DOMINACIÓN, DROGA Y LA ROMANTIZACIÓN DE LA MISERIA

OPINIÓN

No sé de dónde le viene al peronismo la idea de romantizar el crimen, la pobreza, el consumo de estupefacientes y la vida miserable


Por Carlos Mira

Mientras el presidente y su comitiva están en China -supongo yo en planes de seguir cediendo soberanía argentina a manos de dictaduras inmundas como ya ocurrió en Rusia en donde un extasiado Kicillof veneraba los cuadros de dos asesinos como Lenin y Stalin- en la Argentina murieron más de veinte personas y el doble de eso están internadas en condiciones graves por consumir cocaína adulterada o envenenada en Hurlingham, en el partido de San Martín , el mismo del intendente Fernando Moreira que no tuvo mejor idea que auspiciar una muestra de “arte” cartonero en donde se reivindica la actividad de la gente que junta cartones por la calle y que busca restos de comida en la basura.

No sé de dónde le viene al peronismo la idea de romantizar el crimen, la pobreza, el consumo de estupefacientes y la vida miserable, pero ese sesgo, dada vez más ostensible, está destruyendo lo poco que el mismo peronismo dejó en pie del país.

Esta faceta bergogliana del último peronismo que vino a profundizar los mismos patrones del peronismo original, el de Perón y Eva, eleva a un éxtasis de superioridad moral la marginalidad, como si ese fuera el norte a perseguir en la vida y la base sobre la cual debe construirse el modelo de la Argentina.

Otra paradoja de esta desgracia es que otro de los integrantes de la comitiva presidencial a Rusia y China al que también se le caía la baba frente al mausoleo de Lenin, el intendente de José C Paz, Mario Ishii, se paseaba por la Plaza Roja y se sacaba fotos como si fuera un turista con fondos pagados por el pueblo argentino, casi a la misma hora a la que el principal sospechosos del envenenamiento era detenido en su jurisdicción, las misma en la que él admitió en un video que se hizo público, la existencia de ambulancias que vendían drogas y que venían a suplicarle un apoyo y protección (que él les daba) cuando la cosa se ponía fulera.

El nivel de descomposición de la sociedad es evidente. La putrefacción que el peronismo le produjo al embrión argentino está ahora produciendo efectos a escala monumental.

En el caso de las drogas el punto es que uno sospecha la complicidad del Estado en el desarrollo y proliferación de las bandas de narcotraficantes que van convirtiendo a cada vez más zonas de la Argentina en pequeñas “Colombias”.

De lo contrario no se puede entender cómo el gobierno de Fernández disolvió la Secretaría de Prevención y Lucha contra el Narcotráfico a los pocos días de asumir en diciembre de 2019. Era como que estaban esperando tomar el poder para hacer eso como una de sus primeras tareas en el gobierno.

Tampoco se comprende cómo la respuesta del gobierno al gravísimo problema del consumo de drogas sea el lanzamiento del programa “Consumo Cuidado” que desarrolló el gobierno de Axel Kicillof (el admirador de asesinos que se hace pis frente al cuadro de Stalin en lugar de venerar a las figuras monumentales de la democracia y de la lucha por los derechos civiles, como Jefferson, Alberdi, Locke, O’Higgins, Sarmiento, Stuart Mill, Hamilton, Pellegrini).

En esos banners publicitarios el gobierno de la provincia, dando por sentado que consumir drogas no debe ser un hecho evitable y mucho menos perseguible, se limita a advertir “los efectos de lo que consumís”, en un viraje “compinche” y “cool” de un problema dramático.

Allí se dice, por ejemplo, que los “efectos de lo que consumís pueden variar según el contexto y el lugar; según la edad y el estado de ánimo; y según la dosis y la frecuencia con la que consumís”. Con toda honestidad, ¿es este el mensaje de un gobierno comprometido con el objetivo de que la gente no se drogue? ¿O es una nueva romantización de un drama social, un nuevo tratamiento amigable con lo que está matando argentinos por consumo directo, por caer fruto de guerras mafiosas o por quedar muertos en vida, transformados en zombies sin capacidad de pensar y razonar?

Los “consejos” del programa –que, para colmo, decidieron llamar “Recreo”, como si consumir drogas fuera parte de una actividad recreativa completamente divertida- no terminan allí. Los banners siguen aconsejando que “analices tu límite, que mantengas tus vínculos, que no te aísles, y que te preocupes por conocer el origen de lo que consumís”. O sea: “date con todo, solo fíjate”.

¿Qué tendrá para decir el jefe de gabinete del admirador de Lenin, Martín Insaurralde, que, a la sazón, anda de compras con su mujer, Jessica Cirio, por el Aventura Mall de Miami? ¿Le parecerá que todo esto tiene el suficiente nivel de “coolness” comunista cuyo jefe abreva en Moscú o pensará que él debe agregarle algunos gramos de frivolidad capitalista desde el sur de la Florida?

Cuando era presidente, Cristina Fernández, avivaba la división social y la lucha de clases también con las drogas. En aquel entonces decía que “los que tienen plata” (llenándose la boca de ocio y resentimiento cuando pronunciaba la palabra “plata”) “consumen de la buena, en cambio a los pobres les venden droga que les explota la cabeza”, como si el drama no fuera la droga sino su calidad y su conexión con la clase social que la consume.

Si su preocupación real eran los pobres que consumían de la “mala” porque el rancio capitalismo los discriminaba y reservaba la “buena” para los ricos, ¿por qué no tuvo una política de Estado con foco en centros de rehabilitación para consumidores que pudieran redimir a los pobres de semejante muerte en vida? ¿O en realidad la preocupación de la señora era que los pobres consumieran de la buena igual que los ricos como ella?

El peronismo ha demolido la raíz moral de la sociedad y no escatima ningún medio que sea útil a su objetivo de seguir haciéndolo. Con el verso de la sublimación bergogliana de los pobres y de los marginales ha encontrado un nuevo camino para conquistar la ya perdida mente de millones.

(The Post)


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