EL PAÍS INVISIBLE A NOSOTROS

EDITORIAL

Y donde viven los que nos gobiernan

Por Walter R. Quinteros

Acto seguido, hará uso de la palabra, el excelentísimo señor presidente del país invisible.

"La salida de esta pandemia, nos impone el deber moral y ético de poner manos a las obras para construir una sociedad nueva, donde el desarrollo sea constante, los desequilibrios estructurales desaparezcan y la justicia social deje de ser una consigna y se convierta en una realidad".

Las palabras del presidente del país invisible tienen el siguiente significado: Es decir que si no salimos de la pandemia, nunca nadie de nadie, se iba a imponer el deber moral y ético para el  bla bla blá. 

"El primer gran problema que Argentina debe enfrentar con decisión es terminar con la desocupación creando empleo genuino".

Las palabras del presidente del país invisible, nos lleva a pensar que fueron pronunciadas por el gran predicador del futuro de Argentina eh, no de su país invisible, donde todo parece estar bien, se trata de que es Argentina la que debe enfrentar las cosas con decisión y la que debe crear empleo genuino y bla bla blá.

"Hemos llegado a un punto que es el corolario de una pandemia y de políticas que previamente se aplicaron en nuestro país que dejaron una economía estancada y altamente endeudada".

Las palabras del presidente del país invisible nos traen a la memoria el pasaje bíblico donde Poncio Pilato muestra su reconocida capacidad de lavarse las manos, así entonces, la pandemia y las políticas previamente aplicadas, nos estancaron y la culpa la tienen los otros siempre por siempre de los mismísimos siempre, los otros y bla bla blá. 

"Ya es hora de que tratemos de profundizar nuestros acuerdos y minimizar nuestras diferencias y que la asistencia del Estado a los sectores más postergados es solo un paliativo para sobrellevar la pobreza".

El presidente del país invisible empieza a pedir, a profundizar acuerdos que jamás existieron. De minimizar diferencias que son abismales y entre líneas, acepta ya no se puede dar más planes...

Muestra, el presidente del país invisible, que: 

"En parte hemos resuelto la cuestión acordando con los acreedores privados, hemos ganado tiempo y logrado una reducción de la deuda de más de 37.000 millones de dólares".

Que: "Ahora estamos discutiendo el mayor préstamo otorgado por el FMI a un país miembro. Esa suma era equivalente al 11 por ciento del PBI de Argentina y fue dado en un marco de fuga de divisas que contradijo los mismos estatutos del organismo de crédito internacional".

Y sentenció: "Debemos resolver el problema de la deuda haciendo que la misma sea sostenible, es decir, que no nos condene a la postergación de Argentina. Debemos crecer, acumular reservas y empezar a cumplir".

Leamos con cierto cariño las palabras del presidente del país invisible. ¿No les parece que  habla consigo mismo? Parece hablarle a la imagen que le devuelve el espejo, porque estimado Alberto, a usted le gustó la idea de ser presidente, bueno resuelva, no nos diga que debe resolver. Para eso fue votado. 

¡Ah! y de paso, se encarga de pasar el aviso que la propina se está acabando, que no hay más "manchancha padrino".

"Si algo caracterizó al espacio político que hoy gobierna Argentina —dice—, es la promoción de la inversión empresaria y la creación de empleo. Y con ese mismo espíritu actuamos hoy". 

¡¿En serio?! ¡Archivo mata relato!

"Y no existe otro remedio que la inversión privada que asocia el capital al trabajo para lograr un desarrollo sostenible en nuestra sociedad".

Estas palabras del presidente del país invisible, pronunciadas mientras se enredaba en su torpeza, admiten que se equivocó, admite que su política y la de su gabinete entero fueron erróneas. 

Admite que el Estado no te cuida, como decían. 

Admite que el Estado no te alimenta, como decían. 

Para terminar admitiendo de la grandeza de los sectores privados para lograr un desarrollo sostenible y bla bla blá.

El presidente del país invisible les destacaba a los presentes los nuevos acuerdos de su Gobierno con empresarios y sindicatos de la construcción, con el sector rural, gastronómicos y hoteleros, y que fueron suscriptos en las últimas semanas con el objetivo de que: 

"Los que hoy son beneficiarios de planes puedan ser empleados en la actividad privada sin perder ese derecho".

Y como pidiendo una desesperada ayuda, les aseguraba a los escuchadores presentes que la generación de trabajo "es algo que también debemos abordar en forma conjunta" y "sin estigmatizaciones". 

Porque según él, "No debemos ver al trabajo como un costo, sino como una inversión", añadió el rey de la entrega de planes y de medidas correctivas que hicieron cerrar miles de fábricas y Pymes.

Fin del relato. Fin de la mentira.

El presidente del país invisible ya no sabe qué decir. Su imagen triste y abatida, camina por la arena de un circo con escasos espectadores que, a la vez, están allí porque encontraron bajo esa carpa, el escondite perfecto. 

Y en su bla bla blá metódico y aburrido habla de "medidas impulsadas a través del Consejo Económico y Social, que fueron el resultado del acuerdo de los que producen, de los que trabajan y del Estado”.

El presidente del país invisible sabe, como sabe usted y todos nuestros vecinos saben, que nunca hubo tal acuerdo, que fueron decretazos de prepo y que hoy se pagan con la altísima inflación que sufrimos.

El publico empieza a aburrirse, ya nadie parece escuchar y van buscando la salida...

Luego de llenar su enorme heladera para pasar dos años atrincherado, el presidente del país invisible levanta la voz y exclama para los pocos obsecuentes seguidores que:

"¡Se que el precio de los artículos de la canasta familiar se ha incrementado de manera incomprensible en el país invisible!" y que hay que "encontrar el punto de equilibrio para que esa suba cese en acuerdo con los industriales y cadenas comercializadoras".

"¡El pueblo argentino no puede ser la víctima de la especulación y ambición de algunos!". (Como si los argentinos fuésemos otros) 

"¡Argentina es una sociedad donde unos pocos ganan, y millones pierden! Esto no es una sociedad. Es una estafa... Dice el presidente del país invisible, como viviendo una pesadilla...

Y cuando apagaban las luces y los pocos presentes se retiraban, se le oyó decir a lo lejos...

"¡El desafío es escucharnos. Debatir. Encontrar acuerdos. Estamos todos en un mismo barco y la pandemia ya nos enseñó que nadie se salva solo!". ¡Eh, muchachos! ¡Nadie se salva solo!

¿Nadie se salva solo? ¿Está usted seguro Alberto?




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