EL EJEMPLO DE JOSÉ

SOCIEDAD

Una figura importante que suele pasar desapercibida en la preparación a la Navidad es la de José

Es muy fácil recordar a María, gran protagonista en el Misterio de la Encarnación. Ella se convirtió en la Madre del Redentor. Juan Bautista se nos aparece como el profeta que anuncia la llegada del Mesías. Pero la figura de José y su densidad doctrinal nos puede resultar secundaria y, sin embargo, no lo es.

Es un personaje con una gran importancia.

En compromiso con María para desposarse con ella, descubre que ella estaba encinta. Muy probablemente haya sido la misma María quien se lo hubiera comunicado, sin mayores explicaciones sino la de la revelación del ángel. José se siente defraudado y triste y decide repudiarla en secreto, pues se trataba de un “hombre justo”.

Acá es donde entra la experiencia espiritual de José: en un sueño, el ángel del Señor le revela que es cierto, el Espíritu Santo ha hecho posible que María conciba al Hijo del Altísimo. Que no debe temer. El será quien le coloque el nombre de Jesús, que significa salvador de su pueblo. Al realizarse esto, se estaría dando cumplimiento a la profecía que hablaba de la Virgen encienta quien daría a luz al EMMANUEL. 

Luego, el texto evangélico que presenta este relato nos dice: “José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa”.

Hay varios elementos en este relato evangélico. 

Primero, de carácter general: “se está cumpliendo la Escritura Profética”. Allí se encuentra, en el fondo el fundamento de lo que se le va a pedir a José. Es la Virgen encinta que dará a luz al Emmanuel. José es invitado a hacer eco de la profecía. 

En segundo lugar, no son las deducciones filosóficas o jurídicas o doctrinales las que van a convencer a Jesús. El, justo, estaba apelando a un derecho estipulado en la ley de Moisés. O la acusaba o la repudiaba en secreto. Había elegido la segunda. Pero, el ángel le supera en revelación y le da la razón de ser de ese embarazo. Es por obra y gracia del Espíritu.

Un hombre justo es quien es capaz de entender las cosas de la fe desde su vivencia y comunión con Dios. Es lo que lo hace santo. Por ser justo, prefiere irse con el señor y no con los criterios humanos. Entonces, José al levantarse hará todo lo que le ha mandado el ángel del Señor.

Pero hay un elemento muy interesante y que va a marcar la misión de José con Jesús: “Tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Quien coloca el nombre es el padre; por tanto el que lo une a su cadena genealógica. José es descendiente de David. Por eso, al colocar el nombre no sólo está asumiendo la paternidad, sino que lo está haciendo como heredero de David….Así Jesús de convierte también en heredero de David… así se cumple lo prometido: un heredero de la casa de David será el Mesías.

Como sucedió con Zacarías y su hijo el Bautista, el nombre no es el del padre. Va mucho más allá. Lo recibe de parte del ángel. A la vez, el nombre marca la existencia y misión del hijo, Jesús: “salvará a su pueblo de sus pecados”. El nombre define la personalidad del Mesías, y José se convierte así en el padre del Mesías.

La figura de José nos impulsa a tener algunas conclusiones. La primera de ella es clara: ser como el mismo José, capaz de asumir la responsabilidad de cuidar y hacer crecer al Mesías. Nos convertimos por la fe en testigos del Señor. Al hacerlo, le estamos promoviendo con nuestro ejemplo y evangelización. Lo estamos cuidando para que siga creciendo en medio de la humanidad. Hacemos así lo que nos ha pedido el Señor mismo, al igual que el ángel se lo pidió a José.

Si bien no nos toca poner el nombre, sí nos corresponde a darlo a conocer. Como José se preocupó del nombre de Jesús, es decir de su Persona, asimismo nos toca a nosotros: estar pendientes de su Persona, de su nombre: hacer conocer en todo tiempo y lugar que es el Salvador de la humanidad. Al realizar esto, estaremos renovando continuamente la profecía hecha realidad: es Jesús el Emmanuel, el Dios con nosotros para darnos la vida nueva de salvación prometida por el Padre Dios.

La figura de José nos ayuda a entender quién es el Mesías y cuál es nuestra tarea, siempre en comunión con Él, el Mesías mismo presente en la historia de la humanidad.

Por + Mario Moronta, Obispo de San Cristóbal, Venezuela.

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