EL ASCENSO DE BARRACAS

HISTORIAS / DEPORTE

Hubiese sido muy raro que no ascendiera Barracas

Por Wady Quinteros

Barracas Central le ganó por penales 5-4 a Quilmes y consiguió el segundo ascenso a la Liga Profesional de Fútbol. 

El equipo del presidente de la AFA, jugará por primera vez en su historia en la Primera División.

La gran final de este "reducido" se jugó en la cancha de Racing, (estadio que mandó a construir Perón) y con el arbitraje de Darío Herrera. En un partido parejo, finalmente los dirigidos por De Paoli se impusieron en el marcador desde los doce pasos.

Desde uno de los palcos, Claudio Tapia vio lo que siempre soñó: Barracas subiendo a la A luego de 87 años. Y, claro, Chiqui estaba ahí, como presidente de la AFA, como papá del presidente de Barracas, como ex presi de Barracas, como papá de una de las figuras del equipo. Como hincha. 

El ex yerno de Hugo Moyano, había asumido como presidente del club en junio del 2001. Así, Claudio Tapia -ex delantero del club- hizo algunos cambios.

El estadio lleva su nombre. 

En el 2010, Barracas pegó el salto y ascendió de la "C" a la llamada por aquel entonces "B Metropolitana".

En 2017, Claudio Tapia fue nombrado presidente de la AFA,

En el 2019, logró el ascenso al "Nacional". 

En el 2020, el mandato de "Chiqui" en Barracas terminó. Pero en marzo de ese mismo año, Matías Tapia, con apenas 24 años, tomó las riendas del club y continuó con el proyecto de su padre. 

Hubiese sido muy raro que no ascendiera Barracas.

Pero quiero contarles algo.

Allá lejos y hace tiempo, había un tipo llamado Juan Raimundo Streiff.

Vivía en un departamento que daba a la calle Río Cuarto, allá en Barracas. Era parte de un conventillo, propiedad de la familia italiana de su esposa, María Luis Antola, una modista que se especializaba en hacer los vestidos de novia para las chicas del barrio. Tenía tres hijos, Dora, Margarita y Juan Carlos.

Dicen que era casi imposible que pasara desapercibido, tanto en una reunión o incluso en una fotografía, ya que el hombre era todo un personaje, que hacía gala de su elegancia, vistiendo habitualmente de blanco.

El himno de un club

Streiff había aprendido sin ayuda ni enseñanza de nadie a ejecutar el bandoneón y tenía una pequeña orquesta típica a la que había bautizado Streiff-Garaventa. Era número puesto en las fiestas, corsos y carnavales que organizaba el Club Barracas Juniors, del que era socio número 578. Cómo no serlo si hasta vivía frente a su sede social.

El Barracas Juniors había sido fundado por un puñado de vecinos en una pieza de Patricios y Daniel Cerri, el 31 de julio de 1912. Tuvo su equipo de fútbol que llegaría a jugar un par de finales en la categoría intermedia de la Asociación Amateur Argentina de Fútbol. 

El club tendría varias sedes. En 1923 se habían establecido en Iriarte al 1300; luego, desde 1934 al 2001 estuvieron en Río Cuarto y Azara y actualmente en General Hornos 1850.

Lo que el club también poseía era un himno

Fue en la década del 30, aunque es difícil precisar una fecha. En uno de los pasillos del conventillo, mientras tomaba mate con su amigo Mufarregui, conocido por todos como el “turco Mufarri”, también socio del club y animador cantado de fiestas y celebraciones en las que ponía sobre el escenario sus dotes histriónicas, surgió la marcha del club.

Streiff se encargó de la música y fue el turco el responsable de la letra:

“Vamos muchachos unidos / todos juntos cantaremos / y al mismo tiempo daremos / un hurra de corazón. / Por esos bravos muchachos / que lucharon con fervor / por defender los colores / de esta gran institución”.

¿Cómo era la música? Igual a la que adoptaría la Marcha Peronista.

El himno era entonado en las celebraciones del club, en las comparsas los días de carnaval, y cuando los vecinos así lo pedían, porque era muy pegadizo. Llegaron a grabarla en uno de los viejos discos de pasta, pero algún pícaro la hizo desaparecer.

Pero la historia no terminaría ahí.

Fue alguien en el sindicato de los gráficos que en 1948 escuchó esa simpática marcha del club de Barracas. Modificándole la letra aunque respetándole la música, salió la marcha de los obreros gráficos peronistas:

“Los gráficos peronistas / todos unidos triunfaremos / y al mismo tiempo daremos / un hurra de corazón / ¡Viva Perón! ¡Viva Perón! / Por ese gran argentino / que supo conquistar a la gran masa del pueblo / combatiendo el capital / ¡Perón, Perón, qué grande sos! ¡Mi general, cuánto valés! ¡Perón, Perón, gran conductor! / Sos el primer trabajador”.

Según recordó el entonces ministro de Educación Oscar Ivanissevich en sus memorias fue en el convulsionado Tucumán de 1949, en el que los laboristas no querían dar el brazo a torcer frente a la voluntad monolítica de la Casa Rosada -en plena campaña electoral para conformar la asamblea constituyente que reformaría la Constitución Nacional-, donde le habría hecho algunos retoques a la letra de la marcha de los obreros gráficos peronistas.

Le cambió el título. Pasaría a llamarme “Los muchachos peronistas”. También le eliminó el “hurra”, término más asociado a competencia deportiva, por “grito”. La letra quedó perfecta:

“Los muchachos peronistas / todos unidos triunfaremos / y como siempre daremos / un grito de corazón / ¡Viva Perón! ¡Viva Perón! /Por ese gran argentino / que se supo conquistar / a la gran masa del pueblo / combatiendo al capital // Perón, Perón, qué grande sos / Mi General, cuánto valés / Perón, Perón, gran conductor / sos el primer trabajador // Por los principios sociales / que Perón ha establecido / el pueblo entero está unido / y grita de corazón / ¡Viva Perón! ¡Viva Perón! // Por ese gran argentino / que trabaja sin cesar / para que reine en el pueblo / el amor y la igualdad // Perón, Perón, qué grande sos / Mi General, cuánto valés / Perón, Perón, gran conductor / sos el primer trabajador”.

Hubiese sido muy raro que no ascendiera Barracas.




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