UN DESASTRE QUE LLEVA 38 AÑOS, 26 SON DE PERONISMO

OPINIÓN

Los “logros” del peronismo y una vía para superarlos

Por Carlos Mira

Cuando la Argentina se aprestaba a entrar en su ciclo democrático moderno a inicios de los ’80s, la pobreza era del 18%. El país había pasado por la calamidad de la guerra civil, iniciada por un conjunto de delirantes que pretendía imponer la patria comunista cuando en el país había aún menos pobreza que eso, y todavía gozaba de un nivel de vida medio, con aspiraciones de crecimiento y con posibilidades de cambiar para bien la condición social.

El ataque guerrillero foráneo no había resultado gratis de todos modos. Veinte años antes, en los ‘60s, la Argentina aún superaba a Australia y España en PIB absoluto (24500 millones de dólares de aquella época contra casi 20 mil millones de Australia y 16 mil millones de España). Tenía un PBI per cápita que era muy superior al promedio del mundo (1155 dólares contra 490 de la media global) y presencia en el comercio internacional.

En ese contexto, el comunismo cubano logró entrar en el “peronismo revolucionario” y empezó una metódica destrucción de toda esa enorme base social de clase media. Primero inició delirantes acciones armadas crecientes que culminaron con el baño de sangre de los ’70s y luego, ya en los ‘80s, una reconversión de parte de esos mismos delincuentes y de otros descendientes a políticos infiltrados en la democracia.

Ese chiste produjo que casi 40 años después de iniciada la recuperación democrática, en el año de la pre pandemia de 2019, el PIB argentino sea de 445 mil millones de dólares, mientras que el de España sea de 1.393.000 millones de dólares y el de Australia 1.397.000 millones de dólares a valores actuales.

En 2020 había casi 20 millones de pobres viviendo en villas miseria y casi 5 millones de indigentes, según el INDEC. Muchos de ellos, claro está, no tienen agua, cloacas, electricidad, gas, y muchos ni siquiera techo. El índice de pobreza creció hasta el 45% y en algunos bolsones del interior del país supera esos números.

La situación es peor entre los menores de 14 años: allí 3 de cada cuatro son pobres y de esos tres uno no come todas las comidas. En 2020 de 45 millones de argentinos, más de 10 millones recibieron algún tipo de asistencia alimentaria del Estado, según las estadísticas oficiales.

Este desastre fue producido en 38 años. De esos 38 años el peronismo gobernó el país en 26.

Los otros 12 corresponden a 6 años de Alfonsín, 2 de De la Rúa y 4 de Macri. En muchas provincias y regiones de la Argentina, el país no conoció otro signo político que no fuera el del peronismo, como por ejemplo en Formosa (la provincia que el presidente puso como modelo a copiar), en Chaco, en Catamarca, en La Matanza, que no es una provincia pero que, si lo fuera, sería la quinta más grande del país en términos electorales.

Cuando el peronismo no gobernó desde la Casa Rosada, no les entregó un solo minuto de paz a los presidentes de otro signo político. El sindicalismo salvaje de Ubaldini sembró de paros generales la presidencia de Alfonsín. A De la Rúa directamente lo derrocaron a fuerza de saqueos y desmesuras que incluyeron la muerte de gente. A Macri lo volvieron loco desde sus mayorías en las cámaras y desde la fuerza bruta en las calles empleada por organizaciones cuasi criminales que medran con los dineros públicos para volver millonarios a sus cabecillas y para llevar aún más indignidad a los borregos a los que conforman con una limosna.

Los números oficiales de las estadísticas públicas no pueden ser más concluyentes: dato mata relato. El peronismo fue el motor de una pobreza infame que no ha hecho otra cosa más que aumentar desde que ellos se han apropiado de la Argentina y desde que se conciben a sí mismos como la verdadera patria, negándole incluso la condición de argentinos a quienes no comulgan con ese adefesio que ellos llaman “ideas”.

A todo esto, naturalmente, siguió la aparición de una oligarquía millonaria producto del robo a los trabajadores en los sindicatos (con gordos multimillonarios que se cagan en sus representados manteniéndose 20 o más años en el poder y pavoneando en su riqueza mafiosamente habida) y del asalto al Tesoro Público por políticos que, en ningún caso, pueden explicar cómo hicieron las fortunas que ostentan, empezando, naturalmente, por la familia Kirchner, cuyo patrimonio real es, incluso, desconocido.

Los datos (no las opiniones que son mías) que contiene esta columna surgen de la extraordinaria investigación económica llevada adelante recientemente por Alfredo Romano, el economista que propone dotar al país de una moneda confiable dolarizando la economía.

Mientras el país no tenga una unidad de medida sana, en la que la gente confíe y que, por sobre todas las cosas, no pierda su capacidad de (justamente) de medir el valor del intercambio de bienes y servicios y de servir de reserva de valor para los ahorros, el camino de la miseria y de la servidumbre continuará.

Por más que muchos argentinos crean que esta vida que viven es la que les tocó vivir y que no se puede cambiar, eso no es cierto. Esta vida que viven no se podrá cambiar en la medida en que el peronismo siga gobernando el país o el país le permita al peronismo impedir que otros lo gobiernen.

Si esta calamidad fuera desterrada de la faz de la tierra argentina y el país se diera la oportunidad de probar otra cosa que empiece por darle una moneda segura y estable que les permita a los argentinos ahorrar y cambiar de condición social para bien porque todo ingreso nuevo será un ingreso neto y no una nube inflada de humo, entonces la Argentina podría empezar a torcer el rumbo de la decadencia que sus propias estadísticas oficiales reflejan como una cruda e incontrastable realidad.

(ThePost)

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