VAYAN PA' ALLÁ, BOBOS

EDITORIAL

¿Qué parte de nuestro preámbulo no entendieron los infelices que nos gobiernan? 

Por Walter R. Quinteros

Hace unos años atrás, un concejal de Cruz del Eje se oponía no se a qué cosa de Estados Unidos en Medio Oriente. Creo que les declaraba la guerra, o algo así. Por suerte hablaba desde su banca de Cruz del Eje y no desde las Naciones Unidas.

Pero de los sanguinarios dictadores de la CELAC, no dice ni mu.

Pero dejemos a este ex concejal pasado de moda y hablemos de los sanguinarios dictadores, estos son, aquí están:

Nicolás Maduro, de Venezuela, señalado por su clara responsabilidad en crímenes de lesa humanidad, violación de múltiples principios democráticos y persecución política.

Daniel Ortega, de Nicaragua, señalado por su clara responsabilidad en crímenes de lesa humanidad, violación de múltiples principios democráticos y persecución política.

Rafael Díaz-Canel, de Cuba, señalado por su clara responsabilidad en crímenes de lesa humanidad, violación de múltiples principios democráticos y persecución política.

Si hubiese un premio para el hombre más infeliz del mundo, sin lugar a dudas se lo lleva nuestro presidente Alberto Fernández.

¿Puede ser feliz un tipo que se alinea y encima busca alinear a nuestro país con estos crueles asesinos?

No, el infeliz vive atado a la infelicidad de haber firmado un pacto de sumisión a su jefa. La forma más triste de pasar a la historia.

Lo que si sabemos —y eso consta—, es que los opositores desaparecidos y encarcelados en esos países arriba nombrados, no metieron bombas ni mataron a nadie. Solo pensaron distinto.

En el día de ayer, el diputado Ramiro Marra de La Libertad Avanza, presentó un proyecto para declarar a Nicolás Maduro, indeseable en Ciudad de Buenos Aires. Se quedó corto, son tres.

La presidenta del PRO, Patricia Bullrich sugirió que Nicolás Maduro sea detenido de manera inmediata en cuanto pise territorio argentino por ser un violador serial de los derechos humanos y un sanguinario asesino. Se quedó corta, son tres.

Hablemos de Nicolás Maduro.

El gobierno de Venezuela —desde hace 23 años—, supo concentrar sus fuerzas alrededor de Hugo Chávez, fallecido éste,  recibe el legado de poder Nicolás Maduro. Un poder con el apoyo y la lealtad de las Fuerzas Armadas, perfeccionando los métodos de control sociopolítico de la población, y neutralizando la independencia de las instituciones del Estado. La población venezolana está, de una forma u otra, controlada por el Gobierno. Una forma de ejercer este control ha sido maniatando la participación política. Necesitaríamos un año de revisionismo sobre Venezuela para saber cómo llegó a tener una de las crisis económicas y humanitarias más graves de la historia reciente de Latinoamérica.

Hablemos de Rafael Díaz-Canel.

Que agarró la posta dejada por los Castro, entre ellos llevaron a que Cuba sea hoy lo más parecido a una villa miseria. Y era un país que tenía altos índices de educación. Pero ojo, porque también tenía serias cuestiones con la corrupción política de sus gobiernos. El detalle estaba en que nadie moría en cárceles inmundas por el mero hecho de pensar de manera distinta. Necesitaríamos un año de revisionismo sobre Cuba para saber cómo llegó a tener una de las crisis económicas y humanitarias más graves de la historia reciente de Latinoamérica.

Hablemos de Daniel Ortega.

Parece que nació dictador, y parece que en un baile para dictadores, conoció y se casó con una dictadora. Esta pareja ha convertido a Nicaragua en un país donde la vida no vale nada. Cada vez la pobreza es mayor. La gente escapa como puede mientras ellos se enriquecen. Si quiere usted suicidarse, hágase opositor en Nicaragua. Necesitaríamos un año de revisionismo sobre Nicaragua para saber cómo llegó a tener una de las crisis económicas y humanitarias más graves de la historia reciente de Latinoamérica.

Un detalle que no debemos pasar por alto. Estos personajes tienen en común un gran amigo. Un tal Putin. ¿Le suena? A Ucrania le suena fuerte.

Nuestro presidente, el hombre infeliz, dijo que Argentina era la puerta para que Rusia ingrese a latinoamérica. ¿Recuerdan? 

Envuelto en sus histriónicas frases, nuestro presidente pasará a la historia de la manera más triste. Insuperable.

Nosotros todavía tenemos un país en donde se puede vivir libremente, donde se puede pensar libremente. Donde la justicia es independiente; en donde —hasta el momento—, se respeta la vida y la propiedad. Y donde cada uno decide el camino a tomar en busca de su felicidad.

Eso nos lo garantiza nuestra Constitución. 

Pero nos mantengamos alerta. Estemos "QAP", como dicen los radio operadores.

Y por eso no debiéramos permitir que el gobierno de hombres y mujeres infelices que tenemos, traigan en nombre de una porquería llamada CELAC a estos abominables monstruos de visita a nuestras tierras.

Hay una frase feliz dentro de los días felices del Mundial de fútbol. La dijo un tal Lionel Messi, un ser lleno de luz que nació en Rosario y es el capitán de la selección campeona del mundo:

"Andá pa' allá, bobo".

La cambiamos un poquito:

"Vayan pa' allá, bobos".

Porque nosotros tenemos una Constitución que en su preámbulo señala en: "Afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución, para la Nación Argentina".

Con el prontuario de estos tres. ¿Qué parte de nuestro preámbulo no entendieron los infelices que nos gobiernan? 

¿Eh?

Infeliz: (persona) Que no es feliz. (adjetivo) Que implica o conlleva infelicidad.





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