ANTORCHAS EN LA NIEVE

OPINIÓN

¡Fiat Lux! (hágase la luz)


Por Luis Illuminati

He vivido en la década del 60 en la ciudad patagónica de Comodoro Rivadavia por haber sido mi padre destinado allí como un paso más en su larga carrera militar. De modo que a la nieve la conozco, la he palpado, lo mismo que he bebido el viento. Siendo casi un adolescente recuerdo una excursión con mi colegio al cerro Castor ubicado en Ushuaia donde pude presenciar una marcha de las antorchas y una pequeña fiesta de la nieve que es una de las más gratas anécdotas de mi vida (1965). Vean el video, sobre todo, la parte del medio para adelante como brillan las antorchas.

A causa de mi apellido "Illuminati" que se asocia con las luces de las antorchas, oficio de mis ancestros que dio origen al apellido -la historia la he relatado en un texto titulado: "Los Macabeos: La luz y el aceite" (La Gaceta Liberal), el Padre Gregorio Martz, devoto salesiano, jefe del Batallón 29 "Exploradores de Don Bosco" y maestro de Sexto Grado -yo fui uno de sus alumnos- me llamaba "Apagati" cuando no prestaba atención y "Alumbrati" cuando daba atención a sus inmejorables clases.

Ese día -tan especial- subimos con un grupo de Soldados de Infantería de Montaña del Ejército Argentino al Cerro Castor -que estaba tapizado por la nieve- con las antorchas encendidas a la caída de la tarde y ya oscureciendo. Una vez en lo alto de la cima, el grupo de soldados a la orden del jefe con las antorchas encendidas bajaron por la pendiente deslizándose con los esquíes.

El resto de los exploradores y alumnos nos quedamos en la cumbre con el Padre Goyo -un gigante que medía un metro noventa- mirando como bajaba la caravana de esquiadores y entonamos entonces un cántico sagrado en honor de la Candelaria, fiesta religiosa, evento muy antiguo en que las familias hebreas llevaban las velas y candelas para ser bendecidas por los sacerdotes, luces que iluminarían sus casas todo el año. Bendito suceso: mi abuelo Américo Illuminati nació el Día de La Candelaria en Pausula, Italia, el 2 de febrero de 1897.

La caravana de antorchas descendiendo por la nieve en el ocaso del día fue un espectáculo maravilloso que quedó grabado para siempre en mis retinas. ¡Alabado el Señor y Bendita sea por siempre la Virgen María, Madre de Nuestro Divino Salvador Jesucristo! Bendice Señor a toda persona que la lea esto. Amén. 

(©Luis Illuminati / LA GACETA LIBERAL)


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