UNA PUESTA EN ESCENA

OPINIÓN

Medidas que confirman la desconfianza


Por Carlos Mira

Las medidas anunciadas hoy por la ministra Batakis antes de que abrieran los mercados financieros se parecieron mucho a las que tomaría cualquier simulador desesperado.

En primer lugar, el momento elegido para transmitirlas habla mucho por sí mismo: Batakis quiso atajar otro aluvión de cachetazos que vinieran, básicamente, con el formato de la continuidad de la suba en la cotización de los dólares libres y de la depreciación de los bonos, con el consiguiente aumento del riesgo país.

En segundo lugar, el contenido de algunas de las medidas y la referencia a creencias económicas personales carecen de toda consistencia. La ministra dijo que cree en el equilibrio fiscal: “Creo en la solvencia del Estado como promotor de la actividad económica. Necesitamos cierto orden y equilibrio en las finanzas. Las medidas tienen que ver con garantizar el equilibrio fiscal”.

El problema con la frase de la ministra es que fue muy larga. Si hubiera dicho “creo en el equilibrio fiscal” y punto hubiera sido una cosa. Pero al agregar que cree en esa solvencia para que el Estado sea promotor de la actividad económica, vuelve a ratificar que no renuncia a la madre del borrego, que no comprende (o no quiere comprender) la idea de que el problema principal del país consiste, justamente, en que hace mucho tiempo que muchos creen que “el Estado debe ser el promotor de la actividad económica”. Ese es el nudo gordiano; ese es el motor del problema.

Es más, el Estado se “desequilibra” precisamente porque quiere ser promotor de la actividad económica.

Si el Estado dejara que la actividad económica fluyera de modo natural de acuerdo a su propio ritmo dentro de un marco de libertad para el ejercicio de actividades lícitas, con un esquema impositivo racional y pagable y un cuadro de gastos acorde al tamaño económico del país, no habría desequilibrio y, por lo tanto, su referencia al equilibrio (como mensaje “tranquilizador” a los mercados) sería innecesaria.

La ministra debe salir a decir, forzadamente, que cree en el equilibrio fiscal porque como el mercado sabe que ella cree en el Estado como promotor de la actividad económica supone que caerá en desequilibrio (y si la suposición no bastara, el mercado tiene a su favor la prueba empírica de la historia).

Pero además hay una razón más para suponer que los anuncios de hoy serán inocuos frente a lo que se espera que el gobierno haga para detener el deterioro.

Lo que el mercado (y por “mercado” entendemos simplemente la gente que interactúa con sus operaciones cotidianas, sean estas comprar un kilo de harina para hacer una pizza casera o hacer un trading de bonos) espera no es cualquier equilibrio fiscal: lo que el mercado espera es un equilibrio fiscal que sea la consecuencia de la disminución del gasto estatal.

En este sentido Batakis dijo “la implementación de congelamiento de la toma del personal que hoy tenemos vigente se amplía a todos los organismos del Estado”. De nuevo: no se trata de congelar el ingreso de nuevos militantes a la planta del Estado (que debió implementarse hace mucho), se trata de disminuir la planta de personal por la vía de la implementación de algún sistema inteligente de retiro que baje dramáticamente el número de agentes across the board.

Se trata de otra “media tinta” que no hace otra cosa más que confirmar la desconfianza que la sociedad tiene en el gobierno, más allá de lo que diga.

Los argentinos saben que el Estado les endilgará a ellos el muerto: ha sido así siempre y no ven razones suficientes para que esta vez sea diferente. Es más, la propia ministra anunció hoy que ordenará un revalúo inmobiliario en todo el país (en el caso de la Provincia de Buenos Aires encima del que ella misma hizo cuando fue ministra de Scioli hace 4 años) que es la manera que tiene el Poder Ejecutivo de implementar una suba impositiva eludiendo el requisito constitucional de que dicho incremento pase por el Congreso.

En otras palabras, más de lo mismo: más palazos para el sector privado productivo en lugar de bajar el gasto político.

En ese contexto pierden peso las alusiones a la modificación a la ley de entidades financieras para que “todos los organismos del Sector Público Nacional estén contemplados en el manejo eficiente del Presupuesto y las erogaciones”. El solo hecho que se tenga que llegar a una situación de urgencia para que todos los organismos del sector público deban tener un manejo eficiente del presupuesto y de las erogaciones (en otras palabras, no gastar más de lo que ingresen) da una idea del despilfarro y de la irracionalidad económica que reina en el gobierno.

Del mismo modo, los otros comentarios de la ministra (las referencias al acuerdo con el FMI, a las tasas reales de interés y a la segmentación de tarifas de energía) -dichos en el mismo marco de “atajar el aluvión”- carecen de envergadura porque vienen de alguien que denota una ostensible falsedad en lo que transmite y que no es consistente entre lo que dice y hace y entre lo que dice e hizo.

Hablar de equilibrio fiscal y proclamarse admiradora de Gelbard no es consistente. Tratar de enviar un mensaje “pro-mercado” y decir que el derecho de viajar colisiona con la generación de empleo es de un nivel de contradicción tal que cuando uno contrasta los dichos con la historia y con el signo del gobierno al que la ministra pertenece no tiene que hacer demasiadas cuentas para caer en la conclusión de que, lo de hoy, no fue otra cosa más que una nueva puesta en escena.

(The Post)


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