ENTREVISTA A LUIS JUEZ

ENTREVISTAS  / POLÍTICA 

“El presupuesto es un espanto”


Por María Laura Santillán

El flamante senador por la provincia de Córdoba es un tipo locuaz, muy expresivo, que no se calla ni se guarda nada. Frontal, provocador, divertido y confianzudo, cordobés ciento por ciento.

-¿Se cruzó con Cristina Kirchner el día de la asunción ?

—Yo ya fui senador y en cualquier ámbito parlamentario siempre hay un murmullo permanente. Pero cuando está por llegar Cristina, el ambiente se corta con una Gillette. Se la notaba muy nerviosa.

— ¿Cruzaron miradas?

— Cruzamos chispitas, como en los dibujitos animados.

—¿Si se cruzan en un pasillo se saludan?

— Yo la saludo, soy un tipo muy respetuoso. Soy un caballero.

— ¿Y ella?

—No. Creo que no. Y fue el día de la renuncia de Esteban Bullrich, cuando esta mujer demostró una pérdida absoluta de la empatía, hasta del sentido de la oportunidad. Era un momento para reconciliarse con los que no la quieren, por lo menos por 5 segundos. Era meterle un abrazo a un tipo que tenia un gesto de amor en el peor de los lugares para tener un gesto de amor, en el Senado de la Nación, porque no existe esa palabra ahí adentro. El tipo estaba entregando su corazón, todos conmovidos, y esta mujer imperturbable, manteniendo ese lugar que ella cree que le ha asignado la naturaleza que es el lugar de los semidioses, y los semidioses no se mezclan con los humanos. Los senadores de ella asumen una postura, un verticalismo…mira que yo hice 5 años del secundario en el Liceo Militar, conozco el verticalismo. Pero es una mezcla de reverencia con temor. Los retó a todos, es una máquina de retar.

— Ese día Esteban Bullrich planteó la necesidad de dialogar y de superar la grieta ¿Es posible?

— Es complicado con esta gente ¿no? Porque para ellos el diálogo es sinónimo de debilidad. Pero el kirchnerismo, que es la versión más autoritaria del peronismo, es un sinónimo de debilidad. Ellos dialogan esporádicamente cuando necesitan algo. El problema de la grieta es moral María Laura, no es ideológico. No nos comamos el verso que esta gente: Cristina bajó de Sierra Maestra y viene a trabajar por sus cabecitas negras, sus descamisados. Nadie que vive como ella te puede correr por izquierda. Cristina ha encontrado una épica, un relato de progresismo berreta.

— ¿Bullrich planteó un sueño imposible para usted?

— No, no creo que sea un sueño imposible de Esteban, pero con esta gente no es fácil. A ver María Laura, esta mujer atropella a todo el mundo, solamente simpatiza con las causas que a ella le interesan, cree que es la dueña de la verdad, cree que el problema son ustedes los periodistas y nosotros los opositores.

— ¿Con Alberto Fernández se podría dialogar?

— Mira que hemos tenido malos presidentes en la Argentina. Todos los que hacemos política tenemos algún, qué sé yo, algún muerto en el placard, pero este guaso tiene una morgue. Es un tipo que se contradice en todo lo que ha dicho, en todo lo que ha hecho. Ha despedazado la entidad de la palabra presidencial. La autoridad la ha destrozado. Mira que a De la Rúa se le iba deshilachando el poder, pero Alberto… No puede tener un principio básico de autoridad porque lo ha licuado. El valor de la palabra presidencial la ha destrozado. Es un espanto. Un tipo de una contradicción permanente. Me gustaría expresarme de otra manera, porque estamos hablando del presidente de todos nosotros.

— Alberto Fernández planteó que la capital se mudé al norte del país.

— Bueno, va a terminar en Ushuaia entonces. Todo lo que él dice termina siendo al revés. ¿Si ese no es el problema de la Argentina? Es un tipo que ni conoce el interior, no ha recorrido las provincias productoras. No sabe de qué se trata. Actúa como un porteño recalcitrante, cree que los problemas de la Argentina son los que suceden en el Área Metropolitana y que la Argentina termina en la General Paz. Las decisiones que toma, la forma que las toma, de la manera que las toma, la mirada que tiene. Mucha diligencia política tiene una mirada porteño céntrica. Lo de Alberto es más berreta, él tiene una mirada muy de Conurbano. Cree que el Conurbano define a la Argentina porque ahí están los votos, ahí está el 35% de voto duro que a ellos les permite sostenerse. Yo me ofrecí en mi campaña electoral a llevarlos a cocoho a Alberto y a Cristina a recorrer la cuenca lechera, a visitar la metalmecánica de Córdoba, a visitar los productores agropecuarios, a que conozcan a ese gringo que se levanta a las 5.30 de la mañana, produce, exporta, genera recursos, trae dólares, contrata, paga, invierte, no tiene la plata en un paraíso fiscal. No conocen la realidad de la Argentina profunda.

— Cuando Alberto Fernández dijo que Córdoba tenía que “integrarse a la Argentina”, como si estuviera apartada, a usted le dieron ganas de agarrarlo a trompadas dijo.

— Nos regaló un cierre de campaña descomunal. Repartíamos un pasaporte de Córdoba nosotros (Risas) Es de una bestialidad absoluta. Cuando lo escuché no lo podía creer, es de un desprecio…A los cordobeses no nos gusta que nos atropellen. En Córdoba hace 23 años que gobierna el peronismo, pero no nos gusta el atropello del puerto, no nos gustaba con el virrey Cisneros. No nos gusta que nos lleven por delante. No nos gusta que nos lleven a patadones en el traste. No nos gusta que nos digan qué es lo que tenemos que hacer y que no tengan autoridad moral para hacer lo que dicen que tenemos que hacer. Y les metimos 1.100.000 votos, sacamos casi el 55%.

— Y por qué lo dijo para usted, acaso no era cantado que iba a generar rechazo?

— No tiene idea de lo que pasa. Es un hombre que vive una realidad dibujada, una ficción permanente. Cristina le arma la hoja de ruta y al tipo le queda poco por inventar. Yo lo conozco hace muchos años y tenía una gran relación con él. Cuando fui intendente de Córdoba él era el jefe de Gabinete. Pero ha cambiado 180º grados todo lo que ha dicho y pensado. Se dio vuelta como una media. El tipo tiene menos palabra que Bernardo, el asistente del Zorro que era mudo. A la mañana dice una cosa, a la siesta la pone en duda y a la noche la niega. Créeme que este tipo va a pasar a la historia por haber sido el que demolió el valor de la palabra presidencial.

— Luis, usted es de “exabrupto fácil”.

— Sí. Me zapatea la lengua y me salen algunas cositas. Pero al lado de estos tipos lo mío se resuelve cerrando la boca. El problema de estos guasos son las uñas, lo mío es la lengua. Cuando las unias de estos muchachos se te meten en el bolsillo te dejan como Adán.

— ¿En algún momento se arrepiente de lo que dice? ¿Siente que mete mucho la pata?

— Un día dije que lo quería cagar a trompadas a Alberto Fernández, pero cuando vi el tamaño de los granaderos, que les llego a la altura de la bragueta, dije ni en pedo, estoy loco yo. Solamente demente puedo. Sí, yo me arrepiento inmediatamente pero lo digo con humor. Yo vengo de Córdoba, así venimos de origen, los comechingones eran así. Siempre con humor.

— ¿Tuvo que pedir disculpas por algo que dijo?

— Uf. Pero sí. A mí no se me cae ninguno de los tres anillos si tengo que pedir disculpas. Yo prefiero pedir disculpas que pedir permiso ¿Me equivoqué, te ofendí? No quise ofenderte. Por ahí me sale el cordobés básico, entonces.. te pido disculpas.

— ¿Por qué en Córdoba muchas empresas pudieron crecer durante la pandemia?

— Y, porque el cordobés es así, no se va a quedar de brazos cruzados esperando que aparezca un IFE, o que el Estado, que el gobierno te tire una soga. El cordobés es muy inventivo. Encontraron un montón de nichos. Muchas empresas se reinventaron, se redescubrieron. Acá, por eso digo que hay una mentalidad muy de Conurbano. Lo digo sin ofender a nadie, tengo mi familia política en La Matanza, en Ciudad Evita, así que la conozco como la palma de mi mano, más que Espinoza. Tengo 29 años de casado. Si se cae en desgracia el Estado te va a auxiliar, ya te van a tirar algo, espera. Los cordobeses no, vemos cómo hacemos, la peleamos. El empresario cordobés es un tipo que está permanentemente buscando, analizando, cómo va a salir adelante, cómo va a reinventarse. Córdoba tiene una sinergia muy especial. Córdoba es una ciudad de la colonia. La primera universidad estuvo en Córdoba, los pibes del Norte vienen a estudiar a Córdoba. Las mejores carreras, las más importantes estaban en Córdoba. Los avances en materia de ciencia y en el derecho estuvieron en Córdoba. Córdoba ha sido un escenario siempre histórico por su ubicación geocéntrica histórica de la lucha del Alto Perú.

— Podría haber quedado detenida en el tiempo, en la historia, y sin embargo siguió creciendo.

— Sí, Córdoba es rebelde y al mismo tiempo conservadora. Córdoba es la que te armó el Cordobazo, pero también te derrocó la Revolución Libertadora. Dicen que Córdoba es el rostro anticipado de la República. El cordobés es jodido, es particularmente jodido. Y te lo digo porque lo sufro y lo disfruto al mismo tiempo ¿no? O sea, acabo de sacar el 55% de los votos pero muchas veces yo he terminado con la pera a la altura del piso ¿no?

— ¿Por qué dice que es “jodido” el cordobés?

— El tipo hoy te quiere, mañana te odia. María Laura, yo gané hace un mes atrás y hoy tengo más amigos que Roberto Carlos viste, parezco el negro del WhatsApp. Soy el mismo guaso de siempre, ¿qué pasó? ¿Era una basura cuando perdía y ahora soy Gardel porque gané? No. Los cordobeses hoy me dieron la escalera para subir, otras veces me la han quitado y yo estaba en la terraza.

— ¿Cuál es su opinión sobre Kicillof como gobernador?

— Como un caballo arriba del techo, nadie sabe cómo llegó ahí. Si vos ves un caballo en una terraza decís cómo mierda llegó ahí? Yo no puedo creer que ese pibe sea el gobernador de la provincia más importante. Es de una precariedad, de una insustancialidad. Me resulta extraño que el bonaerense pueda haber votado un pibe sin ninguna capacidad, sin ninguna empatía. Es muy malo. El guaso es gobernador y yo no he llegado ni siquiera a acariciar el título. Y no te estoy hablando desde la envidia. No le he visto ningún atributo.

— Usted quiere ser gobernador

— Sí, algún día se me va a dar, sí.

— ¿No se va a presentar en el 2023?

— Recién me acaban de votar. Ya veremos en el 2023.

— Ganas no le faltan

— No. Esa es una buena definición. Ganas no me faltan nunca. Yo soy un perseverante. En la vida tengo muchas más derrotas que triunfos. Me he caído, me he largado a llorar. He aprendido a reinventarme, sin perder mi esencia. ¿Sabes las veces que me enterraron? Sabes las veces que yo abría los ojitos y veía que me estaban tirando una palada de tierra? Ya me habían acomodado las manos en el pecho. Acá estamos, la vida es para los que pelean.

— Si llega el presupuesto actual así como está al Senado usted qué va a hacer?

— Es un espanto el presupuesto. Un presupuesto que dice que la inflación del año que viene va a ser del 33%. Ni Guzmán se anima a decirlo. Dice que el año pasado había calculado mal. Ahí le estábamos por regalar un par de pilas para que le meta a la Casio viste, a la calculadora, loco !suma bien! Ni una sola consultora dice que el año que viene la inflación no va a ser menor del 60%. Un espanto. El presupuesto no prevé una sola cláusula de arreglo con los organismos internacionales, no vamos a arreglar con el Fondo Monetario. ¿En serio que no vamos a pagar nada? ¿Qué va a pasar cuando vengan los vencimientos de marzo? No vamos a pagar nada, ah bueno, está bien. No, no, en eso hay que ser muy cautos. Estuvimos 60 días esperándolo en la Cámara de Diputados a Guzmán para que fuera a explicar el presupuesto y la semana que viene quieren tener presupuesto.

— ¿Cómo va a hacer Juntos por el Cambio para construir una alternativa sólida y unida con tantas discusiones internas?

— Sí, es cierto, tenemos dificultades, tenemos una disputa natural, lógica por los liderazgos. Los liderazgos se disputan, se pelean. Ahora, tenemos también un concepto de que la unidad es un bien innegociable. Ninguno de nosotros individualmente es más fuerte que el conjunto. Esto es una definición que el que no la entienda no sabe dónde está parado.

— Si Macri se presentara en las PASO para ser presidente otra vez, seria conveniente para Juntos por el Cambio, para el país?

— Yo no subestimo a nadie. Todos tienen el derecho, la posibilidad y la oportunidad. Después el tiempo y la gente dirán para qué está cada uno. Creo que podemos armar un gran equipo si somos capaces de hacer una profunda autocrítica. Nosotros cometimos uno de los más grandes pecados.

— ¿Cuál es ese pecado?

— Le devolvimos a los argentinos lo peor del peronismo que es el kirchnerismo. Si nosotros no hacemos una autocrítica y decimos que nos equivocamos en un montón de cosas, en un montón de cosas, porque a la gente le generamos una expectativa que no pudimos cumplir, creo que vamos a cometer una torpeza. Muchos dirigentes de Cambiemos creen, que como este gobierno es horrible ya con eso tenemos una chance para el 2023. Probablemente sí, pero si en Argentina seguimos eligiendo al menos malo nunca vamos a tener algo bueno. Soy de los que creen que tenemos que hacer una profunda autocrítica. Tenemos 24 meses para contarles a los argentinos qué queremos y qué vamos a hacer.

— ¿Por qué la Argentina no sale adelante?

— Porque tenemos una dirigencia horrible. Porque tenemos un montón de tipos que viven improvisando, viven probando. Dieron de baja el sistema de precios cuidados. El alimento que más se disparó es el precio de la carne. Cada vez que el gobierno decidió establecer prohibiciones, precios máximos, no sirvió para nada. No es con un puñado de pibes de La Cámpora controlando una góndola que vos evitas que suba. Labura en serio, no seas boludo, en la cadena formadora de precios dónde está el problema. Estudia, preocupate, anda, indaga, pregunta. No tomes decisiones que han fracasado. El gobierno confesó que el sistema de precios cuidados no funcionó.

— La dirigencia entonces no está a la altura de la gestión.

— Claro. La dirigencia política, la empresaria, la sindical. Tenemos una dirigencia muy berreta en la Argentina. Poco instruida, poco convencida, poco dialoguista. Los tipos quieren llegar y arrancar de cero. Entonces estamos siempre refundando la Argentina. Cuando sabemos que hay cosas que pueden funcionar habría que dejarlas. Tenemos un montón de genios que creen que se las saben a todas.

— ¿Y eso vale para la oposición también?

— Sí, para la nuestra sí. Yo arranco primero con nosotros. Con qué autoridad moral vos críticas a tu enemigo si no somos capaces de tener una profunda autocrítica. Nosotros llegamos al gobierno y creíamos que trayendo a un par de CEO de las empresas multinacionales resolvíamos los problemas. Era un acto de boludez absoluta. El Estado funciona con otros tiempos. Es como si yo que soy abogado hace 34 años hubiera creído que la asesoría letrada de la Municipalidad cuando era intendente iba a funcionar con el ritmo de mi estudio jurídico. Ni en pedo. Es un submarino a pedal y los negros no pedalean. El Estado es así, los negros se duermen un siestón terrible, mucho más en el interior. Y volvemos a repetir los mismos errores con distintos gobiernos de distintos signos políticos. Yo arranco planteando una autocrítica del espacio nuestro.

— ¿Cómo se instrumentaría la autocrítica?

— Replanteémonos qué vamos a hacer. Tenemos 24 meses para contarles a los argentinos qué queremos hacer. Después no vengamos con el tema del gradualismo. Yo era embajador en Ecuador, me mandaron a Ecuador, que no tengo el lenguaje, el embajador es un un negro que le encanta comer canapés y tomar champagne. El champagne me hace mal y los canapés me caen... Tengo gastritis. Me mandaron para que no haga quilombo Schiaretti. Yo tengo la lengua bífida y bípeda viste.

— Lo mandaron lejos.

— Lejos. Solo, a 3.000 metros de altura, porque no podía llevar a la familia. Ahí yo miraba con objetividad, a la distancia. Te cuento un episodio: en 2015 en Córdoba habíamos ganado en todos los barrios pobres por choreo. Porque los tipos me decían “Juez, sáquennos a los gerentes de la pobreza, a los tipos que manejan las organizaciones sociales que se quedan con una parte del plan, que nos manosean”. Un día se me ocurrió comentar esto en una reunión acá, con la ministra de Desarrollo Social. Le dije che, los pobres también quieren que les demos una mano, pongamos a otros a articular la ayuda social. No pongamos a los punteros políticos que le pisan el hombro al pobre y lo mantienen pobre y lo multiplican porque ahí está su negocio y su patrimonio. Hicimos todo al revés, les dimos 20.000 millones de mangos por año para que se organizaran. Dijeron “nos acompañan”. No, el peronismo te acompaña a los partidos que no son por los puntos. Cuando es por los puntos los tipos se ordenan y te disputan a muerte. Hasta les dimos la facultad de que sean las propias organizaciones sociales las que armen las altas y las bajas. Suicida, multiplicamos pobres y planes. Era un tema que deberíamos haberlo implementado de otra manera.

— Usted dice que tienen que presentar las propuestas estos próximos meses, pero no todos piensan lo mismo en Juntos por el Cambio.

— ¿Nosotros podemos seguir teniendo leyes laborales, te lo dice un tipo que viene del peronismo, de la década del 40 del siglo pasado? Yo estaba en Ecuador, el país más socialista después de Cuba en Latinoamérica con Correa presidente. Los tipos tienen legislaciones laborales terriblemente modernas. Y a nadie se le ocurría decir que Correa o Lenín Moreno eran tipos de derecha. Hoy los pibes quieren entrar y salir rápidamente del mercado laboral. No vienen con todo el verso. Porque si no terminas cazando en el zoológico. Tenemos convenios colectivos para un determinado sector que entró al laburo. ¿Y el resto? Si tenés la mitad de los argentinos que trabajan que están fuera de cualquier mercado laboral. Cómo no sentarnos a discutir? Tenemos que decir “vamos a ir por este lado muchachos”. Cuando gobierna un partido que no es el peronismo los tiempos en la Argentina corren a la velocidad de la luz. Cuando gobierna el peronismo... Ahora, fijate los quilombos que tenemos. ¿Cuántos paros ha tenido Alberto Fernández? Ninguno. Cuántas marchas en serio. Ninguna. ¿Dónde están los tipos?. Destrozada la educación, 1.100.000 pibes fuera del sistema educativo, ¿dónde está el gordo Baradel? Nadie sabe. Si a vos te toca gobernar. tenés que tomar las decisiones en el tiempo que dura tu luna de miel con la gente. No, gradualismo.

— Los primeros 100 días ?

— Pero por supuesto. Porque después no tenés más tiempo. Entonces tomemos estos 24 meses para contarles a los argentinos. Por ejemplo, los impuestos. los servicios. Córdoba paga siete veces más cara la luz que el área metropolitana. Tenemos que hacer una profunda mirada retrospectiva de cómo fue nuestra gestión. En qué nos equivocamos. Para que la gente nos vuelva a dar su confianza. A mí no me gustaría volver al poder solamente porque el kirchnerismo gobernando es horrible.

— ¿Cómo es usted fuera de la política? ¿Cómo es en su casa?

— Así como soy acá.

— ¿Así vestido con corbata en su casa?

— Hago el asado en corbata (risas).

— Deja de hablar de política?

— Yo no hablo de política todo el tiempo.

— ¿Le gusta escuchar música? lee libros? ¿Mira series? va al cine?

— Me gusta ver televisión. Me gusta ver series. Los libros que leo tienen que ver con mi profesión de abogado penalista. Me encanta. Nada me relaja (Risas). Mi hija Milagros, la única que me relaja.

— Bailar?

— ¡No!

— Hacer yoga?

— Tengo oxidado el ruleman de la cintura

— Correr. Running.

— Juego al fútbol, me gusta jugar al fútbol. Pero no me relaja, me pongo como un cabrón porque no me gusta perder a nada.

— ¿Nada, nada lo relaja? ¿Un masaje? Nunca?

— Y, pero no tengo tiempo. No, no sabes cómo estoy, tengo el cogote, parezco así un buscador de nidos. Tengo todas anudadas las cervicales por el auto, la campaña. Y sé, no sabes la cantidad de kilómetros que hice, como 20.000 kilómetros en 80 días. Pero no me puedo relajar. 

— ¿Con un vinito?

— Ah, un vinito tinto siempre ayuda, sí.

— Para tratar de imaginar con qué se relaja, cuándo se relaja.

— Me relajo con los amigos. No, yo siempre soy un tipo enérgico. No te voy a decir que soy una usina pero le pongo ganas. Mucha voluntad. Por ahí no sé si tanta cabeza pero mucha voluntad.

— Y cabrón también?

— Muy cabrón, sí. No, pero un cabrón risueño. Cabrón piola vendría a ser. Me enojo pero enseguida se me pasa. O sea, me enojo rápido pero se me pasa rápido también. No soy rencoroso.

(Infobae)

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