LLÉVAME VOLANDO A LA LUNA

CULTURA

"La amistad es la virtud más sobresaliente porque es desinteresada de todas maneras"

Por Walter R. Quinteros

Hombres de mucha Fe 
Señoras y señores, en aquel año, yo era un bisoño jugador de básquet en el Unión Club de Cruz del Eje, jugaba en la categoría cadetes. Mi mundo entonces, giraba alrededor de una pelota anaranjada, por las proezas en hacer mi primer tablero eléctrico y mi primer banco de madera en la escuela técnica, y pensaba en una niña de ojazos negros así de grandes. Pero para los yanquis, el sueño era pisar la Luna. Así es que el 20 de Julio de 1969, la misión llamada Apolo XI alunizaba por primera vez en la Historia de la Humanidad. Era la cuarta de las misiones tripuladas Apolo y, había partido 109 horas antes desde Cabo Kennedy, en Florida. Ese día, ante millones de telespectadores de todo el mundo, se oyeron la famosas palabras: "Un pequeño paso para un hombre; un salto para la Humanidad". 

Mi padre, sentado cómodamente en su sillón, lanzaba el humo de su pipa hasta el techo de la sala, mi madre, le servía café y cognac. El acontecimiento nos tenía reunidos, el sonido del televisor y de la radio también encendida. Todos los sentidos fijos en aquellos aparatos y, cruzando los dedos para desearles buena suerte a los astronautas. La tripulación del Apolo 11 estaba compuesta por el comandante de la misión, el bueno de Neil A. Armstrong, de 38 años y por sus guitarristas, Edwin E. Aldrin Jr., de 39 años y piloto del LEM, apodado "Buzz" y Michael Collins, de 38 años, piloto del módulo de mando. Aquel domingo 20 de julio, la nave espacial Columbia estaba dentro de la órbita lunar. Los astronautas Buzz Aldrin y Neil Armstrong se dirigieron al Eagle, mientras Michael Collins, que permaneció en la nave principal, les cerraba la compuerta a sus espaldas. Seguramente, les dijo algo así como que; nos vemos luego, amigos, y se asomó a espiar por la ventanilla.

El comandante Neil Armstrong fue el primer ser humano que pisó la superficie de nuestro satélite. Yo lo vi o eso creí, el 21 de julio de 1969 a las 2:56 (hora internacional UTC) al sur del Mar de la Tranquilidad. El mar de la tranquilidad es esa mancha que miras en la Luna cuando se la quieres regalar a alguien pensando que se la merece.

Escuchábamos atentamente al reportero que traducía del inglés al cordobés, que la misión del Apolo 11, era conseguir pisar la Luna y extraer muestras de su superficie. Pero hacían comentarios que ponían en duda los efectos de la gravedad lunar en el comportamiento de los astronautas, en su movilidad y en su mente. Por otro lado, tampoco se sabía si podrían volver contaminados, por lo que, decían, se había preparado una cuarentena para su regreso. 

Eso era ponerle misterios a las cosas, muchachos.
Eran las 22,56 horas, en casa no volaba ni una mosca.

Pero contrariamente a lo que se piensa, las primeras palabras que la televisión retransmitió de Armstrong, fueron: “Estoy al pie de la escalerilla. Las patas del Águila sólo han deprimido la superficie unos cuantos centímetros. La superficie parece ser de grano muy fino, cuando se la ve de cerca. Es casi un polvo fino, muy fino. Ahora salgo de la plataforma”.

Buzz Aldrin fue el segundo hombre en pisar la Luna. También él tuvo su momento de gloria antes las cámaras de televisión. “Desde aquí se aprecia un panorama bellísimo. Es un poco parecido a algunos desiertos de los Estados Unidos”, comenta.

Golazo, en el mundo todos festejábamos como si fuese un golazo.

Después de la tensa calma, mamá se levantó para que Frank Sinatra cantara desde el combinado de casa, aquella canción de Bart Howard que dice: "Llévame volando a la Luna"

♪♫Llévame volando hasta la Luna, déjame jugar entre las estrellas. Déjame ver cómo es la primavera en Júpiter y en Marte.

En otras palabras, toma mi mano, en otras palabras... cariño, bésame.

Llenas mi corazón con canto, déjame cantar por los siglos de los siglos. Tú eres todo lo que anhelo, todo lo que venero y adoro. En otras palabras, por favor sé sincera, en otras palabras... te quiero.

Llenas mi corazón con canto, déjame cantar por los siglos de los siglos. Tú eres todo lo que anhelo, todo lo que venero y adoro. En otras palabras, por favor sé sincera, en otras palabras... te quiero.♪♫

Y a esa bendita hora, mamá y papá bailaban entusiasmados la canción. Niños, hora de ir a dormir, el hombre ha llegado a la Luna.

Hombres de poca Fe 
Muchas dudas y misterios surgieron a raíz de las fotos transmitidas a la Tierra, pero lo cierto es que esta misión espacial, puso las bases para nuevos alunizajes posteriores. Estas hipótesis se basan en la observación de ciertas imágenes y en conclusiones de nula validez científica. También se apoyan en explicaciones socio-políticas, como que Estados Unidos necesitaba como fuera, dar un golpe de efecto que le permitiese adelantar a la URSS en la carrera espacial. Cabe decir que entre las teorías que niegan las imágenes de Armstrong y Aldrin también existen dos corrientes. Por un lado, los que directamente niegan que el hombre haya llegado a la luna, por otro, aquellos que no niegan la llegada del hombre a la luna (o no se manifiestan a favor ni en contra) pero consideran que las imágenes que se ofrecieron de ese momento estaban rodadas en un plató (escenario), por la imposibilidad de enviar imágenes desde la luna.

El caso es que existen pruebas totalmente fundadas de la veracidad del histórico momento, como las huellas del alunizaje, registradas en fotografía por satélites y sondas espaciales. Sea como fuere, un acontecimiento tan importante es normal que de mucho de qué hablar. Para algunos nunca hay suficientes pruebas para demostrar su veracidad, y en cambio solo hace falta un pequeño indicio para gritar a los cuatro vientos que todo es una mentira. Una de las imágenes más célebres de la llegada del hombre a la luna es el momento en el que se planta la bandera y ésta ondea. La controversia radica en que se supone que en la luna no hay brisa, por lo que la bandera no podría ondear de ninguna de las formas.

La explicación que suelen dar a esta pregunta es que es un efecto de la fotografía, ya que el mástil provocaba que la bandera se mantuviese extendida y, la explicación de las ondas venía producida por las arrugas de llevarla doblada o los astronautas la movían. Otra de las míticas fotos es una huella dejada por el pie de Aldrin en la luna. Se dice que cómo es posible que se deja una huella si no hay humedad en la superficie y todo era muy seco; la razón que ofrecen es que se puede dejar huellas haya o no humedad, ya que es como polvo molido y se queda la huella fácilmente. Otro de los detalles que llamaron mucho la atención es que en las fotografías no aparece ninguna estrella en el cielo. La justificación que dan a este hecho es que se debe a la corta exposición y a la intensidad de luz de las mismas. Esto también ha supuesto muchas preguntas y teorías, la repuesta que ofrecen es que se apagó el motor antes del aterrizaje, lo que supuso que no se levantase polvo ni se formara ningún cráter sobre la superficie. Una de las preguntas que muchos seguidores de las teorías conspirativas mantienen acerca de la luna es que no se ha regresado a la misma. 

¿Vos no tenés ganas de volver a ver a tu primer amor? La explicación que se suele ofrecer es que ya no hay intereses económicos ni políticos acerca de la misma, ya que Estados Unidos demostró que se podía llegar a la Luna y pisarla. Que los poetas se gastaron todas las palabras escribiendo sobre ella y, que el concejo de sabios de la Nasa confirmó la teoría de que es la Luna, el lugar preferido de las almitas de los perritos callejeros.

Hombres de buena Fe 
A su vez, dicen, que la llegada a la luna ha permitido tener otra visión de la Tierra y el espacio, una relación que no ha dejado de generar misterio, y deseo de conocer qué hay más allá de nuestra atmósfera, nuestra vía láctea o qué sucede en el resto de los planetas. También, parte de la tecnología utilizada para este viaje a la luna se ha ido incluyendo diariamente entre la población en general. Algunos de los inventos que citan con mayor frecuencia serían los termómetros sin mercurio, los pañales desechables, los monitores cardíacos, las lentes de contacto y los alimentos deshidratados, entre tantos otros. Y si vamos a hablar de inventos gracias a la llegada del hombre a la luna, aparece un argentino, como no podía ser de otra manera, que se le ocurrió tomar a este 20 de julio, como el día del amigo. 

Señoras y señores, convengamos que es la excusa perfecta para reunirse con amistades de toda la vida o retomar el vínculo con aquellos con los que se ha perdido el contacto, tomar algo, comer algo, reunirnos, saludarnos y poner "me gusta". O apuntar la boca para un lado, la mejilla para otro y decir “muack”.

Esta popular fecha es un invento de Enrique Ernesto Febbraro, nacido en Lomas de Zamora en 1924. Odontólogo, músico y profesor de psicología, filosofía e historia. Ese 20 de julio de 1969, tuvo una idea repentina: conectarse con el resto del mundo a través del envío de cartas, pues no había redes sociales.

Cuenta que "cuando la nave Apolo 11 todavía estaba en órbita, decidió enviar 1.000 mensajes. Todos a diferentes personas de diversos países. La respuesta no tardó en llegar: 800 individuos le respondieron su misiva y, de esta forma, quedó instalada esta fecha". "Viví el alunizaje del módulo como un gesto de amistad de la humanidad hacia el universo y al mismo tiempo me dije que un pueblo de amigos sería una nación imbatible. ¡Ya está, el 20 de julio es el día elegido!", les explicó a sus destinatarios.

Febbraro murió el 4 de noviembre de 2008. En su última entrevista, dada al diario La Voz del Interior, aseguró que "la amistad es la virtud más sobresaliente porque es desinteresada de todas maneras". Además, agregó que la idea "fue una vieja ocurrencia de cuando era locutor en Radio Argentina junto con Juan Monti". Con el paso de los años, se comprobó que su iniciativa tenía repercusión mundial: cada 20 de julio, los amigos que viven en la Argentina, Brasil, Uruguay, España y, aunque ustedes no lo crean, en la República de Cruz del Eje también, se reúnen en casas, bares y restaurantes para brindar por su amistad.

Hombres de mala Fe 
No se ha podido comprobar que un día dure más que otro. El inexorable paso del tiempo ha quedado regulado en que deben tener 24 horas, sin excepción. Así es que una vez y, concluído el plazo del día del amigo y sin más que agregar, dejarán algunos sus hipocresías a un lado y todo, absolutamente todo, volverá a la normalidad.

©Walter R. Quinteros - Quiénes & Porqué - diceelwalter.blogspot. LA GACETA LIBERAL)
(Artículo publicado en julio 2018)

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