HABLANDO DE DIABLOS

OPINIÓN

El gobierno parece haber ingresado en un terreno de misticismo respeto de su visión de la inflación

Por Calos Mira

Ya huérfano de toda excusa que lo exculpe como el único responsable de lo que ocurre con los precios, ha echado mano del diablo para intentar explicarlo.

“Hay algunos diablos” dijo el presidente, tras tratar de emitir un confuso concepto -que, según él, siempre repite- que es el de la “inflación autoconstruida”.

Frente a la cara de asombro de los dos “periodistas” (que aun estando al servicio del gobierno no podían creer lo que escuchaban) Fernández dijo que “la gente ve cómo aumentan los precios, entonces los precios aumentan”. Sí, sí, tal como lo leen: “la gente ve cómo los precios aumentan, entonces los precios aumentan”. Esa sería la nueva tesis económica (a la que no se le puede negar originalidad, obviamente) que el presidente sostiene y que seguramente inauguraría una escuela de furor en la Harvard Business School.

De todos modos detrás de esta sanata y de la apelación al diablo, el gobierno continúa con la táctica de enfrentar a unos argentinos contra otros pretendiendo hacerle creer a unos que los malvados que los perjudican son otros argentinos que, según Feletti, compran departamentos en Miami (como seguramente él sabe hacia Daniel Muñoz, el desenfrenado desesperado por la guita secretario privado de Kirchner) y 4×4 para después salir a hacer ostentaciones por la rutas, o por los diabólicos dueños de supermercados o de empresas que producen bienes y servicios bajo las mismas marcas que en otros países del mundo, solo que han elegido a la Argentina y a los argentinos para ensañarse con ellos y matarlos con los precios como no lo hacen en otros lugares en donde operan, Latinoamérica incluida, naturalmente.

Parecería que, siguiendo los misticismos del gobierno, más allá de que el conjunto de malvados conservan sus mismos nombres en todo el mundo, solo en la Argentina han decidido apalear a la gente con precios altos; en los otros países más que diablos parecen dioses que generan fuentes de trabajo para la sociedad.

Como se ve toda ésta sarasa es completamente increíble y solo puede tener carnadura en un pueblo ignorante preparado para creerla y en un gobierno desfachatado que no duda en echar mano de esos argumentos incendiarios para seguir enfrentado a unos contra otros.

La inflación es el resultado del desastre monetario que protagoniza el BCRA que emite dinero sin respaldo a mansalva para atender el barril sin fondo del gasto público que sostiene funcionarios que no funcionan, una caterva de militantes que ganan sueldos millonarios en la planta permanente del Estado, vagos que se acostumbraron a vivir sin trabajar y a hacer del piqueterismo un método de vida para chuparle la sangre a los que producen y a una estructura estatal armada para que unos pocos privilegiados viva como reyes a costa del asalto a los bolsillos de los contribuyentes.

Esa y no otra es la explicación de la inflación. Si aquí hay algún diablo, el gobierno y sus funcionarios, empezando por el presidente y la vicepresidente, deberían mirarse al espejo.

Como si este desastre no fuera suficiente, el hervidero interno que es el FDT, de la mano del cristicamporismo, reclama más disparates como crear un impuesto nuevo a quienes tengan bienes en el exterior sin declarar, creando a tal fin, la figura del colaborador para alentar delatores que manden al frente a conocidos, amigos o incluso familiares a cambio de una recompensa.

O sea ya no les alcanza con haber estafado a quienes blanquearon dinero bajo la administración de Macri, a quienes no les cumplieron ninguna de las promesas que el Estado Argentino hizo en ese momento, sino que ahora amenazan a quienes (inteligentemente, a juzgar por cómo han terminado siendo los hechos) mantuvieron sus activos en secreto, persiguiéndolos con delatores.

La pregunta que surge es cómo van a dar con esas personas si éstas justamente están fuera del circuito declarado. Seguramente apelarán a la ayuda de algún diablo amigo.

Las relaciones del presidente con la vicepresidente están completamente rotas. La jefa del kirchnerismo quiere fuera del gobierno a Guzmán y a las personas de mayor confianza del presidente (Julio Vitobello, Gustavo Béliz, Santiago Cafiero, Vilma Ibarra y Juan Manuel Olmos) en una arremetida que no conoce límites.

El presidente, ahora en esta faceta paranormal, debería echar la memoria atrás y pensar en aquellos días de mayo de 2019. Fue allí que ningún otro más que él firmó un pacto con el diablo para ser presidente. En los ambientes del piso de Uruguay y Juncal se trazaron los detalles del papel de Caballo de Troya que jugaría Fernández.

Nadie conoce los términos de ese pacto entre las personas que hoy no se toleran. Pero no hay dudas que una de las partes entiende que la otra no cumplió con su cometido: concretamente el tiempo ha pasado y el presidente no ha podido consagrar la impunidad de la vicepresidente que es lo único que le importa a la comandante de El Calafate.

Todo lo que ha ocurrido en estos dos años (incluido el increíble desmanejo de la pandemia de coronavirus, con vacunas compradas a un país al que la vicepresidente quería atar el futuro geopolítico de la Argentina [y que hoy llena de vergüenza y repugnancia al mundo] que terminaron matando a miles de argentinos) es producto de ese Pacto con el Diablo de Uruguay y Juncal.

Es en los recuerdos de esa noche tenebrosa donde el presidente debe buscar las respuestas a los interrogantes místicos que él mismo se plantea hoy. No hay diablos más que el que él tuvo enfrente aquel día. No hay malvados más que aquella con quien él firmó un pacto espurio. No hay explicaciones paranormales para lo que no es otra cosa que un desastre cuya única explicación lleva el nombre de Cristina Fernández de Kirchner.

(The Post)

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