EL ÚLTIMO ROUND DE PERÓN

OPINIÓN

En primera persona

Por Luis Illuminati

Marco Aurelio decía que muchas veces comete una injusticia el que nada hace. Y es que, para los estoicos, otra definición de la justicia es la moralidad: ¿lo que haces, dices, dejas de hacer o callas, es moralmente bueno para ti y los demás? Piensa que lo que no es bueno ni justo para el grupo, tampoco puede serlo para el individuo. De lo cual se sigue que, para bien o para mal, ciertas determinaciones individuales repercuten en un grupo, una agrupación o sobre un pueblo.

Juan Domingo Perón, tres veces presidente de la Nación, fallece un 1 de julio de 1974. En ese momento yo estaba trabajando en la planta automotriz de Renault Argentina, Departamento Exportaciones; nos dio la noticia el Sr. Tideo Adolfo Lazo, Gerente de Exportaciones, uno de mis jefes, militar retirado de la Fuerza Aérea, peronista de alma, perteneciente al sector militar que en 1955 cayó en desgracia con el derrocamiento de Perón. Lazo tenía una vieja amistad con mi padre, quien hacía 4 años que había solicitado su retiro de la Fuerza Aérea por disidencias e incompatibilidad con el gobierno de facto del General Juan Carlos Onganía. Mi padre y Lazo eran de la misma Promoción o Camada -la "14"- y los dos eran del Cuerpo de Comando.

Ese luctuoso día -primer día del mes de julio de 1974- fuimos muchos los que tuvimos un mal presentimiento. Vi llorar a muchos hombres de más edad que yo y los que no eran peronistas guardaron un respetuoso silencio. Yo estaba estupefacto. Lo único que atiné es a darle el pésame a Lazo, que me lo agradeció y se retiró con el rostro acongojado a su oficina. La fábrica Renault dio asueto y permitió que todos, empleados y obreros, se retiraran en señal de duelo y así yo también me retiré. En las puertas todos los obreros apresurados pujaban por salir, yo iba saliendo y me sentí arrastrado hacia afuera por una marea humana. Tuve la sensación en ese momento de que la Historia me arrastraba, sin posibilidad de volver atrás como cuando ocurre el incendio de un edificio y los moradores casi desnudos deben salir apresuradamente, dejando atrás todas las cosas más queridas de la casa. Luego, ya sentado en el ómnibus que me llevaba de regreso a mi casa, me acordé de una frase que dijo mi padre cuando un año antes al regreso de Perón sucedieron los graves acontecimientos de Ezeiza: "Masacre de Ezeiza; Día de su Cumpleaños y de la Bandera". Dijo mi padre. "El último round de un presidente que se fue y regresa viejo y enfermo es con la muerte".

Ayer he contado en esta misma página en la nota titulada: "Piquetelandia", el siguiente episodio. "Recuerdo un hecho del cual soy testigo. Ocurrió en la entrada de la Fábrica Renault ubicada en Barrio Santa Isabel donde yo fui operario del área Exportaciones. Corría el año 1974. Hacía cuatro días que había disturbios y disputas gremiales, con huelgas y paros todos los días, predominando un grupo de la izquierda peronista que impedía ingresar a la fábrica a los que querían trabajar. Se llamaba "piquetes" al conjunto de matones que golpeaba con fierros y cadenas a los que se atrevían a romper la huelga, que no eran pocos. Hacía una semana que la patota sindical bloqueaba la entrada a la fábrica y frente a mis narices vi caer a un obrero que circulaba en motocicleta y que al parecer no acató el arbitrario y convulsivo paro dispuesto. Apenas traspuso la valla o barricada, le llovieron una cantidad de piedras que casi lo matan. Estuvo internado grave casi un mes en la Clínica Romagosa. Un mes después el ERP asesinó a un alto directivo de Renault en el trayecto desde su casa a la planta de Renault. Raúl Zarracán. Uno de sus hijos trabajó conmigo.

(©Luis Illuminati / LA GACETA LIBERAL)

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