LAS MANOS MÁS HERMOSAS DE CRUZ DEL EJE

EDITORIAL

Divagues de un hombre solitario que anda pateando tarritos por las calles

Por Walter R. Quinteros

Cuenta la leyenda 

Que en un reino muy lejano y, hace ya bastante tiempo, se llevó a cabo un concurso muy poco común: "El concurso de las manos más bellas". Todas las ciudadanas estaban obligadas a participar, sin importar su clase social y raza.

El premio consistía en casarse con el apuesto príncipe, hijo del rey de ese país. ¡Cómo no querrían las doncellas ganar tan codiciado premio! Las especialistas en el cuidado de la belleza y estética femenina se vieron saturadas de trabajo. Las casas lucían sucias y descuidadas pues las jóvenes y hasta las viudas dejaron sus quehaceres domésticos para cuidar la apariencia y suavidad de sus manos.

El día tan ansiado llegó, pero las jóvenes que habían logrado pasar las pruebas finales pertenecían a la clase noble y aristocrática. El joven heredero a la corona no consideró justo tal resultado. Su corazón noble, humilde y justo no podía permitir esto e hizo una petición a su padre.

—Padre mío, quiero que me permitas elegir entre las doncellas que sirven en la casa real a una que represente a las mujeres siervas de nuestro reino.

—Sabia petición hijo mío —contesta el Padre— elije a quien tú consideres la mejor representante de nuestros sirvientes.

El joven príncipe elije una de sus fieles servidoras. La joven es colocada entre las jóvenes de casta noble y es observada con menosprecio. La elección es llevada a cabo por los expertos. Una a una las finalistas van siendo eliminadas.

La elección definitiva queda a cargo del príncipe, que pasa lentamente tomando entre sus manos las manos tersas como la piel de un bebé, uñas bien cuidadas, dedos largos, finos y delicados. Al final de la fila se encuentra con la sierva-doncella. Sus manos son tomadas entre las manos del joven príncipe. Ella sabe que no podrá ser la elegida, pues sus manos muestran las marcas de su trabajo.

Pero el príncipe la lleva adelante.

—¡Esta es la joven con las manos más hermosas que he visto. Son manos laboriosas que no han escatimado sacrificios para servirme. Manos que muestran tu obediencia, lealtad y amor por tu Señor y Rey. Manos que me han servido sin pedir nada a cambio. Las manos más hermosas son estas. Su dueña es la elegida y es un honor para mí ser su premio!

En el futuro

Entre los recuerdos y los deseos yo le diría, amigo lector, que las manos más lindas del mundo han sido las de mi madre, y siguiendo en la calesita que me trae en cada vuelta, lágrimas y sonrisas, recuerdo también las manos de todas las mujeres que me amaron, que me cuidaron, que despertaron tantos sentimientos en mi. Bah, son divagues de hombre solitario que anda pateando tarritos por las calles.

Pero eso es otra cosa, lo miremos al tema como ciudadanos, como votantes.

La leyenda contará, dentro de unos años, que el pueblo hizo un concurso. El concurso de las manos más limpias de Cruz del Eje, donde todos los políticos estaban obligados a participar. Sin importar su clase social, raza ni Partido Político.

El premio consistía —dirán— en llegar a ser el intendente de la ciudad.

En el futuro, la leyenda contará que aparecieron especialistas en imágenes, especialistas en fotos demagógicas, en el cuidado de la belleza y estética de la sonrisa y abrazos polítiqueros, en escribir proclamas y manifiestos, proyectos y promesas, alcanzados por algunos secuaces monjes negros y maquiavélicos —dirá la leyenda del futuro—, y que se vieron estos mercenarios, saturados de trabajo. 

La ciudad olvidada, que por años lució sucia y descuidada, ahora de repente, brotaba de carteles "obreros trabajando" pues los jóvenes aspirantes por mantenerse en el gobierno se acordaron de eso que debían haber hecho siempre.  

Y los otros, los que quieren el premio —dirá la leyenda—, dejaron sus quehaceres domésticos para dedicarse a mostrar una apariencia diferente a la acostumbrada, para mostrar los dientes en una simulada sonrisa y la suavidad de sus manos en cada palabra pronunciada como una burda poesía de amor y esperanzas.

Requisitos para integrar el  jurado para elegir al ganador

Tener buena memoria.
No confundir dádivas con gestión.
Mostrar lealtad a la ciudad y no a un Partido.
Tener en cuenta que nadie va a comer asado a Tribunales.
Mostrar las manos limpias, las mismas manos con las que vamos a votar.
Las mismas manos hermosas que tienen nuestros trabajadores, de conciencia limpia.



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