IMPRESENTABLES

EDITORIAL

El caos como la última carta

Por Walter R. Quinteros

"La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder". General José de San Martín

Una pequeña luz de raciocinio nos basta para distinguir la mentira pregonada en discursos repulsivos, enriquecidos por lo absurdo y turbio de los mismos y, que por los medios, desparraman quienes hoy nos gobiernan. 

Así de impresentables son.

Estoy convencido que tanto ustedes como yo, nos preguntamos hasta dónde puede llegar nuestra capacidad de asombro al escucharlos, y la furtiva posibilidad que nos queda de distinguir lo extraordinario de lo común. 

Es como que ante tanto atropello, nos damos cuenta que nosotros mantenemos aún, aquella sensibilidad ante los hechos cotidianos que se suscitan a nuestro alrededor. Mientras que estos políticos, en cambio, emplean palabrerías y ejecutan actos cargados de perversidad. De altísima violencia social. Y un funcionario debe hacer exactamente todo lo contrario.

Les comentaba esto a dos amigos y colaboradores de este medio en un hermoso desayuno de trabajo. Algo más van a preparar en la semana para mantenernos distraídos —les dije—. Pero por los problemas judiciales de la vicepresidente, no crean que por obras relacionados al crecimiento de nuestra nación. Eso les importa un bledo. Así de impresentables son.

Pero no es que parece, es así. Fíjese que para ciertos políticos nada es más importante que el armado de una lista para cubrir ciertos "cargos". Y para otros, el de salvar a su "jefa". Todo les parecerá válido. Mientras tanto, nosotros tenemos que poner la comida sobre la mesa. Allí, ninguno de estos impresentables nos representa. 

Que todavía sepamos distinguir estos atropellos, es un buen signo de que aún estamos en condiciones de presentarnos como una sociedad civilizada. Resistamos. Si, no nos damos cuenta que estos actos primitivos solo buscan un cadáver, es que merodeamos la categoría de bestias.

Mientras ellos ejecutan un formidable plan —digno de enfermos mentales—, donde tratan de imponerse por sobre los dictados de nuestra Constitución y nuestras leyes, empleando esa frase estúpida de, "qué quilombo se va armar", haciendo con eso "que a río revuelto haya ganancia para algunos pescadores", porque de repente —no se si sabía—, desaparecieron subsidios. Y desaparecerán algunas cosas más. Eso es lo lamentable.

Un detalle antes que me olvide, toquemos el tema recortes, hubo ajustes. Pero menos para ellos, por supuesto. Hay "cajitas felices que no se tocan". Sepa, amigo lector, que en común acuerdo con el diablo mismo, parece que el nuevo ministro de Economía —Massa, Sergio, el panqueque ilustrado—, fulminó al ministerio de la Produción, al de Transporte, a Educación, a Salud, a Desarrollo Territorial y hasta el de Obras Públicas. Silencio. Para eso no hay protestas. Para eso no hay "qué quilombo se va a armar". Solo los gobernadores del Norte pidieron "equidad". Se la ven venir.

Organizaron un circo desde el mismo gobierno tratando de entretenernos ahora con eso de que al fin, y bajo protesta, la vicepresidente aprendió la marcha peronista —la canta por conveniencia—. Ya que siempre la detestó. Archivo mata relato. Mandan a la gente a protestar a favor de la jefa. Ya lo escribí antes en otro editorial. ¿Cristo o Barrabás?

Con ese poco de raciocinio que aún tenemos, nos damos cuenta que por eso, los "gordos" de la CGT y los "colectivos" de actrices, actores, artistas, LGBTQ y grupos afines, se fueron a dormir la siesta. Se fueron a dormir la siesta y no sabemos cuando despertarán, Porque por estos recortes, por estos ajustes, no dijeron nada. Nada de nada. Se quedaron sin voz y lo que es peor, sin huevos. No hicieron marchas, no tiraron 14 toneladas de piedras, no hablaron de huelgas, no salieron a repudiar en los medios, nada. Solo dijeron, dicen y dirán, ¡Que quilombo se va a armar! Solo les importa la jefa y sus $4.100.000 por mes. 

En la semana escuchamos la vulgaridad de algunos oradores —que hasta rayan el delito con sus arengas—. Vimos el cinismo de los que miran para otro lado. Y con eso, han logrado que nosotros hayamos aprendido —de tanto oler el pestilente aroma repugnante de sus dichos—, que tomemos las cosas como de quién viene, nada más. Sigamos así. ¿Podemos seguir así?

A pesar de que quieran acostumbrarnos a estos episodios, considero que ya nada nos debe asombrar. Los escándalos políticos deben pasar desapercibidos porque nosotros tenemos que poner la comida sobre la mesa. Allí, ninguno de estos impresentables nos representa. 

Pueden quedarse con sus discursos vomitivos y proyectos disparatados hablando horas y horas que nadie, o casi nadie ya repara en esas torpezas. A poca gente le interesa saber de sus problemas personales con la Justicia, y que quieren transformar en una telenovela barata. Como ya lo dijera en editoriales anteriores, buscan convertirla en santa, en victimizarla. Pero si se es una "abogada exitosa", no necesitaría poner "planeros" de escudo. A menos que no lo sea.

Y vuelvo a preguntarme hasta dónde llega nuestra capacidad para discernir. Hasta cuándo vamos a permanecer resignados porque la política no está al servicio del ciudadano común. Ojalá que el egoísmo que muestran en cada uno de sus actos no nos interese. ¿Podemos resistir?

Y esa pequeña luz de raciocinio que ilumina nuestros procederes, han hecho que podamos elegir, decidir que, si alguien tiene que morir por una causa, que sean los líderes. De eso estoy seguro. Veamos cuán macho son los líderes —todos ricos, millonarios—, por cierto.

¿Saben por qué ocurre esto?  Porque aquí, en Argentina, no hay un verdadero Estado de derecho. Siempre sucedió que los escandalosos casos de corrupción que involucraron a nuestros políticos quedaron sin esclarecer. Y cuando vamos en camino de esclarecer uno, uno solo... ¡Qué quilombo se va a armar! Gritan y se esconden. Mandan a los "barrabravas".

Sabemos que el problema data por aquellos políticos que de repente, se volvieron millonarios. Y no lo pueden justificar, es por eso el quilombo que quieren armar, no porque nosotros no tengamos nada que poner sobre la mesa. Allí, ninguno de estos impresentables nos representa. Usted lo sabe.

27/08/2022/ 18:51

(© Walter R. Quinteros / LA GACETA LIBERAL)


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