Y EN ESO LLEGÓ MILEI

OPINIÓN

La política argentina está hecha de plastilina

Por Adrián Simioni

Cada semana toma una forma distinta. Sobre esa inconsistencia impacta la figura de Javier Milei, el libertario (un libertario conservador en algunos temas) que se lanzó a la política el año pasado y del que los especialistas dicen que, a diferencia de los demás, aún no alcanzó su techo.

Milei tiene la libertad de los francotiradores. Puede decir lo que quiera porque no tiene un pasado que lo contradiga. Puede dividir en dos la platea con cualquier polémica y llevarse la mitad porque esas polémicas tal vez nunca lleguen a nada. Dice que si fuera por él cerraría el Banco Central y dolarizaría la Argentina. Dice que si a los comerciantes les molestan los manteros deberían hacer lo mismo que ellos y dejar de pagar impuestos. Dice estar a favor de la libre portación de armas como si ya no lo fuera en un país donde la tenencia legal está permitida y donde la tenencia en negro, ilegal, es incontenible. Polémicas que a veces van a ningún lado.

Lo cierto es que Milei está ahí. Y todos los días su figura moldea la plastilina casi líquida de nuestra política. Ningún consultor se anima a dar números ni pronósticos duraderos. Algunos plantean un escenario de tercios: un Juntos por el Cambio con algunos halcones menos; un Milei junto a algunos halcones del PRO y un Frente de Todos achicado al cristinismo.

Pero nada está descartado. Las divisiones favorecen las divisiones, bajo esta lógica: si para ganar una elección ya no hay que ganarle a una mitad sino a un tercio, entonces eso permite soñar a los que no logran la candidatura de un tercio a competir representando un cuarto. Y así. Por eso algunos observadores se preguntan si el escenario del 2023 no podría plantearse en quintos, como en 2003: macristas, radicales, mileístas, cristinistas y peronistas no K. Todos tirándose una ficha porque sentirían que la Presidencia "está para cualquiera": los dos que saquen una luz pasarían a la segunda vuelta. Podríamos terminar con candidatos que aparecen en la última recta, outsiders o políticos tradicionales. Ha pasado en Perú, en Chile y ahora en Colombia.

Es un riesgo. El próximo gobierno, sea lo que sea que quiera hacer, necesitará poder en el Congreso para cambiar leyes y poder gobernar. Pero resulta que los diputados no se eligen en la segunda vuelta cuando los votos se concentran. Se eligen en la primera, cuando los votos se dispersan. Ganar la presidencia podría ser fácil. Gobernar, te la debo.

(Cadena 3)


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