EL SOLDADO VA A LA GUERRA

EDITORIAL

Me contaron que así les dijiste, cuando te viniste a estas islas nuestras


Por Walter R. Quinteros  

Tu papá jugaba en el medio campo, casi como de "ocho", un "ocho" suelto, buscando el espacio para recibir ese ladrillazo redondo que por arte de magia, él lo convertía en una masita, que una vez entregada hacia adelante, dejaba a los delanteros solos frente al arquero.  Para patear esos temibles tiros libres al arco contrario, se paraba de "diez". Se cambiaba de punta para tirar los "córners". Los arqueros le tenían miedo. Un miedo bárbaro. Tu papá no hacía "foules", pero él los llenaba de tarjetas amarillas a los rivales. Qué tipo era tu viejo, a veces les señalaba dónde iba a ir el "balón", por gentileza o por guapo que era, y por más que volaran, los arqueros no llegaban. Te cuento que yo lo vi jugar.

En cambio tu mamá tenía otras habilidades, ella estudiaba costura. En aquel tiempo, las chicas estudiaban costura, bordaban, peinaban, eran dactilógrafas, vos viste, esas cosas que estudiaban ellas. Te cuento, sabía coser unos vestidos elegantes, no recuerdo que haya hecho uno para novia, pero sí para quinceañeras, un montón.

La mano vino así, y seguramente ya te habrán contado de esto, pero, resulta que tu viejo, trabajaba en un hotel y tu madre era modista, se conocieron ché. Alguien de por ahí los presentó, la cosa entre ellos andaba bien. Mirá si andaba bien el tema que se casaron, yo fui. Yo estaba ahí, en el casamiento. Cómo te explico, pero con ese casamiento los muchachos de la barra perdimos a un gran jugador de fútbol, ya nadie más les gritaba a los arqueros "sacala". Y encima, a tu viejo, le dieron laburo en el ferrocarril. Mala suerte la nuestra. Pero tu viejo se llevó la chica más linda del barrio y la convirtió en tu mamá. Así se dieron las cosas.

Tu mamá, primero sintió miedo cuando vos te fuiste a cumplir con la Patria, después se sintió orgullosa de vos, de saber que eras el soldado que va a la guerra.

Tu viejo, hablaba con todos, a todos les contaba que vos te venías a Malvinas. Mi hijo es uno de los soldados que va a la guerra, decía. Miren, miren, vean esta foto, acá está, es él.

Para venir a la guerra, seguramente vos, como todos tus compañeros, te pusiste sobre la ropa interior, el calzoncillo largo, la camiseta, la camisa, el pantalón, dos pares de medias, los borcegos, el pullover cuello alto, la garibaldina, el pañuelo, el pasamontaña, el quepi y el casco sobre la cabeza, el cinturón de artillería, con los portacargadores, el tahalí de la bayoneta, la funda para la pala lineman y te colgaste al hombro el fusil y habrás dejado para el último la bolsa del "rancho" y los guantes.

"Bueno mamá, bueno papá, tranquilos, recuerden que ahora soy soldado y el soldado va a la guerra", me contaron que así les dijiste, cuando te viniste a estas islas nuestras.

Muchas veces escuché a tus padres contar tus travesuras. Hay una que ahora me viene a la memoria, me decían que una vez no te encontraban por ningún lado de la casa, y vos eras chico como para andar solo por el barrio, hasta que subieron al techo. Dicen que te bajaron a los "tincazos limpios". Y así, che, cientos de tus aventuras. Y cuando tu vieja te fue a despertar una mañana para que vayas a la escuela a terminar el bendito secundario y se encontró con una de tus amiguitas desnuda con vos en tu cama, "Já", decía tu vieja, y "tan de santita que se la daba la mocosa".

Y como "morfabas", me contaba tu madre, que dos platos de ravioles te comías seguro, y arroz con leche de postre, como para rematar. Y tu padre me dijo que una vez te "pescó" fumando a los quince años. A veces, mientras hablaban, miraban tu foto, como si estuvieses ahí.

Bueno mirá, yo voy a dejarte esta flor acá, al lado de la cruz que lleva tu nombre. Se que seguramente ya encontraste a tus viejos y que se reunieron los tres en el reino del Señor. Pero no se si vos sabrás, que yo con eso de la almas, y espíritus no, nunca me llevé bien con eso, ni con esta vejez ni este frio que me cala los huesos. 

Mirá ahijado, quería viajar hasta acá y decirte si vos sabías con qué orgullo inmenso murieron tus viejos. No tenés idea... 

Y eso gracias a vos pibe, soldado que hiciste historia.

La "pucha" que hace frío acá.

(Foto ilustrativa)


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