A TODO TRAPO

EDITORIAL

El club de los cobarditos ha vuelto, con un trapo sucio y maloliente, como ellos, colgado frente al Canal 5 de Rosario


Por Walter R. Quinteros

Esto de amenazar al periodismo desde el anonimato, habla de los cobardes que son unos y la importancia que tienen quienes investigan antes de dar la noticia, con nombre y apellido.

Pero que también queda en claro que aquí se expone otra forma más de la violencia que vive Rosario.

Digno es de comentar que muchas veces, debido a espacio, debido a otras noticias que asumimos puedan tener más interés en la comunidad, no somos reiterativos por lo que sucede en esa ciudad. Las leemos, estamos al tanto. 

No hay un día sin disparos, sea a la hora que sea.

El periodista Hernán Lascano nos recuerda en su columna, que esto pasa "en la misma ciudad donde acribillaron a balazos la casa de un gobernador, tirotearon edificios del Poder Judicial, les dispararon varias veces a abogados penalistas, balearon un restaurante donde comían cien personas, atacaron el Concejo Municipal, amenazaron a fiscales, le dieron seis tiros a un policía en un control de rutina. Donde hay chicos que matan a los 14 años pero más reiteradamente que mueren. Donde el negocio de las extorsiones armadas se multiplicó sobre comercios muy diversos generando una lógica de ingresos rentable y de enorme fluidez".

Aterrador, brutal.

El sitio Mirador Provincial señalaba hace un mes atrás que en 250 días de este año, hubo 203 asesinatos en Rosario.

El trapo amenazador escrito a todo trapo les dice "A todos los medios de Rosario, déjense de ensuciar y condenar con  la lengua", "vamos a matar periodistas", "con la mafia no se jode".

Entonces vamos al punto.

Ellos quieren que nadie informe. Pero también tengamos en cuenta que hay políticos, especialmente funcionarios actuales, que también quieren que nadie informe, excepto las estupideces de "que vamos a hacer un puente y después del puente haremos el río". Como nos tienen acostumbrados algunos funcionarios locales que "censuran" nuestras opiniones.

Porque si alguien informa sus fechorías, lo más probable es que exista el riesgo de recibir un balazo. Ese es sin lugar a dudas un buen método para ejercer una especie de "dominación" a través del miedo.

Cuando un periodista va a cubrir una nota, o investiga aún más allá de la noticia, esta expuesto, solitariamente, a insultos, amenazas, empujones, robos y hasta golpizas.

El valor de redactar los informes pocas veces es reconocido y no pocas veces han surgido punteros barriales para "alivianar" esa impresión de los acontecimientos. Contar lo que pasa en las calles parece ser ahora una tarea riesgosa.

Volvemos al punto. 

Tenemos que hablar del diseño de las políticas públicas. Aunque insisto, no se cuánto le conviene a los políticos hablar de esto, pero en el caso de Rosario, asumimos que es una ciudad que se va desgranando por su problemática con el narcotráfico y en razón de que, como en toda nuestra querida Argentina, sufre la falta de trabajo formal, la pobreza y la maldita inflación que este gobierno se preocupó en no controlar. 

Pero que nadie hable de eso. Mentimos.

La parte por donde se corta el hilo, es callar a la prensa.

Frente a esta nueva y vieja violencia, frente a estos carteles de trapos amenazantes, las instituciones y los políticos nada han hecho al respecto. Alguna tonta e ineficaz declaración demagógica pueda resultar ser escuchada como para obtener una triste foto, por ahí.

Aquí ningún político ha sido capaz de accionar en favor de la seguridad de las personas. No han sido capaces de articular un accionar para que nunca a nadie, se le ocurra colgar un cartel amenazante, sucio y maloliente.

La parte que ellos temen, es la palabra, oral o escrita de un periodista.

Ellos le temen a nuestros carteles llamados editoriales.

Y que también, son escritos con la noticia a todo trapo.

(LA GACETA LIBERAL)


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