EDITORIAL
Teníamos un sueño, un proyecto
Hubo un tiempo en que fui funcionario de la municipalidad de Córdoba. Me desempeñaba en el cargo de subdirector de Transporte, eso fue por el 2007. Entre tantas actividades que la función requería, me ocupaba con más intensidad en la de solucionar junto a mi equipo de trabajo, los inconvenientes del transporte urbano de pasajeros, sin descuidar la problemática de taxis y remises. Entre los temas más importantes de la agenda estaba sin lugar a dudas, el kilometraje de los recorridos, los costos, el estado de las arterias, la regularidad y la frecuencia de las unidades en sus horas pico (de máxima ocupación en las unidades) y la de regularlo en las llamadas horas valle (de menor caudal de pasajeros).
Trabajamos bien. Incluso hasta el mismo Luis Juez, actual senador y en aquel momento intendente de la ciudad, se presenta hoy como el exintendente que solucionó el desastre en esa materia que dejó su antecesor, Germán Kammerath.
Recuerdo con mucho afecto a los jefes de División, todos de distintos signos políticos, pero eficaces para el cargo que ocupaban y que no dudaron en asesorarme y ayudarme en base a su experiencia en la materia. Creo que me vieron como un tipo que pensaba tanto en las empresas como en el pasajero, como a alguien que quería amalgamar los distintos intereses en beneficio de la sociedad, a través de las medidas que de nuestras oficinas se implementaban.
Y debo aclarar que fueron más accesibles a nuestros requerimientos los empresarios de las empresas Coniferal y Ciudad de Córdoba que de la propia TAMSE (municipal). Incluso en las reuniones con el gremio de la UTA, cuyo secretario era Gregorio Galván y siempre acompañado por su segundo, el famoso "cuchillo" Peñaloza, ex jugador del Club All Boys, donde fui Director Técnico y posteriormente Delegado ante la Liga Cordobesa de Fútbol.
En tiempos electorales había que tener una muy buena cintura política. Cada error podría llevar al usuario de transporte en su disgusto, a cambiar su voto de lealtad por el de la discordia. Eso me llevó a realizar modificaciones en recorridos, reuniones con Delegados de las empresas, con todos los Centros Vecinales, con los jefes de Tráfico y empresarios.
Pero el gran problema, que hasta me quitaba el sueño, era el faltante de cospeles, medio de pago de aquel año para el servicio. La prensa hacía lo suyo, atacaba la gestión en su libertad de expresión. La UTA metía presión. Yo estaba en mi salsa. Era afiliado a UTA y conocedor del tema a fondo. Los noteros de los medios de prensa eran amigos.
Nada para mi es más placentero que vivir discutiendo, que confrontarme con todos, sea quién sea. Mientras me asista la razón a través de los tecnicismos que se emplean para ese intercambio de opiniones. Y, para orgullo de quién esto escribe, en todos los casos salí airoso. Mostrando mi desenvoltura que, a la larga, favorecieron al ciudadano común, al que pagaba el servicio urbano de pasajeros. "De este plato comemos todos" —les decía—.
Nos quedó algo inconcluso a aquel equipo de arquitectos, ingenieros, abogadas, licenciadas y audaces que comandábamos Transporte y que no pudimos solucionar. Y puedo asegurar que era por razones políticas ajenas a nuestra voluntad, donde el gobernador era de un partido y el intendente de otro. Solo por eso. Y se trataba de la modificación de horarios de la administración pública para poder así, aliviar el sistema del transporte urbano.
De nada servía modificar la regularidad del servicio en las horas pico de 20 a 10 minutos en algunas líneas y de 12 a 6 minutos en las troncales mejorando las frecuencias. Algo más faltaba, y era simplemente la de cambiar los horarios de los usuarios.
Esta semana, el actual secretario de Transporte de la Municipalidad de Córdoba, se reunió con el presidente de la Cámara de Comercio, para comunicarle el interés del Ejecutivo para avanzar en la modificación del horario de atención bancaria en la ciudad, y llevarlo a la franja horaria de 10 a 15.
Aquella vieja iniciativa que, si mal no recuerdo, era de los arquitectos Mario Alberto De Dío y Carlos Funes, buscaba descomprimir la demanda de pasajeros en los horarios pico que ocupan la franja horaria que va desde la hora 6 a las 9:30, y desde las 17 a las 21.
No los recuerdo a todos los integrantes de aquella División, si nombro uno, sería injusto con los otros, casi todos eran ingenieros que trabajaban exclusivamente para darle excelencia al sistema urbano de transporte. La factibilidad dependía en eso de ponerse de acuerdo entre las distintas autoridades para escalonar los horarios de carga de pasajeros.
Es, repito, una vieja iniciativa. Nada de esto ha inventado este actual secretario de Transporte y este ambicioso intendente de Córdoba. Pero tienen una gran ventaja. Son del mismo signo político que el gobernador. Es ahora o nunca pensar en el ciudadano. Aquel sueño que teníamos, aquel viejo proyecto está al alcance de la mano. Se trata de ser pragmáticos. Modificar los horarios de atención en bancos, hospitales y administración pública. Hacerlos más acordes con el clima, también. No todo es "millonarias fiestitas de cuartetos" para mantener a los ciudadanos casi tranquilos. Es de buenas personas brindarle servicios cómodos a la sociedad.
Pienso ahora en aquellos hombres que, desde el anonimato, lejos de las cámaras y micrófonos, en todos los órdenes de la vida, hacen lo suyo para mejorar nuestros estándares de vida. Y pienso en aquel inspector, don Julio Guerra, de la empresa de transporte Grupo Plaza, en Buenos Aires, que en una parada de la avenida Cabildo, y allá por 1998, me dijo mientras firmaba mi planilla horaria; "De este plato comemos todos, cuidalo, andá despacio".
(©Walter R. Quinteros / LA GACETA LIBERAL)
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