EL PAÍS EN CRISIS ABSOLUTA

OPINIÓN

Alberto perdió el rumbo y preocupa hasta a los más íntimos



Alberto Fernández perdió el rumbo. Se lo nota perdido, errático, irritable. Nunca fue muy propenso a tomar decisiones en los momentos en que debe hacerlo. Más bien prefiere tomar distancias, dejar que las cosas tomen su propio cauce, o que otros sean los responsables de los cambios. Pero la situación actual no da para más. La caótica situación actual, en la que no queda en claro con quiénes pretende jugar y a quiénes elige tener en contra, ha comenzado a preocupar incluso a los más íntimos. Incluso a esos “cinco amigos” con los que gobierna, según la cruda definición del “Cuervo” Larroque.

Como nunca antes, desde el riñón de Alberto aceptan que “Alberto Fernández es parte del problema y lo peor de todo es que no vemos que vaya a reaccionar o a modificar algo de su estilo, que sólo nos trae dolores de cabeza”. No escucha, no está predispuesto a discutir. Quiere desentenderse de todo. “Vive un microclima peligroso y subestima todo lo que le planteamos con preocupación.”-se lamentan.
Por más que el “albertismo” siga teniendo en la mira a Cristina y a Máximo Kirchner, que “con sus actitudes irresponsables no hacen otra cosa que erosionar al presidente”, su pasmosa incapacidad para avanzar en algún sentido resiente la convivencia dentro de un gobierno totalmente descalificado por la sociedad. “A veces se muestra errático, hay momentos en que se pone cabeza dura y lo peor de todo es que no termina de aceptar y convencerse de la gravedad de la coyuntura económica y política”-confiaba uno de sus ministros más próximo a los gobernadores con los que se reunió la semana pasada.

Casi como un Deja Vu de la crónica de Juan Carlos Torre en su libro “Diario de una temporada en el quinto piso”, Alberto se parece cada vez más a la más dubitativa versión de Raúl Alfonsín. “Cada vez que alguno de nosotros le transmite una visión pesimista o deslizamos alguna crítica se enoja o niega la realidad.” “No exageren, esto lo voy a sacar adelante.”-es su muletilla preferida que repite a todo el mundo. Claro está que, hacia afuera, sus espadas más cercanas siguen asegurando que “la economía está volando y que la recuperación no va a tardar”. Y culpan a Cristina y Máximo por retardar el ritmo de la recuperación.

Lo ven deprimido, inestable, desentendiéndose de compromisos importantes previamente acordado. “La semana pasada decidió sobre la hora no concurrir a un acto en una de las terminales automotrices más grandes del país, los dejó plantados y sin ninguna excusa entendible.”-recuerda un diputado del Frente de Todos de origen radical.

La conclusión es todavía más alarmante: “No tiene claro cómo seguir, ya sabemos que siempre se negó a armar el albertismo, pero al mismo tiempo sigue sin querer pelearse con Cristina”, aunque tenga en claro que la vicepresidenta lo está abandonando a marcha forzada.

Ha llegado a un punto de negación tal que elude reunirse con Cristina porque sabe que le exigirá cambios en el Gabinete, sobre todo desus funcionarios más cercanos: Guzmán, Kulfas, Cafiero y Moroni. Sólo trata de “ganar tiempo a la espera del espejismo de una recuperación de la economía, sin entender que cada día que pasa provoca más incertidumbre y dudas sobre la terminación de su mandato.”-lamenta un gobernador que ve cada vez más cercano el escenario de la Asamblea Legislativo.

El Ministro de Desarrollo Social, “Juanchi” Zabaleta, confió a sus íntimos que “Yo aposté fuerte por Alberto y soy leal, pero estoy desconcertado con su manejo político y tengo mucho para perder si esto termina mal”, sumido en la impotencia durante el reciente acampe en la 9 de Julio.

Está rodeado de funcionarios que no tienen intención alguna de poner el pecho en su defensa, a excepción del “Chivo” Rossi. Saben que, aunque quisiera cambiarlos, no tendría candidatos para ocupar sus oficinas. Salvo que Cristina finalmente se hiciera cargo del gobierno. Algo que la oposición no quiere, y por eso le tolera todos sus errores.

(Agencia NOVA)


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