EL MANUAL MILITANTE Y EL COLAPSO

OPINIÓN

La líder del Frente de Todos sembró dudas en el acto de La Plata; el expresidente presagia una nueva crisis del populismo y pide un “cambio profundo” para la Argentina

Por Francisco Jueguen

Las historias se repiten. Sólo resta conocer si el final será el mismo. A fines de 2020, camino a las elecciones legislativas, Cristina Kirchner reclamó en La Plata comenzar a “alinear salarios y jubilaciones, precios, sobre todo los de los alimentos, y tarifas”. La vicepresidenta dijo que quienes tuvieran miedo de tomar medidas antipáticas se fueran a “buscar otro laburo” y luego embelleció su segundo mandato presidencial como momento utópico bajo la gestión económica de Axel Kicillof. En marzo de 2021, en Las Flores, cuestionó la tasa de interés y los plazos de la deuda al Fondo Monetario Internacional (FMI). Mencionó allí los problemas de la “economía bimonetaria”.

Esos mojones fueron el inicio de la implosión del Frente del Todos y del acoso camporista sobre a Martín Guzmán, quien había cometido el error de creer que Alberto Fernández lo respaldaba a la hora de mantener cierta independencia, por lo menos, en la elección del equipo que iba a acompañarlo para aplicar la política tarifaria. Lo que más molestó a la vice y a Máximo Kirchner fue el desafío de Guzmán. El ex ministro no sólo había querido echar a Federico Basualdo (un propio), sino que se había atrevido a calificar la política tarifaria -el comodín del kirchnerismo- como “prorricos”.

La “venganza” de Guzmán llegó, curiosamente, a horas del discurso de su ex jefa política. Un homenaje a cómo implementó su renuncia unos meses atrás. “Máximo Kirchner actuó como un chico caprichoso y eso le sale caro al país. Pedía un acuerdo a 40 años con el FMI, es algo que no es posible. Ahora la vicepresidenta, que es su madre, le da poder a alguien que no puede ejercerlo de forma responsable”, dijo Guzmán con Alejandro Fantino.

Como se mencionó, la historia se repite. El jueves, Cristina Kirchner volvió a pedir “alinear precios, salarios y tarifas” y habló de los “condicionamientos” del FMI. Por esto, es curioso que Alberto Fernández haya mencionado los sobrecargos de tasas ante Kristalina Georgieva en Bali. La vicepresidenta retomó sus antiguas teorías de “economía bimonetaria” y “restricción externa”, y luego volvió al reclamo de “que las cosas se hagan mejor”, una versión light de los “funcionarios que no funcionan”. Al final, recordó que hay quienes cuestionaron su segundo mandato, otra vez. No lo mencionó, pero Matías Kulfas está siempre en sus pensamientos. ¿Fue el acto del Día de la Militancia el comienzo de una nueva crisis política en las vísperas de las elecciones presidenciales? Este nuevo ciclo tendría que poner en alerta a Sergio Massa.

Cristina Kirchner habló de la inflación. Mencionó el 6,3% de octubre, pero se olvidó que la canasta total –el piso de la indigencia- ya aumentó más de 100% en doce meses. Luego rememoró que, en sus gobiernos –el actual es sólo de Alberto, pese a que ella lo eligió con un tuit-, el salario pesaba más en el producto bruto interno. La vicepresidenta tiene razón de querer huir de la actualidad. El primer trimestre de 2016, los trabajadores se llevaban el 54,6%. Luego de la crisis cambiaria durante el macrismo, en los primeros tres meses de 2020, ese porcentaje era de 49,8%. En el cuarto kirchnerismo, los trabajadores se quedan con el 46,9%, según datos oficiales del Indec. Todo es peor hoy.

Otra escena se repite. En junio de 2011, la presidenta del Senado y el entonces titular de la Cámara de Diputados (Sergio Massa) dieron un aumento de 40% al personal legislativo para romper el techo que imponía Guzmán (supuestamente respaldado por Alberto Fernández). Esta semana, la vicepresidenta otorgó una suma fija de $30.000 a los mismos trabajadores para meterle presión al Presidente con su idea de una suma fija generalizada, que implicaría más gasto. Habrá que preguntarse si Massa acompaña esta vez esa redistribución que pide la vice, pero que afecta la meta con el FMI.

Massa y el gasto del Estado

Es que, muy debajo del radar y para evitar el ruido político, Massa baja el gasto mucho más de lo que lo hacía Guzmán, acosado permanentemente por la vicepresidenta por ajustador. “En los últimos cuatro meses se evidencia una reducción del 16,2% año a año en los gastos primarios, que contrasta con el comportamiento expansivo del primer semestre (+12,5%). Esta dinámica en el comportamiento mensual de los gastos primarios deriva en una reducción acumulada a octubre de 1,6% año a año”, escribió la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) en un informe.

El documento elaborado el mes pasado por Pablo Barousse, María Laura Cafarelli, Julieta Olivieri advierte que, durante los primeros diez meses del año, los ingresos de la Administración Nacional totalizaron $10.324.859 millones, reflejando una caída en términos reales de 4,7% año contra año. Sin embargo, si se eliminan de la base de comparación la recaudación del Aporte Solidario y Extraordinario, y el ingreso de pesos por los Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo, los ingresos totales registrarían un crecimiento real de 5,4% interanual.

Los gastos totales, en tanto, alcanzaron $13.023.289 millones y disminuyeron 2,1% en la comparación interanual. Es curioso dónde se recortó. Principalmente en subsidios otorgados por el Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (Fondep), que cayeron 83,3%. A eso se suman, bienes y servicios (-31,3%) y los gastos de capital (-12,1%). Pero hay otros “ordenamientos” que pueden producir tensiones internas: la Asignación universal por hijo (AUH) muestra un recorte de -12,4% en diez meses; las políticas alimentarias, de 7,9%; mientras los subsidios a la energía se mantienen constantes y al transporte suben 11,7%. El gasto en personal, pese al congelamiento estipulado por Massa, crece un 9,1%, según los datos de la OPC.

“La dinámica entre ingresos y gastos primarios arrojó un déficit primario de $1.733.787 millones, 21,9% mayor en términos reales con relación al acumulado a octubre de 2021. Adicionando, el pago de los intereses de la deuda, el déficit financiero llegó a $2.698.430 millones, lo que implicó un crecimiento de 9,7% año a año. En tanto, el resultado económico fue negativo en $1.804.466 millones”, indicaron los técnicos del Congreso. Son los números que mira el FMI.

Un consenso para todos y ninguno

La Argentina es un loop interminable. En mayo de 2019, en medio de la corrida cambiaria y antes de la elección presidencial de 2019, el gobierno de Mauricio Macri analizaba convocar a Cristina Kirchner para sumarla a un consenso de diez puntos básicos por el temor a no llegar a fin de año. “Como dijimos, la convocatoria no tiene que excluir a nadie. Cristina Kirchner representa a un sector del electorado y es importante que forme parte. Lo haremos probablemente esta semana”, dijo entonces Rogelio Frigerio. Ya Roberto Lavagna y Sergio Massa se habían negado. Entonces, tanto los empresarios como la Iglesia buscaban que se avanzara con la propuesta de Juntos por el Cambio.

La Argentina se enfrenta hoy una inflación que llegará al 100%, una dramática caída de la demanda del peso, vive sin reservas netas y con los dólares recalentándose camino a una elección presidencial en 2023. La vicepresidenta Cristina Kirchner reclamó ayer un acuerdo democrático y consensos económicos. ¿Temor a no llegar? Sería una novedad para el peronismo. “Nos culpa de haber sido partícipes de un magnicidio, ataca a la Justicia y a las instituciones y después simula el pedido de un consenso. No hay posibilidad de ningún acuerdo con gente que no respeta la división de poderes”, dijeron cerca de Mauricio Macri. Fuentes cercanas a Horacio Rodríguez Larreta no respondieron

Patricia Bullrich fue incluso más directa que el propio Macri en la crítica al llamado oficialista, que incluye al camporista Wado De Pedro: “El llamado a un acuerdo democrático precisa de actores democráticos. Cristina hace un acting. Llama a un acuerdo e inmediatamente decide atacar a todos los actores: la Justicia, la oposición, y se desliga de su propio gobierno. ¡Su primer acto de un acuerdo democrático debería ser reconocerse como vicepresidenta de este gobierno!”

A contramano de la idea del consenso, Macri habló del probable “colapso” del populismo. Queda por saber si ese escenario arrastrará la economía hacia una crisis peor a la actual y a más argentinos a la pobreza. “La Argentina no tiene futuro si no va a un cambio profundo”, dijo Macri, luego de que Cristina señalara en su acto en La Plata que ella misma era el cambio. Novedad: repeticiones que traspasan ideologías. Luego se subió a un avión camino a Qatar. No es nuevo en la Argentina: arranca el Mundial y los problemas se pierden por un mes. Ya lo dejó bien en claro Kelly Olmos. “Después seguimos trabajando con la inflación, pero primero que gane Argentina”, cerró recordando el Mundial del 78.

(© Francisco Jueguen / LA NACIÓN)

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