DINÁMICA DE LO IMPENSADO

OPINIÓN

En la Argentina hay una “dinámica de lo impensado” que puede estar cerniéndose ahora (aún cuando no son pocos los que lo advierten) para desatar toda su furia después del 14 de noviembre

Por Carlos Mira

Hace muchos años un periodista deportivo, Dante Panzeri, -que, para muchos, excede esos límites- dijo que el fútbol podía definirse como “la dinámica de lo impensado”, es decir, como una actividad en donde el planeamiento resultaba ser manifiestamente insuficiente como para establecer un diagnóstico a priori sobre el resultado de los partidos.

Fueron muchos los soberbios que pretendieron rebelarse contra esa definición categórica, que demostraba que resultaba muy difícil doblegar la inventiva individual y la espontaneidad creativa del momento que podían hacer que “lo impensado” finalmente ocurriera.

Yéndonos del fútbol, también son muchos los arrogantes que creen que desde un oscuro escritorio de burócratas se puede “planear” la vida de millones como si esta fuera en realidad un mecano de piezas muertas que se sacan y se ponen sin que chisten.

En esa sencilla estupidez, se crea o no, se basa el pensamiento económico del comunismo que, efectivamente, cree que una elite de iluminados puede diseñar la vida y los movimientos de millones desde el planeamiento económico estatal centralizado.

Así, desde la producción de acero hasta las necesidades de pasta dental serían diagnosticadas y previstas por estos sabihondos que, en consecuencia, bajarían sus órdenes para que el diseño se transforme en realidad.

Hay que ser muy arrogante o muy pelotudo para creer semejante desatino. Uno de esos ignorantes es Axel Kicillof que aún hoy sostiene que la URSS implosionó solo porque en “aquellos tiempos no existía el Excel” (que jamás había existido, por otra parte, de no ser, justamente, por la inventiva espontánea del capitalismo.) La “dinámica de lo impensado” terminó con todo ese delirio que, de todos modos, asesinó a más de 350 millones de personas en su afán por probar la cuadratura del círculo. Esa realidad demostró que la utopía comunista solamente podía aspirar a imponerse por la fuerza ya que la naturaleza les indicaba que jamás podría triunfar haciendo seguir el orden natural de las cosas.

En la Argentina hay una “dinámica de lo impensado” que puede estar cerniéndose ahora (aún cuando no son pocos los que lo advierten) para desatar toda su furia después del 14 de noviembre.

Las fuerzas que se han echado a rodar con irresponsabilidades tales como el congelamiento de precios, la emisión descontrolada, la demencial política de (in)seguridad, la cuerda que se le ha dado a movimientos de extorsionadores públicos (habitualmente conocidos como “organizaciones sociales”) puede constituir un cóctel que desemboque en un escenario de aquelarre.

Dicen fuentes allegadas a la vicepresidente que ella misma está preocupada por lo que pudiere acontecer con las consecuencias de una caja de Pandora que ella misma abrió.

Los antecedentes solamente argentinos del congelamiento de precios son funestos. Desde el establecido por Perón, que terminó con amenazas de colgar a la gente por la calle con alambre de fardo, hasta el del Plan Austral, que terminó en la hiperinflación de 1989 (pasando por el de Krieger Vasena, que terminó en el Cordobazo, y el de Gelbard, que terminó en el Rodrigazo) la experiencia no puede ser peor.

De nuevo: solo una casta que se cree iluminada, por encima incluso de lo que demuestra la realidad, puede suponer que esta medida pueda tener éxito o cuando menos un efecto neutro. Incluso en el caso de que estadísticas falsas den a conocer una baja en la tasa de inflación, más allá del desabastecimiento y de otras anomalías, más temprano que tarde, se recuperará la dinámica de alzas, en consonancia con los aumentos de costos. Por esta razón, este tipo de medidas ha terminado a lo largo de la historia con estallidos inflacionarios.

La idea de controlar con brigadas populares -distinguidas por pecheras y brazaletes- que ingresan por la fuerza a los supermercados luce muy nazifascista y la gente parece haber aprendido ya esa lección: ya no ve en esos payasos a sus defensores, sino a un conjunto de vivos que usan la demagogia “del pueblo” para vivir de los recursos públicos.

La paciencia de la sociedad está acabándose a un ritmo alarmante. Lo que ocurrió en Rosario con el Gobernador Perotti, en donde una multitud de vecinos, se dio el gusto de putearlo en la cara, al grito de “largaron a los presos, hijos de puta, largaron a los presos…”, para luego empujarlo hasta obligarlo a irse de un lugar que la gente consideraba propio y que el mandatario estaba usurpando, es de una gravedad inusitada y que la “dinámica de lo impensado” puede hacer derivar hacia situaciones de extrema complejidad.

Todo esto matizado con una actitud oficial que bordea la tomadura de pelo, con los genios de la campaña electoral del FDT lanzando un nuevo spot radial en donde reclaman el voto de la gente sugiriendo que ellos son la vía para tener una “jubilación que me alcance para poder estar más con ella” (lo dice un señor en referencia a su madre), cuando en realidad han sido los agentes que hicieron posible que un jubilado gane 130 dólares por mes mientras la vicepresidente se aseguró un ingreso por esa vía, de más de 12500 dólares mensuales sin contar el retroactivo de 120 millones de pesos que cobrará gracias a que uno de sus amanuenses, Fernanda Raverta, la directora de la Anses, no apeló (como hace con todos los otros pobres jubilados) una decisión de la Justicia. O para “poder viajar adónde quiera”, cuando fueron ellos los que cerraron el país, los que aislaron a la Argentina del mundo y los que destruyeron la política de aeronavegación que había inaugurado Macri que había logrado que mucha gente que nunca había viajado en avión pudiera hacerlo a precios razonables. O para tener la cara (aunque cueste creerlo) para hablar de seguridad, cuando los presos que ellos liberaron están matando a los argentinos por la calle.

Como se ve hay muchos elementos como para que, luego de las elecciones, se desate una “dinámica de lo impensado”. Aunque algunos de esos elementos tienen tanto volumen y han sido vistos tantas veces en la Argentina que la característica de “impensados” sea, esta vez quizás, menos aplicable.

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