¿HAY UN MONJE NEGRO EN LA MUNICIPALIDAD?

EDITORIAL

No creo que aquel simple muchacho de barrio que un buen día se le ocurrió vivir de la política, tenga tanta maldad

Por Walter R. Quinteros

Casi siempre, en toda administración existen los personajes oscuros que le calientan la oreja al funcionario de mayor rango. En este caso, al intendente de Cruz del Eje. 

A esos tipos se les llama el monje negro.

No creo, desde mi humilde pensamiento, que a Claudio Sebastían Farías, le de el cerebro para empeñarse en destruir cada vez más la ciudad, o al menos, no hacer nada para evitar su derrumbe.

Debe haber un monje negro que le dice que diga que todo está bien, que "crueleje e' cuarteto" y, que con eso, tiene la masa de votantes suficientes para aspirar a algo. O simplemente aspirar.
 
Debe haber un monje negro que le hace ver otra realidad, que le hace leer otros diarios, escuchar otras voces, tal vez le haga escuchar algunos himnos de alabanza del coro de chupamedias que lo necesitan para seguir haciendo vaya uno a saber qué cosas, con las partidas presupuestarias y las coparticipaciones que recibe la ciudad. Para empezar, observe sus sueldos.

Porque no creo que aquel simple muchacho de barrio que un buen día se le ocurrió vivir de la política, colgándose de la cola de un barrilete "Blanco" y del gobernador después, tenga tanta maldad. Una maldad explícita.

Mire, ha puesto a casi toda su familia en cargos políticos, eso es nepotismo del duro, del bueno. Digno de ser escrachado por todos los medios, excepto los que tienen pauta, claro está, y que son aquellos a los que todo lo que él haga o diga les cae hermoso, maravilloso, de una exquisitez esplendorosa. Un cuento de Hadas.

El monje negro le dirá, le hará creer —a nuestro intendente—, que no puede haber persona en el mundo que piense tanto y tan bien en el bienestar de la familia, como él. Le dirá que esa es una actitud ejemplar y para eso, tiene la prensa "adornada" con jugosas pautas. Para que nadie proteste, excepto los mismos de siempre.

Mire, hace seis años que él es intendente y las calles siguen: Sin señalizar. Sin arreglar. Sin reparar. De repente y por las quejas de los vercinos aparece casi sin querer, un bache tapado aquí, otro más allá y una calle larga que baja y se pierde...

El monje negro le dirá, le hara creer que no puede haber persona en el mundo que planifique mejor las cosas, una cuadra modificada por año empezando desde el centro para los barrios, no es otra cosa que una brillante "gestión". 

Mire, nadie de nosotros sabe nada de la flota automotor, de su estado, si es chatarra o nuestros vehículos duermen el sueño de los justos, si están en reparación, a la venta y, lo que es peor, nadie sabe el inventario de la flota, es decir cuántos son los vehículos propios y los que se ha tomado en alquiler... Mucho menos sabemos de la administración municipal. Sería infantil pedirle un estado de cuentas...

Este monje negro que tiene el intendente, es el eslabón que selló la alianza peronista con el pobrismo; le habrá hablado de la pureza moral del pobre que soporta la falta de servicios y ahora, con el ataque sistemático a la persecución individual de la riqueza y del progreso material de su futuro contrincante. Mientras él y los "funcionarios" se convierten en los nuevos ricos.

No ha incorporado mucha gente proba al gabinete como para esperar algún pequeño milagro, más bien hizo enroques; El que jugaba de ocho, pasa a ser el nueve, el que jugaba de seis, ahora es cuatro. Siguen los mismos parados dentro del campo de juego como probando a quién se le cae una miserable idea. O para que nadie más se entere de algún oscuro secreto que la justicia ciega no pueda encontrar en una noche oscura.

"Los ricos chorean", sale como un mensaje ante el avance en las encuestas de un candidato. Parece ser el mensaje del monje negro a la hora de justificar los bailes de cuartetos, es decir mucho circo, cero pan. Pero con ese latiguillo, ya empezaron a crear confusión, para justificar su propia inutilidad que brilla en todo su esplendor.

Esta prédica del monje negro, lo ha transformado al intendente en aquel déspota que cree que no tiene por qué razón rendirle cuentas a los contribuyentes, esmerándose en sentarlo en el sillón exclusivo para los soberbios, mientras sus adláteres con el brazo enyesado van votando barbaridades en el Honorable Concejo Deliberante, en contra de lo que realmente necesita la población. Mucho basural, alarmante invasión de moscas, y cero lucha contra el Dengue, Zika y Chikungunya. Ni hablemos del estado de nuestro cementerio. Una calamidad.

Pero lo ha convertido —a través de sus "sabios consejos"—, en el hazmereír de la población pensante —véase comentarios en las redes—, ante cada publicación de este medio y de otros, de sus calamitosas decisiones y promesas no cumplidas.  No pega una.

Porque seguramente el monje negro —desde lo económico en su bolsillo— le dice que es mejor que le arregle las calles a los ricos y que conforme a los pobres con un bolsón de comida, chapas, colchones y música de cuarteto, mientras los barrios se llenan de yuyos, mientras los barrios no tienen presidentes de Centros Vecinales, mientras los barrios sufren la falta de agua, mientras en los barrios crecen las conexiones clandestinas de agua, mientras el transporte automotor de pasajeros tiene un calamitoso diagrama de servicios, mientras nada se planifica. 

Mientras nadie de su entorno, piense la ciudad. Mientras la Terminal de ómnibus se cae a pedazos, mientras nadie cuide nuestras plazas y estúpidamente se "revalorizan" puentes con pinturas y lucecitas.

¿Pero quién es el monje negro actual de Cruz del Eje? Porque insisto, no creo que le de el cerebro a nuestro intendente para tanta maldad acumulada que, percibida por propios y ajenos, ha hecho que ni turistas viniesen este verano.

Insisto, detrás de todo "ex muchacho de barrio", hay un hombre oscuro, un segundón olvidado, que pasa desapercibido —Pero que está dentro de la municipalidad, o cobra de ella—. Y espero que cuando se desempolve la historia, a estos siniestros personajes es a los que no hay que dejar de señalar.

Yo no creo que al señor Claudio Sebastián Farías, haya hecho méritos solo para estar considerado como el peor intendente de la historia de Cruz del Eje. Alguien de su entorno, lo ha posicionado en ése lugar. Y él está obnubilado. Viviendo otra realidad fantástica, como si fuese el Aureliano Buendía de Macondo, en la obra "Cien años de soledad" del genial escritor Gabriel García Márquez. 

Sin la capacidad de razonar, que Cruz del Eje se ha convertido en una ciudad sin industrias, sin turismo, y ahora con un alto índice delictivo, arrebatadores, golpeadores, rompepuertas y con patrulleros con policías temerosos de la doctrina zaffaroniana.

Un poco y, para su bien, debiera volver a ser el muchacho de barrio que necesitaba vivir de la política. Ya ha mejorado su nivel de vida ostensiblemente y ya es hora de despegarse de sus nefastas influencias y redimirse con un sencillo pedido de disculpas ante quienes lo votaron para "administrar" la ciudad y ante la población en general por su seguidilla de sus contínuos fracasos. 

Ya nadie entiende lo que dice, deambula sin aplomo, sin dinámica, sin otra particularidad que la de cantar karaoke y la de ser el dueño de todos los memes de las redes. Ya debiera retirarse. Y en este lapso, entregar lo más prolijo posible, las piezas de este rompecabezas que quedan, para el futuro intendente que llegue. 

Pero ojo, que al próximo intendente, le puede pasar lo mismo. Hay monjes negros en todos lados que desde ya, están calentando orejas. 

Por eso, preguntemos por los próximos "equipos", y saquemos conclusiones.





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