EDITORIAL
A seguir guardando archivos que maten futuros relatos
Por Walter R. Quinteros
Señor Responsable / Administrador / o como quiera llamarse:
Lamento en este caso no poner las frases protocolares de las normas mínimas de cortesía, o del tratamiento adecuado correspondiente a una epístola. Pero me acaban de dar una noticia que, por cierto usted ya la debe saber. Pero como no dice nada, tal su costumbre, es mi deber como informador y analista político, hacer saber de esto a esta querida población.
Es decir, no puedo tratarlo de excelentísimo, ni de señor, ni nada de andar poniendo "de mi mayor consideración", bien sabe usted que nunca tuvo consideración alguna con La Gaceta Liberal —y convengamos que nunca tuvo una miserable consideración para con los otros medios informativos sin su aburrida pauta publicitaria—.
Pero con honda pena recibo la noticia de su muy posible retirada de la política local. Me dicen unos colegas desde Córdoba que sus pretensiones de seguir colgado de la teta del Estado no llegarán a buen puerto. Quiénes conocen al "gringo", saben que su no, es no. Sí es así, nuestra pena será profunda.
Pues su presencia ha sido para nosotros, los periodistas que no nos comemos los versos, la mejor demostración de nuestra afirmación de que la democracia es una guerra demasiado cruel donde no se piensa en la tropa propia sino, en ascensos, en cargos, cargos y más cargos. En lo posible acomodando familiares y amigos.
Nadie ha sabido expresar mejor que usted, el odio hacia sus contrarios en política. Y a su gente, incluso a aquella que lo votó, ya sea por un "bolso", un "colchón", una "chapa", una "promesita", o un CD suyo con sus más logrados éxitos haciendo "karaoke".
¡Cómo lamentamos eso!
Ya nos habíamos acostumbrado a sus discursos falaces, a la endeblez de sus papeles, a la incapacidad esplendorosa demostrada diariamente por sus concejales y funcionarios, así, sin prisa pero sin pausa. Implacables con eso de no hacer nada. O de hacer cosas "non sanctas".
A toda esa gente que no se les cae una idea.
No, perdón, me corrijo, meses atrás se les cayó una idea...
Le cuento a los ciudadanos que vieron ensimismados como de un simple brochazo —de brocha gorda, eso si—, hicieron desaparecer los murales que había en los puentes.
¿Saben cómo viene la mano?
Un día de primavera, me cuentan —porque a mi me cuentan todo—, y tomando helado en la calle más céntrica de esta ciudad, vieron algunos funcionarios que en la plazoleta del frente había unos juegos para niños. Admirados de esa iniciativa privada de la heladería, le arrimaron a su escritorio adornado por un termo y equipo de mate, la idea de utilizar los mismos colores del tobogán para tapar los impresentables murales.
Y así fué. Copiaron los colores del tobogán para pintar nuestros puentes. ¡Brillante idea!
Pero, dejando esa anécdota de lado, ahora... ¿Qué va a ser de nosotros?
Yo se que ahora vendrán caras extrañas, dice el tango. Porque quienes están, abstenerse.
Ya mi abuela decía: "Escoba nueva barre bien".
Pero... ¿Vendrán con proyectos reales, factibles, o con mentiras nuevas?
¿Con impulsos testiculares suficientes para denunciar cosas raras?
¿Se acabará la música de cuarteto y se ejecutarán obras de fondo?
Mire en el aprieto que nos pone por haber hecho muy mal las cosas, pero mal, mal. Ahora tenemos que contarles las costillas a los que se asoman para conocer sus reales intenciones.
Bendito juego de la democracia que nos hace ejercer el derecho de votar para elegir al menos peor de todos. Y controlar sus futuras acciones como medio independiente que somos.
Y ya, todo lo que usted haga, de nada va a servir, me dice el colega de Córdoba y agrega, va a estar peleado pero, esta vez la razón le gana al corazón, sin descuidar "el cordobesismo", claro.
Para que vea que dentro de todo este lamento que siento, me queda aún algo de humor en cercanía de mi segunda jubilación, le voy a contar un cuento que me pasó un compañero suyo, bah, de su partido, en el quincho de un club el fin de semana pasado. Léalo despacio:
Dice que va Jaimito caminando por la plaza junto a su papá, de repente, ven venir en sentido contrario, a sus primas. El papá de Jaimito mostraba su disgusto por el encuentro, pues esas primas tenían fama de ser medias trolitas. Pero el encuentro es inevitable y tienen que trabar una banal conversación. En el curso de la misma, el papá les dice a sus sobrinas:
—Visten muy bien ustedes...
Y ellas le contestan muy ufanas:
—Porque podemos, tío.
Cuando después de despedirse, y las primas se han alejado, Jaimito le dice a su padre.
–¿Te has fijado papá, qué mal pronuncian la jota?
¡Qué mal pronuncian la jota!
Si lo entendió y leyó el mensaje detrás de este chiste, se dará cuenta que de su mismo partido hacen lo posible para que su despedida sea un bien para el sistema democrático de esta ciudad. Búsquele la quinta pata al chiste. Aunque le cueste, haga un análisis del mismo.
Lamentablemente yo voy a tener que empezar de nuevo. Buscando archivos que maten relatos. Como cuando usted tenía una aprobación de un 70% y con mis editoriales cayó al 15%. Convengamos que a los lectores se les dio por la razón y no por el corazón.
Por eso lamento su posible retirada.
¿Sabe lo que me cuesta ahora, a mi edad, andar observando pequeños detalles?
Pero todo es posible.
Atentamente.
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