EL ROJO DE CRISTINA

OPINIÓN

Cuando alguien rompe ese pacto, cuando alguien no colabora, cuando alguien cree que tiene un derecho especial sobre los demás y entonces puede no cumplirlo, sobreviene el desastre


Por Osvaldo Bazán

John Peake Knight quizás no se haya enterado jamás que le salvó la vida a millones de personas en los últimos 154 años.

Pero así fue.

Todo comenzó en la esquina de George y Bridge en Londres, en la tarde del 9 de diciembre de 1868.

Una pequeña luz para el hombre; dos lámparas que cambiarían para siempre la historia de la humanidad.

Ese día en esa esquina se colgó lo que sería algo así como el primer semáforo del planeta.

En muchísimos temas los hombres a lo largo de los siglos no han conseguido ponerse de acuerdo.

No hay unanimidad universal sobre sobre política, sobre religión, sobre sexo, sobre economía, sobre fútbol o sobre arte.

Sin embargo, miles de millones de personas a lo largo del tiempo pudimos tener una gran victoria racional: con rojo no se cruza; con verde, sí.

Lo que le da sentido a tan arbitraria decisión es que todos la respetamos

Como muestra de lo bueno que la civilización puede hacer por nosotros, nos comprometimos y construimos convivencia.

No firmamos ningún contrato y, sin embargo, lo cumplimos.

“Cuando está rojo no se cruza”, le dice el padre al hijo en un momento fundacional de su crecimiento, continuando una cadena que comenzó con el padre del padre del padre y que debería seguir con el hijo del hijo del hijo.

Funciona.

Sirve tanto para no ser arrollado como para no arrollar a nadie.

Los pactos de convivencia no se rompen y todos somos iguales frente a ellos. Un Alfa Romeo recién salido de fábrica o una camioneta destartalada que difícilmente pase una VTV no sofisticada que no respeten el semáforo pueden causar el mismo daño.

Por eso es necesario que todos seamos iguales ante la vieja orden: rojo no; verde sí.

Cuando alguien rompe ese pacto, cuando alguien no colabora, cuando alguien cree que tiene un derecho especial sobre los demás y entonces puede no cumplirlo, sobreviene el desastre.

Con el estupor acostumbrado ya al estupor, vimos estos días no sólo a miles de compatriotas desorbitados saltar berreando como posesos eso de “Si la tocan a Cristina qué quilombo se va a armar”, sino a todo el poder ejecutivo, a parte del poder legislativo, a intendentes, a gobernadores, a facultades, a oenegés, a colectivos varios cruzar alegremente el semáforo en rojo de la convivencia.

Para esta tropa disciplinada “tocar a Cristina” significa, ni más ni menos, reconocer que no somos todos iguales ante la ley y que ninguna prueba vale más que el amor de la líder.

El tema es que si no respetás el semáforo, te llevás todo por delante.

Y si los demás no lo respetan, te llevan puesto a vos.

Es medio obvio, a veces hasta da vergüenza tener que volver a decir cosas básicas.

La ley es para todos.

Y esa es su gracia.

¿De verdad hay que volver a decir esto?

Parece que sí y algo tendrá que ver el hecho de que sólo 16 chicos de cada 100 terminan el colegio secundario.

Además, muchos de esos 16 lo hacen con profesores que creen que “Néstor y Cristina” fueron los Adán y Eva del paraíso argentino.

Por eso la tarea que nos toca es tan básica.

Aunque suene infantil, hay que recordar a la población que cuando el semáforo está en rojo, no se cruza la calle

Es la única certeza que tenemos para que no nos pise un auto.

Cristina está convencida de que los semáforos no rigen para ella.

Ella no se siente obligada a respetar las reglas de convivencia de los demás.

Y justamente es ese rasgo que hace tan razonable que sea la cabeza de ese movimiento político y no de otro.

“¡Oh, Cristina encolumna a todos detrás de su defensa!” claman, serios, algunos analistas.

Y, sí.

Ella hoy expresa el corazón del pensamiento peronista, la necesidad de pasar los semáforos en rojo para que no los alcance la ley. Por eso se encolumnan. Porque no les molesta. Porque es lo que saben hacer. Porque es lo que aplauden.

¿Para quién más que para ellos fue escrito eso de “a los amigos todos, a los enemigos ni justicia”?

Ahora encumbrados observadores declaman en sus trabajos sobre el intríngulis del peronismo no kirchnerista -otro oxímoron, pero bueh- si deben o no seguir a la “jefa de la asociación ilícita” Fiscal Luciani Dixit.

Seguro que ésta es la incógnita que estarán tratando de despejar ahora tipos como Gioja o Uñac o Manzur, idólatras incondicionales de las buenas prácticas democráticas.

“¿Deberemos salir a defender a alguien acusado de currar con la obra pública?”, se preguntarán seguramente en esa tertulia literaria que es la CGT, mientras departen sobre Murakami o Houellebecq.

“¿Estará dentro de nuestros cánones éticos el socorro a alguien acusado de enriquecerse con el dinero del pueblo?”, se cuestionarán sin pausa los aguerridos Patronos de la Miseria, Santos Comisionados del Plan Eterno, Grabuá y el Chino Navarro mientras discuten sobre el ser y la nada.

¿De verdad hay gente sensata que cree que al peronismo se le plantea algún tipo de cuestionamiento moral sobre si debe proteger a un chorro o no?

¿No vieron a Menem casi momificado sentarse en su almohadoncito en el senado, salvado por todo el partido porque sin fueros era un reo más?

Bueno, volviendo a decir lo básico: eso ocurrió porque el peronismo no le suelta la mano a los ladrones propios. Nunca estuvieron la verdad ni la justicia por encima de los manilargas del partido.

¿O no saben cómo le fue al único -único- peronista que no quiso firmar un comunicado en defensa de la acusada?

La raza peronista fue letal: llegó hasta el concejal Matías Peláez, concejal del partido en Esquel que dijo “defiendo a las instituciones de la República y a la división de poderes” y se le plantó al diputado nacional camporista Santiago Igón y al diputado provincial y ex intendente de Esquel, Rafael Williams. “No firmo”, dijo.

Lo obligaron a pedir licencia y ahora ocupa su banca una de las tantas lacayas del pensamiento único.

¿Queda claro?

Al único peronista que dijo “primero las instituciones” lo sacaron corriendo. No es su espacio.

¿Se entiende o hay que hacer un dibujito como los que ofrece Aníbal Fernández cuando anda con ganas de amenazar?

¿Qué la señora Elisabet nunca fue peronista y ahora se disfraza de tal para que no la toque la justicia?¿Que les dijo con su habitual elegancia “que se suturen el orto los peronistas”?

¿Y? ¿Cuál es la novedad?

¿Quién es peronista?

Otra vez con lo elemental: el peronismo es un simulacro, es un seguro que se saca para cometer todo tipo de tropelías, desde poner una bomba en el comedor de la policía hasta “alquilar” hoteles a tu socio para que te devuelva la guita del estado que le diste al adjudicarle la construcción de rutas que nunca hizo.

Para el peronismo la verdad es un río en donde nadie se baña dos veces.

Por eso sigue martillando por televisión la publicidad sobre el Plan Procrear, ese crédito hipotecario que te permite construir esas casas ya determinadas con nombres como la “Compañera 1 y 2”, la “Bicentenaria”, la “Milagro”, la “Juana” o la “Aimé” aunque se hayan recortado 50 mil millones (el 16,4 % del presupuesto del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat que dirige Jorge Ferraresi) que eran íntegramente destinados al Procrear.

¿Se entiende?

Cortaron el presupuesto del plan, no el presupuesto de la publicidad del plan.

Como dato de color rancio, uno de los modelos de las casas, el que te soluciona el problema en 7,50 metros lleva el nombre de una rea acusada de… robarse la plata de planes de vivienda.

No dejan cinismo por cometer.

Con estos antecedentes seguro que tienen pruritos para recibir retornos de las obras que licitan o para cruzar el semáforo en rojo.

La publicidad oficial, con el extenuante y mentiroso “Primero la Gente” sigue tranquilamente su curso, las tijeras del recorte no le hicieron mella.

Sin embargo, al Ministerio de Educación le desaparecieron 50 mil millones de pesos.

Todo no se puede.

O el Destape Web o las escuelas.

Y como mejor que hacer es decir, listo el pollo, pelada la gallina “Primero la gente” y a otra cosa mariposa.

El jamás egregio Baradel, que te paraba las clases de cientos de miles de chicos si la ex gobernadora Vidal lo miraba de costado ya tomó cartas en el asunto y fue taxativo. Mandó a decir que se está interiorizando y que ojo con que vaya a haber un recorte porque no saben cómo se pone cuando se enoja y coso y va a poner carita y va a hacer trompita. En algún momento. Un día de estos. O el mes que viene. O mejor, después de las fiestas, viste cómo se pone la gente con los preparativos de la navidad.

Como todo vuelve, este accionar seguramente será recordado desde el 2024 cuando no quiera empezar las clases si es que la oposición gana las elecciones.

El Plan Conectar, la joya de la corona, también fue a lo largo de estos años más decir que hacer y recibió el hachazo que no recibió la publicidad del Plan Conectar .

De las 546.000 computadoras que la pareja de Fabiola prometió para 2021, sólo entregó 55.419 (el 10%) según consignó el sitio Chequeado, que también contó que el Conectar Igualdad tuvo subejecuciones del 43% en 2020, el 41% en 2021 y que a mitad de este año llevaba subejecutado el 61%.

Tanto “no hacer” no se compatibiliza con el anuncio que la actual vicepresidenta hizo el 6 de abril de 2010, cuando lanzó con bombos y mucha platilla el plan en el teatro Cervantes -en un edificio rodeado de andamios por la obra parada que recién se retomó y terminó en el gobierno de Cambiemos- y se enorgulleció de sentirse “la Sarmiento del bicentenario” y declaró que “la igualdad debe ser el signo distintivo del bicentenario, contra viento y marea, y contra poderosos intereses que necesitan seguir teniendo poder”.

Bueno, ya no es la Sarmiento del Bicentenario.

Es nada más que la Bonnie de un Clyde en mocasines, pero esa es otra historia.

De los 50.000 millones que el gobierno nacional y popular contra la desigualdad le quitó a la educación en un país en donde -habrá que repetir- sólo 16 de cada 100 chicos terminan el colegio secundario, 30 mil millones eran de ese plan.

La excusa es que total los fabricantes tampoco les entregaban las computadoras porque no conseguían los dólares para la compra de algunos componentes de las notebooks.

Lo que no dicen es quién creó el problema.

Te prometen computadoras. Hacen imposible su armado. Se excusan. No hay computadoras. Siguen haciendo publicidad de la igualdad.

No es el único ensañamiento con los más chicos: 15 mil millones se le sacó al Programa Fortalecimiento Edilicio de Jardines de Infantes y otros 5 mil millones a programas de infraestructura y equipamiento, mientras los padres de todo el país vienen denunciando que las clases se interrumpen hasta porque hace frío.

Este lunes habrá movilizaciones en todo el país denunciando que las obras sociales no están pagando a los profesionales que se encargan de personas con discapacidad, en algunos casos desde comienzo de años. Se cortan terapias, transportes, clases con maestras integradoras y tratamientos. Las obras sociales acusan a la Nación, que no gira los fondos necesarios. El recorte en el presupuesto de salud, ahora que es “miniterio” es de 10.000 millones de pesos.

Sin embargo, no todo es austeridad. El intendente peronista de San Isidro de Lules, en Tucumán, Carlos Gallia anunció la construcción de un súper estadio con museo, tres restaurantes, albergue para jugadores y un centro de formación deportiva. No quiere que el mundial 2030 lo agarre desprevenido.

Prioridades, claro.

Como los 9 millones de pesos que los ciudadanos catamarqueños pagaron por el viaje que el avión sanitario de su provincia hizo el 20 de agosto a las 14.27 según informó la organización @AvionesenEzeiza desde Buenos Aires hasta Ushuaia llevando a Fabiola, su mamá y su hijito de vacaciones. El gobernador Raúl Jalil retuiteó la invitación a la población a ver el “descargo” de la vicepresidenta en La Casa del Peronismo de Catamarca.

Seguro que tuvo una discusión interna a ver si estaba de acuerdo o no con que la vicepresidenta merezca saltearse la justicia.

El presidente, los gobernadores, los embajadores, los ministros, los intendentes, el peronismo como un todo afirma que una investigación judicial es persecución, estigmatización y disciplinamiento social.

¿Puede un partido pretender cruzar en rojo y que no pase nada?

No.

Pueden salir a la calle; gritar; convertir un barrio en un chiquero; pueden alegrarse de convertir un barrio en un chiquero con un resentimiento rancio y mefítico; pueden decir lo que quieran.

Lo que no pueden es justificar el enriquecimiento de Lázaro Báez, el enriquecimiento de los Kirchner, los lazos entre una familia y otra, las obras pagadas por el Estado por orden de los Kirchner a los Báez, lo inconcluso de las obras, la apertura de la empresa días antes de la asunción de Néstor, el cierre de la empresa días después del final del gobierno de Cristina.

Y acá están todos.

Desde los caras de enojados como el Cuervo o las aniñadas como Raverta; los aristocráticos como Bielsa o los marginales como D’Elía.

Porque son cómplices. Porque muchos tienen sus propios Báez.

Porque entre República y Robo eligen… ¿a ver? ¿Qué eligen?

Bueno, eso.

No hay país posible si pasamos el semáforo en rojo.

No hay país posible si aceptamos que algunos pueden pasar el semáforo en rojo.

Mucho menos si aceptamos que “los nuestros” pueden pasar el semáforo en rojo por el hecho de serlo.

Que griten y que pataleen.

Ella quería hablarle a un millón de personas reunidas espontáneamente desde el balcón de la Rosada. Terminó gritándole a 1000 histéricos y empleados estatales desde la caja de un camión

Que repliquen épicas anacrónicas y que amenacen.

La vida pasa por otro lado.

El futuro es otra cosa que se construye mientras chillan ciegos y desquiciados.

En febrero del 2015, la señora hoy acusada de ser jefa de una asociación ilícita, en una muestra más de cinismo bruto, dijo por la marcha del asesinado fiscal Nisman: “A ellos les dejamos el silencio”.

Sólo ella y los suyos se creen con derecho a la palabra.

Ok, griten y salten.

El aullido fanático no podrá nunca tapar la verdad: la plata era del Estado, pasó por orden de los Kirchner a bolsillos de Báez y de ahí, a los de los Kirchner. Las rutas nunca se hicieron.

No vamos a perder la calma.

No nos van a arrastrar al juego de la barbarie porque ahí nos ganan por experiencia y convicción.

Por más que intenten, no vamos a permitir que pasen los semáforos en rojo.

No nos van a llevar puestos.

(El Sol)

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