LA VISITA DE FERNÁNDEZ A EE.UU.

OPINIÓN

El presidente Fernández vino a EEUU a hacer lo que mejor sabe hacer: el ridículo

Por Carlos Mira

Dio lástima frente al presidente Biden usando unos papelitos como ayuda memoria y, obviamente, sin poder hablar inglés para comunicarse directamente con su anfitrión.

Allí, como si una mano de amianto le hubiera reemplazado la cara, hizo mención a la pandemia y a las vacunas (seguramente en la creencia de que todo el mundo es tan estúpido como los argentinos que parecen olvidarse de los que les pasa -y de quiénes son los responsables de que les pase lo que les pasa-) agradeciéndole al presidente norteamericano su gestión para que llegaran antídotos contra el Covid-19 al país cuando todo el mundo recuerda (el gobierno norteamericano antes que nadie) la campaña geopolítica y cargada de ideología que el gobierno argentino hizo con ese tema, entregándole la salud del pueblo a un tirano como Putin y prefiriendo las vacunas chinas, incluso hasta cuando ya estaba sobre la mesa la oferta de donación de lotes del inoculante norteamericano Moderna ofrecidos como donación por Biden. Vergüenza es poco.

Luego calificó, en una conferencia de prensa, de “delirante” y “marginal” a Ted Cruz, un ex candidato a presidente por el partido republicano y actual senador por Texas, por el hecho de que el legislador pidió que se profundizaran las investigaciones sobre Cristina Kirchner por corrupción y lavado de dinero.

Ted Cruz es compañero de bancada y comparte las mismas ideas que Marco Rubio, senador republicano por Florida y uno de los que siempre aparece como posible aspirante a la presidencia. Rubio es, a su vez, la figura más prominente de la política norteamericana que mantiene cierta relación de “amistad” con Sergio Massa. El actual ministro de economía siempre recurre a él cuando necesita abrir alguna puerta.

Massa estaba en Washington tratando desesperadamente que el FMI no solo le otorgue un waiver por el incumplimiento del acuerdo -poniendo a la sequía como la mayor justificación de la imposibilidad- sino que le entregue fondos frescos por otros U$S 10 mil millones.

El ministro no podía creer lo que el presidente había dicho de Cruz. Un enemigo de su objetivo de pasar la gorra para llevarse algo de plata no podría haber hecho un mejor trabajo para boicotearlo.

Como si fueran pocas estas peripecias, en la Argentina, quien estaba formalmente a cargo del poder ejecutivo, la condenada vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, emitía un tweet diciendo que “desde el Norte” se plegaban al plan del “partido judicial” para proscribirla, al comentar los dichos del senador Cruz.

La vicepresidente anotaba en la red social: “Tal cual lo dije: Proscripción! Y para que nadie tenga dudas, del norte le llegan refuerzos al Partido Judicial y a Comodoro Py. ¿En serio lo van a seguir negando? Dale…”

En primer lugar (y a pesar de no ser lo más importante) no puedo evitar comentar las maneras de la terminología de la vicepresidente, haciéndose la pendeja y hablando como los chicos… La Providencia ni siquiera la dotó con el mínimo tacto como para darse cuenta que le queda mal.

Yendo a lo importante de su posteo, la representante del neopopulismo autoritario insiste una vez más en su enfrentamiento con los EEUU, justo cuando el presidente está visitando oficialmente al jefe de la Casa Blanca y cuando el ministro de economía está tratando de conseguir la plata que falta por la que había se la robó el kirchnerismo.

Todos recuerdan cuando en una conferencia de prensa, siendo presidente, dijo que si algo le pasaba, los argentinos no debían “mirar al Oriente sino al Norte”, en una velada pero directa acusación a los Estados Unidos de querer matarla.

De nuevo: si un archienemigo de Massa estuviera manipulando los hilos para que todo le saliera mal al ministro, no se le hubieran ocurrido mejores ideas: el presidente tratando de delirante al compañero de su mejor contacto y la vicepresidente a cargo del ejecutivo reafirmado que ese país la quiere proscribir.

Es la primera vez que Cristina Fernández utiliza el argumento de la proscripción. Es como si un súbito ataque de amnesia le impidiera recordar su histérico (“histérico”, no histórico) renunciamiento a competir en las próximas elecciones (a cualquier cargo) para no ser “mascota de Magneto”. Parece que ahora se olvidó de aquella mala performance teatral y quiere agregar algunas grageas a las dosis de idiotez que sus militantes les hacen tomar a los zombies que fabricaron durante todos estos años para que sigan creyendo que alguien pretende sacar de la cancha electoral a la condenada por robar (en uno solo de los casos investigados) más de mil millones de dólares de los argentinos (más del 10% de todo lo que Massa está tratando ahora de limosnear en la capital del mal). Una mentira formidable.

Hace unos días me llegaba un meme que no podría haber definido mejor la tarea de quienes nos hemos propuesto recordar cómo son (y cómo han sido) las cosas en realidad: “No fueron 30000, no son mapuches, no está proscripta… ¡No puede ser que tengamos que explicar todo, todo el tiempo! ¡Aburre!”

La vicepresidente se autoexcluyó públicamente en un mensaje transmitido en vivo por televisión de un proceso al que le tiene miedo. Ninguna sobreactuación, como si fuera una mala actriz melodramática, va a borrar ahora lo que dijo en ese arranque de furia. Además están las verdades técnicas: sobre ella no pesa ninguna limitación electoral que no sea su propio temor.

Ted Cruz solo le pidió al gobierno norteamericano que se asegure que la vicepresidente no haya violado normas norteamericanas que obligan a ese país a condenar los actos corruptos y el lavado de dinero. Cruz no es el capitán de ninguna campaña para proscribir a la vicepresidente: esa es solo una gragea más de las pastillas azules de Matrix que mantiene a los cabezas de termo dentro del relato fabricado por los Kirchner para que ellos nunca conozcan la verdad.

(© Carlos Mira / The Post)

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