CUANDO EL ERP PRODUJO UNO DE LOS ROBOS MÁS CUANTIOSOS DE LA HISTORIA

OPINIÓN

El sábado 29 de enero de 1972, un grupo de delincuentes subversivos ocuparon el Banco Nacional de Desarrollo


Por Jorge Tisi Baña

El sábado 29 de enero de 1972, el ERP produjo uno de los robos más cuantiosos de nuestra historia. Un grupo de delincuentes subversivos ocuparon el Banco Nacional de Desarrollo (BaNaDe), ubicado frente al Banco Central, en plena city porteña, a menos de dos cuadras de la SIDE y de la Casa Rosada.

Esto fue posible gracias a Oscar Serrano y Ángel Abus, empleados del banco y militantes del ERP, que durante dos años fueron preparando el golpe el golpe desde adentro. Abus era ascensorista y Serrano era sereno. Ambos se valieron de una cámara de fotos miniatura que les habría facilitado el cineasta Raymundo Gleyzer (también miembro del ERP), con la que fueron sacando una cantidad de fotos que facilitó mucho la planificación del robo.

Otros participantes habrían sido: Osvaldo Sigfrido De Benedetti (NG: “Tordo”) a cargo de la operación, el médico Jorge Raúl Bellomo (NG: “Petiso”), el arquitecto José Miguel Pais (padre de las famosas Ernestina y Federica), Raúl Argemí (ahora laureado escritor), Humberto Miguel Tumini (NG: “Pelado”, actual político y presidente del Movimiento Libres del Sur), Eduardo Pana y Víctor José Fernández Palmeiro (NG: “Gallego”) entre otros.

Durante la noche de ese día, el sereno Serrano organizó una cena a la que invitó a los otros custodios del banco (2 policías y 5 serenos más) y, con la excusa de ir a lavarse las manos, se escabulló y desde adentro le franqueó el acceso al resto de los terroristas, evitando de ese modo que sonara la alarma conectada a la puerta de 25 de Mayo 145, ya que el sistema sólo actuaba si el portón era forzado desde el exterior. Los delincuentes, fuertemente armados, redujeron a los guardias y los despojaron de sus armas: dos ametralladoras Halcón, una PAM, dos escopetas Itaca y ocho revólveres calibre 38. Con el Banco bajo su control, ingresaron más terroristas, llevando consigo mazas, martillos neumáticos, tubos de acetileno, caretas de soldador, barretas, guantes y trajes de goma, picos, palas, calentadores de alcohol, explosivos, mechas y un sinnúmero de herramientas menores.

Para evitar que sonara la alarma del tesoro, cortaron los contactos eléctricos. Tras trabajar toda la noche, lograron cortar los barrotes de hierro, acceder al tesoro y llevarse un botín aproximado de 450 millones de pesos (equivalente a 10 millones de dólares actuales). A la madrugada salieron por el garaje del Banco, que daba a la avenida Leandro N. Alem, donde habían dejado sus vehículos. Como el botín no entraba, se robaron también un auto que estaba allí estacionado.

Abus y Serrano fueron inmediatamente identificados como los entregadores y al día siguiente sus fotos salieron en todos los diarios, pero el ERP había tomado unos días antes la precaución sacar a sus esposas del país con rumbo a Cuba. Ellos permanecieron ocultos durante un tiempo en una casa operativa, hasta que, con documentos falsos y convenientemente maquillados, lograron viajar también hacia Cuba. Ambos volvieron a nuestro país recién en 2013, para participar como narradores y protagonistas, del documental producido por los cineastas Omar Neri, Mónica Simoncini y Fernando Krichm, titulado "Seré millones", que cuenta el robo en tono épico. Como si hubieran sido héroes. La película se presentó en la novena edición del Encuentro Argentino Europeo de Cine “Pantalla Pinamar” y se estrenó para el público en general el 4 de septiembre de 2014 en el cine Gaumont.

Hasta acá, en el imaginario popular, los ladrones podrían generar cierto grado de simpatía entre el público espectador, tras haber llevado a cabo el espectacular robo de un banco emulando a “Rififi”. Pero esta misma organización fue la que atacó el Comando de Sanidad, la Guarnición militar de Azul, el Batallón de Comunicaciones 141 de Córdoba, el Batallón de Arsenales de Monte Chingolo, el Regimiento 17 de Infantería de Catamarca, la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos de Villa María, el Batallón de Arsenales 121 de San Lorenzo. Son los mismos que asesinaron a Oberdam Sallustro, al teniente general Sánchez, a los contralmirantes Berisso y Quijada, a los coroneles Gay, Larrabure, Carpani Costa, Grassi y Castellanos, a la señora Hilda Cazaux de Gay, a los tenientes coroneles Duarte Hardoy, Ibarzábal y Gardón, a los mayores Sanmartino, Gimeno y Néstor López, a los capitanes Paiva, Cáceres, Leonetti, Petruzzi; al capitán Viola y su hijita María Cristina, a los tenientes primeros Brzic, Carbajo, Casagrande, Keller y Spinassi, al teniente Gambandé, al subteniente Gustavo López, a mi compañero el subteniente Raúl García, a mis amigos los subtenientes Barceló y Berdina, al sargento ayudante Cisterna, al sargento Moya, a los soldados Molina, González, Maldonado, Moya, Vizcarra, Caballero, Rúffolo y Sessa, al comandante principal Agarotti, al guardiacárcel Valenzuela, al oficial inspector Tomagnini, al inspector Telémaco Ojeda, el oficial ayudante Mastri, al suboficial principal Maidana, a los profesores Genta y Sacheri, al juez Quiroga, a decenas de empresarios, sindicalistas y policías, etc. cuyos nombres no me vienen ahora a la memoria, pero que están en el corazón de todos los argentinos de bien. Son los mismos que pretendieron declarar una zona liberada en Tucumán, para desde allí, previo reconocimiento internacional, irradiar la guerra revolucionaria hacia el resto del país.

Gran parte de la plata obtenida en el robo al BaNaDe, fue utilizada por Víctor Fernández Palmeiro para el planeamiento y ejecución de la fuga del penal de Rawson el 15 de agosto de 1972, y del secuestro del avión en el que los prófugos Roberto Quieto y Marcos Osatinsky (FAR); Roberto M. Santucho, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna (ERP); y Fernando Vaca Narvaja (“Montoneros”), pudieron escapar a Chile, gobernado entonces por Salvador Allende, donde los guerrilleros pidieron asilo y desde allí viajaron a Cuba junto con Fernández Palmeiro.

Fernández Palmeiro participó también del secuestro de Sallustro, del intento de secuestro del teniente general Alsogaray, del secuestro por 14 horas del director de “Crónica”, Héctor Ricardo García, a quien obligó a publicar una solicitada en su diario. También fue quien asesinó al contralmirante Hermes Quijada desde una moto que conducía Raúl Argemí (otro protagonista del robo al banco) en la esquina de Junín y Cangallo (Perón), y ese fue su último acto, ya que en esa oportunidad fue alcanzado en el estómago por un disparo efectuado por el cabo primero Rufino Ocampo, chofer del almirante. Si bien escapó del lugar, falleció horas más tarde como consecuencia de la herida.

El almirante Quijada había sido, como piloto naval, el primer argentino en aterrizar con un avión en el Polo Sur. Años más tarde, estando destinado en el Estado Mayor Conjunto en Buenos Aires, fue el escogido por la Armada para dar la versión oficial sobre el intento de fuga de la Base Aeronaval de Trelew, en la que resultaron muertos 16 terroristas que una semana antes habían intentado escapar del Penal de Rawson.

Al cumplirse un mes de la muerte del “Gallego” Fernández Palmeiro se le rindió un homenaje con un acto masivo frente a su tumba en el cementerio de la Chacarita, acto que contó con la presencia de Eduardo Luis Duhalde, abogado miembro del ERP que después fue secretario de Derechos Humanos del gobierno de Kirchner.

Tan locos estamos los argentinos, que Andrés Calamaro le dedicó a Fernández Palmeiro su canción «22 de Agosto», cuya letra dice:
“¡Brindemos por los muertos de Trelew! Un patético almirante apareció en la televisión explicando que los malos se habían escapado y por supuesto nadie le creyó. Y algún tiempo después, el marino Hermes Quijada se enteró que la muerte viaja en moto: El Gallego Fernández Palmeiro, combatiente del ERP 22 de agosto, era el piloto que lo llenó de plomo, lo llenó de plomo y se las tomó”.

Se hicieron acreedores a una película y una canción. Estamos todos locos.

Jorge Tisi Baña

Comentarios