CÓRDOBA, PLANES QUE APLASTAN

OPINIÓN

La cultura del trabajo está en extinción



Podría ser memorioso y considerar las cajas PAN como una de las semillas más representativas del inicio de “los planeros” en la Argentina. Su implementación en las escuelas de bajos recursos fue todo un símbolo de lo que se venía: la destrucción de la cultura del trabajo, el esfuerzo propio y el valor de la educación.

Fue el comienzo de la transformación de la figura del docente referente social y cultural convertido en servidor político, empleado estatal. Más adelante podemos rememorar los cuantiosos planes para trabajar. Fabricados con miles de millones de dólares obtenidos de préstamos tomados en el exterior, a mediados de la década de los ‘90, impulsados por la necesidad de la reelección.

Estos planes sumados a la voracidad política que descubrió la manera de ganar mucho dinero mediante los cargos públicos, llevaron a la fabulosa crisis del 2001. Ese mismo que tomó a miles de cordobeses con sus ahorros en los bancos que supuestamente estaban asegurados por la intangibilidad de los depósitos.

Fueron entonces miles los que perdieron sus ahorros, haciendo volar por los aires todas las estructuras jurídicas y racionales que sostenían la economía. La desastrosa devaluación arrastró a una enorme masa de población a pasar a la miseria y la desesperación.

Fue el momento perfecto para que los inescrupulosos políticos avanzaran con un nuevo plan, el “Jefes y Jefas de hogar”. Financiados con los fondos saqueados a los ahorristas de clase media en su mayoría, constituyeron la profundización en la implementación de la cultura planera.

En Córdoba fue un desastre, el despilfarro astronómico y la propagación de la corrupción que estaba más o menos encapsulada en los sectores políticos, pasó a generalizarse al resto de la población, ya que miles se anotaban sin tener los requisitos exigidos, convirtiéndose en cómplices del sector político.

En esa primera etapa del plan Jefes, se inscribieron, no solo los padres y madres sin trabajo, sino miles de empleados privados y estatales que aprovecharon el caos y la falta de control que hubo al comienzo.

A partir de allí comenzó un decadente sistema que ha ido aplastando al sistema productivo del país. Millones de argentinos descubrieron que se puede vivir sin trabajar y los políticos se dieron cuenta que con los planes podían también vivir sin trabajar y sostenerse muchos años en el poder.

Así con los años, se ha creado una pirámide invertida en la que unos pocos sostienen a una masa de planeros que crece y crece sin freno aplastando la capacidad productiva del país que sino se revierte ocasionará la implosión de lo que fuera una vez el granero del mundo.

(Agencia NOVA)

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