en el límite con Córdoba). De ahí, sale a los puertos de Rosario y San Lorenzo con destino a África o directamente, Europa. Capos de al menos tres organizaciones narco -Los Monos, los Alvarado y La Tata- llegan en autos de alta gama y bailan hasta la madrugada. Finalmente matan a un matrimonio integrado por Iván Máximo Giménez que se hacía llamar “Maxi Rey” o “El Pala”, un pibe que del barrio humilde pasó a vivir en las Torres de Puerto Norte en poco tiempo, sin que nadie lo investigara.

Los novios, al final, terminan en un edificio de lujo en Asunción.

Los muertos siguen cayendo en Rosario.

En la justicia, en la policía, en el poder legislativo santafesino, parecen ser menos los buenos que los cómplices.

Los periodistas hacen lo que pueden, presionados por los narcos, los políticos venales y -en algunos casos- los dueños de los medios, siempre tan sensibles a la pauta oficial (eso, si hablamos del blanco)

Sin ir más lejos, esta semana el fiscal Schappa Pietra tuvo que ser salvado de las piñas que le intentó propinar el senador Pipi Traferri.

Sí, el senador quiso pegarle al fiscal que lo investiga.

Y dijo, de cuerpito gentil: “Denme otros fiscales si estos no me garantizan imparcialidad”.

Pipi, así como los abogadores defensores, defienden; los fiscales, acusan.

Son objetivos, no imparciales.

Algún día, más temprano que tarde, sus fueros se esfumarán. Depende de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y/o de los votantes del departamento San Lorenzo en Santa Fe.

Ese día, incluso, también le podrán preguntar por qué el narco Pato Mac Caddon le dice en un chat a Dany Godoy, el narco que este viernes cayó en la autopista Rosario/Santa Fe: “Pipi Traferri una atención y no jode más”.

¿De qué estarán hablando, no Pipi?

En el capítulo de hoy

Casamiento
Novios Narcos
Brisa Milagros Leguizamón Ferreyra (de la banda de La Tata)
Esteban Enrique Pinky Rocha (de la banda de La Tata)

Asesinados
Iván Máximo Giménez (“Maxi Rey”, “El Pala)
Érica Romero
Elena Giménez

En la fiesta
“La diabla” (hermana de La Tata)
Concejal/Músico Tropical Juan José Piedrabuna
Músico tropical Sergio Torres
Gente de las bandas de Los Monos, Alvarado y el Clan Loza
Banda de La Tata
La Tata (presa)
Luis (asesinado)
Carlos (hijo, asesinado)
Milton (preso)

Víctimas
Maite Ponce (asesinada)

Caso Ema Pimpi Sandoval
Lucas Sandoval (hermano, preso)
Ema Pimpi Sandoval (asesinado)
Mirko Saldaño (asesinado)
Rocío Genovese (asesinado)
Juez Oscar Puccinelli (dueño de la casa donde fue asesinado)
Juez Hernán Postma (benefactor de Ema Pimpi)

No permitieron enjuiciar a Postma
Presidente de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, Rafael Gutiérrez

Ministros:
María Angélica Gastaldi
Roberto Falistocco
Eduardo Spuler
Mario Netri
Senador Armando Pipi Traferri

A favor del juicio a Postma
Ministro de la corte Daniel Erbetta
Diputado Maximiliano Pullaro
Colegios de abogados de Reconquista y Venado Tuerto

Narcos de último momento
Dany Godoy
Pato Mac Caddon

(© Osvaldo Bazán / El Sol)


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