LO QUE HACE ÚNICA E IRREPETIBLE A UNA NACIÓN

HISTORIAS / OPINIÓN

Se conmemora el Día de la Tradición


Por Jorge Martín Flores

­­Ultimamente, por el hecho de andar corriendo de un lado a otro por las exigencias del trajín cotidiano, o bien por estar encerrados frente a un dispositivo móvil; nos hemos olvidado de pensar. Porque nos olvidamos que somos seres pensantes y que, por lo tanto, tenemos por naturaleza la capacidad para este ejercicio. Pero no sólo eso, sino que nos olvidamos de la exigencia de siempre que es Pensar la Patria como diría el gran sacerdote, filósofo, teólogo y poeta argentino Leonardo Castellani. Hacia ello, van dirigidas estas humildes líneas.­

Resulta imperioso, pues, volver a un hábito fundamental de la inteligencia, que es el hábito de la definición. Definir es decir lo que una cosa es. Llamar a las cosas por su nombre, distinguiendo lo esencial de lo accidental, lo blanco de lo negro, lo caliente de lo frío, lo dulce de lo amargo, lo bueno de lo malo. Y definir, es captar la esencia de las cosas que nos rodean, es decir, aquello que hace que algo sea eso y no otra cosa, y de esta manera, descubrir el sentido de las mismas, es decir, el motivo o la finalidad por la cual existen y fueron hechas.­

Así, cuando definimos tradición, hacemos alusión a una palabra proveniente del latín traditio, la cual deriva de verbo tradere, que significa traer, llevar, transmitir. Así, tradición refiere a lo que se dona y a lo que se hereda de una generación a otra. Y como las generaciones conforman naciones, la tradición es un estilo de vida heredado y es justamente, aquello que define.­

Por eso, es lo que hace única e irrepetible a una nación, la diferencia del resto, dándole una identidad (qué) y un sentido (para qué) a su existencia. Es nuestro sello personal, nuestra marca registrada. Por ello, como diría Eugenio D'Ors: "Lo que no es tradición, es plagio".­

Por lo tanto, tradición no es sinónimo de muerte, de vejez o de algo obsoleto -como quiere hacernos creer el progresismo materialista- sino todo lo contrario. Tradición es vida, porque es espíritu. Porque como dijo el escritor inglés G.K. Chesterton: "Tradición es la transmisión del fuego, no la adoración de las cenizas"­

¡Si! ¡Ese fuego que quema el pecho y lo eleva hacia lo sublime! Es el aprendizaje que se arraiga en el pasado, continúa en el presente y se proyecta hacia un futuro. Es sinónimo de esperanza. Como dijo una vez el poeta argentino Antonio Caponnetto, glosando una expresión gauchesca: "Tradición no es matar al abuelo para que cante el nieto. Es que el nieto cante con aires nuevos, aquellas viejas canciones que una vez le enseñaron".­

­CIUDADANOS DEL MUNDO­

Esto, nos da la pauta de que no nacemos de un repollo, y que tampoco aterrizamos por azar en un lugar gracias a la acción de la cigüeña. También nos muestra que no somos ciudadanos del mundo, sino que somos hijos de una tierra, que nacimos en una familia particular, dentro de una Patria, con su cultura, con su religión, con su pueblo, con su historia, con sus héroes, con sus valores, con su manera particular de ver el mundo, con sus luces y con sus sombras. Y esto no se elige. Se conoce, se acepta y se ama. Así lo enseñó el profesor Jordán Bruno Genta: "Ni Dios, ni la Patria ni la Familia, son bienes que se eligen. Pertenecemos a ellos y debemos servirlos con fidelidad hasta la muerte. Desertar, olvidarlos o volverse en contra, es traición, el mayor de los crímenes".­

Por lo tanto, si vinimos al mundo en la Argentina, providencialmente es por algo. Yo creo que es para descubrir la verdad y para aprender a amar. En alguna oportunidad, el Comodoro (Re) Pablo Marcos Rafael Carballo VGM: "La vida es una pista de prueba para ganar el cielo (...) Nacemos para salvar el cuerpo y el alma (...) viviendo para servir y sirviendo para amar".­

En una entrevista hecha por Radio 10 el 22 de noviembre de 2005, luego de que le preguntaran cuál es su misión en la tierra, el halcón Carballo respondió:­

"Llegar a Dios. Yo todos los días les digo a mis cadetes, entro al aula y les pregunto: ¿Para qué nacemos? Y ellos me contestan: ¡Para salvar el cuero y el alma! Entonces les digo: ¿Qué les van a preguntar cuando llegue el Juicio Final? Dos preguntas: ¿Cuánto amaste? Y ¿qué hiciste con la vida que te di?"­

­EDUCACION PARA DIVIDIR­

Luego de apreciar estas enormes convicciones, reflejo de nuestras tradiciones, y analizando la situación de decadencia de estos tiempos, pareciera que a los argentinos se nos educa para estar divididos, para menospreciar nuestras tradiciones y para no sentir orgullo de quiénes somos.­

Para el gran historiador Vicente Sierra "América debe comprender que (...) sin el sentimiento de un lazo común en el presente y en el pasado no hay patria. Porque sin unidad de corazones y de conciencias tampoco hay patria, y esa unidad de los que fueron con los que son, la expresan los pueblos en cosas íntimas y comunes (...), que surgen de la variabilidad magnífica del pasado, que en el correr de los años se esfuma y se pierde, para dejar como sedimento precioso, el estilo unificador transformando en síntesis que es norma. Porque la patria es un estilo, y además, una norma, y una norma y un estilo suponen tradición".­

Solemos vernos reflejados en un espejo, compararnos con los demás y vivir avergonzados de lo que somos. Quién no escuchó decir. "¡En otro país estaríamos mejor!", "¡Acá son todos ladrones!", "¡Siempre pasa lo mismo!", y la típica "¡En este país de m...!".­

Entonces, cabría preguntarse: ¿Qué mirada tenemos de nosotros mismos?, ¿vemos el vaso medio vacío o medio lleno? ¿Cuándo lograremos ver las cosas valiosas que anidan en nuestro suelo, en nuestro pueblo, en nuestra historia? ¿Cuándo sentiremos orgullo de ser argentinos?­

La vida es como una pintura, con luces y sombras, decía un sacerdote amigo. Y Dios permite las sombras para que podamos distinguir mejor los contornos, valorar el bien que nos rodea y maravillarnos de la luz, regalo infinito de Dios. Gran consejo para la vida.­

A su vez, esta fiesta del Día de la Tradición, suele asociarse a comidas, o infusiones típicas. Me preguntó: ¿Somos un mate, unas tortas fritas, unas empanadas, un locro o un asado, solamente? ¿O bien esos elementos constituyen un reflejo de nuestra esencia? Ya lo dice el antiguo refrán que el mate pasa de boca en boca y de corazón en corazón, por eso es símbolo de unidad, de fidelidad y de confianza. Y son estos valores los que conforman nuestro ser nacional.­

­¿DONDE QUEDO LA GAUCHADA?­

Y hablando de nuestros valores: ¿Dónde quedó la gauchada, esa mano que se tiende limpia y sincera, sin pedir nada a cambio? ¿Nos hemos olvidado de decir buen día, buenas tardes y buenas noches? ¿Borramos del mapa el ser agradecidos y el valorar el tesoro de la vida? ¿Que esperamos para decirles a nuestros viejos te quiero y gracias por el sacrificio que hacen o hicieron por mí? ¿Dónde está la fidelidad hacia los amigos, esa fidelidad que lleva a arriesgar el cuero por el otro? ¿Nos olvidamos de pedir perdón, de decir me equivoqué, estuve mal? ¿Nos hemos olvidado de perdonar y de afirmar quién soy yo para juzgar?­

Pensando y principalmente rezando, encontraremos las respuestas a estos interrogantes y sin duda descubriremos que estos valores están en nuestra Argentina, y conforman los pilares de nuestra tradición, porque ella en esencia es cristiana.­

Sin duda esta esencia se refleja en nuestra amada Gesta del Atlántico Sur de 1982 como uno de los últimos destellos de argentinidad, y por lo tanto de tradición.­

Siguiendo el ejemplo de los arquetipos de Malvinas, nos queda rescatar estos valores y estas virtudes y ponerlas en práctica en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana. Como asegura sabiamente mi amigo el Sargento Manuel Villegas VGM: "El camino es arduo, pero la recompensa está al final".­

Y siguiendo a San Pablo, citado por nuestro héroe Roberto Néstor Estévez:­ "Si Dios con nosotros, ¿quién contra nosotros?"­

Es fácil amar cuando todo está bien. Es fácil amar a la novia cuando estamos de vacaciones en la playa. Pero difícil cuando está atravesando una enfermedad grave o terminal. Todos hoy hablan de "soltar" como camino hacia la felicidad. Pero, ¿el verdadero amor suelta, especialmente cuando hay problemas? El amor verdadero se compromete y pacientemente se brinda por el bien del otro. Porque este verdadero amor se muestra en los momentos más difíciles y son esas pruebas las que fortalecen los vínculos para siempre.­

Hoy la Patria enferma y agonizante, nos exige un amor de este tipo: Un amor crucificado. Un amor sacrificado que rompa con el egoísmo, un amor valiente que no huya, que no esconda la cara. Un amor que en el dolor encuentre el sentido del por qué estamos acá, de que vale la pena darlo todo por el otro, así como lo hicieron nuestros héroes de Malvinas. Al respecto, el Padre Leonardo Castellani reflexiona: "Amar a la Patria es el amor primero. Y es el postrero amor después de Dios; Y si es crucificado y verdadero, Ya son un sólo amor, ya no son dos".­

Solo así se comprende el alcance del discurso dado por el presidente Nicolás Avellaneda instando a la repatriación de los restos del Libertador General José Francisco de San Martín, un 5 de abril de 1877, aniversario de la batalla de Maipú: "Los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden la conciencia de sus destinos, y los que se apoyan sobre tumbas gloriosas, son los que mejor preparan el porvenir".­

­CRISIS Y CRECIMIENTO­

Que inspirados por el estilo sanmartiniano -que anida en nuestro ser criollo y cristiano- sepamos ver las crisis como oportunidades, para aprender, para crecer en virtudes, para resistir y para responder a la exigencia de un amor comprometido, que marque la diferencia en cada pequeño gesto que realicemos por los demás y por nosotros. Como nos han enseñado los grandes héroes de nuestra historia y como testimonian con sus vidas resilientes nuestros queridos Veteranos de Guerra de Malvinas.­

Preparemos el porvenir siguiendo el ejemplo de los argentinos que han sellado nuestro futuro con su sacrificio generoso, que han sembrado nuestras vidas con sus vidas y que -por sobre todo- soñaron en grande para que podamos vivir en una Patria Grande, Soberana y Unida hacia el Bien Común.­

Que Nuestra Señora de Luján, nos sostenga en la fe en la esperanza y en el amor, para tener la decisión y el valor de rescatar nuestras tradiciones con el ejemplo, y nos dé el impulso necesario para librar con alegría esta lucha cotidiana de ser auténticos en el servicio a los demás por amor a Dios, a la Patria y al hogar. ¡Viva la Patria!­

(LA PRENSA)

Comentarios