OPINIÓN
Precandidatos que quedan en el camino y otros que siguen en carrera. Esa es la formalidad, pero en las PASO se elige mucho más: hoy se definen liderazgos claves dentro de las dos principales alianzas políticas del país. Con pocos enfrentamientos en el cuarto oscuro, pero sí escondidos detrás de la fachada de la “unidad”, el resultado establecerá quién llevará las riendas del Gobierno durante la segunda parte del mandato. Y Juntos por el Cambio, con una competencia abierta y descarnada, comienza a decidir quién conducirá a ese espacio hacia el intento de regresar al poder en 2023. Expresada o no en la disputa entre listas, esta es la definición que le da el tono a las Primarias de hoy.
La provincia de Buenos Aires, como siempre, concentrará la mayor atención. No sólo por su dimensión y porque reparte la mayor cantidad de bancas en juego, sino por su peso simbólico. El gabinete nacional es un gabinete bonaerense y, fuera del Presidente, las principales figuras del Frente de Todos juegan allí su partida territorial: Cristina Fernández, Máximo Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof. A tal punto se identifica la Casa Rosada con ese distrito que desde el entorno de Alberto Fernández auguran que si en Buenos Aires ganan “por un voto ganamos las elecciones”.
Sólo una derrota por paliza podía ser tan demoledora como una victoria por un voto. Si eso ocurre, significa que el FdT habrá perdido un aluvión de papeletas desde 2019, cuando Kicillof superó a María Eugenia Vidal con 52,4% de los sufragios frente a 39,4%. Esta será la medida para evaluar el resultado: hasta qué punto, y a pesar de la crisis económica y la pandemia, el oficialismo mantuvo su territorio.
¿Quién pagará la factura de un eventual resultado adverso? ¿Quién cobrará el cheque si las urnas les sonríen? La Vicepresidenta preparó el terreno para ganar (o no perder) en cualquier caso. Cedió la estrategia electoral pero se quedó con la mayoría de las candidaturas. El Presidente cargará con las culpas pero los posibles laureles quedarán repartidos: Cristina ya le hizo saber a su compañero y al electorado, en sus intervenciones puntuales y quirúrgicas, que si él sigue en pié es porque ella no le soltó la mano. La fiestita de Olivos, el “garche” de Tolosa Paz, el “aburrimiento” de la ministra Frederic… la inflación descontrolada, los salarios devaluados. Cristina acumula un listado de reproches entre “errores no forzados” y políticas de “funcionarios que no funcionan”.
El desafío electoral de Alberto Fernández pasa por demostrar que aún puede cumplir con el rol que le fue asignado: garantizar la unidad para la que Cristina era (o es) un obstáculo. Si el Presidente deja de ser un instrumento electoral eficiente que enhebre a su compañera de fórmula con los gobernadores, el peronismo disidente de Massa, la CGT y los movimientos sociales, será otra, entonces, la distribución de poder dentro del Gabinete para los dos años que quedan por delante.
Para el Frente de Todos, más que para otra fuerza, las PASO serán esa “gran encuesta” que medirá su estado de salud. Pero también tiene disputas intestinas en siete distritos, con una particular mirada sobre lo que ocurra en Santa Fe y en Tucumán, donde los candidatos de la Casa Rosada están siendo desafiados por desprendimientos internos. El caso de Omar Perotti, un adversario que se convirtió en aliado por necesidad y que carga con el peso de defender y mantener distancia, al mismo tiempo, del Gobierno nacional. El resultado de esa provincia será nodal para anticipar la pelea por el quórum en el Senado y la relación de la Casa Rosada con los gobernadores que juegan a las escondidas.
En la provincia de Buenos Aires la oposición libra su propia batalla en un escenario muy particular. El distrito más grande del país carece de liderazgos propios con arraigo territorial. Desde Felipe Solá que ninguno de los gobernadores ha hecho su carrera política en la provincia, sino en su vecina Ciudad de Buenos Aires: Daniel Scioli, María Eugenia Vidal y Axel Kicillof. El intento de Diego Santilli, vicejefe de gobierno porteño, de convertirse en diputado por la provincia es parte del plan de Horacio Rodríguez Larreta de capitalizar esa ausencia de liderazgo y sumar a Buenos Aires a su plan presidencial. Y en simultáneo, jubilar a su socio y mentor, Mauricio Macri.
La provincia se convirtió en un coto de caza para la oposición. Larreta enfrenta a una lista encabezada por el neurocientífico Facundo Manes, en la que confluyen el Comité Nacional de la UCR que conduce Alfredo Cornejo, el GEN de Margarita Stolbizer y un sector del peronismo macrista que quedó al margen del Pro y de la Coalición Cívica. Esta es la principal apuesta del radicalismo para posicionar a sus dirigentes con aspiraciones, como los gobernadores Gerardo Morales y Gustavo Valdés, y abandonar el lugar de actor de reparto en la coalición opositora.
Con mayor o menor grado de virulencia, y con distintas combinaciones de alianzas y peleas, Juntos por el Cambio se mide internamente en 19 de las 24 jurisdicciones. Es, sin dudas, el espacio que más arriesga pero también el que apuesta a sumar más hacia adelante. Hasta ahora, en los seis años que acumula de experiencia, las PASO le han servido para llamar la atención y potenciar a sus candidatos. Y en esta oportunidad, para ampliar el tamaño de la alianza. Y más allá de esta discusión anticipada por los liderazgos, la meta de este espacio será sostener la unidad con la permanencia de los heridos y derrotados.
Las disputas internas de Juntos por el Cambio y del Frente de Todos están enmarcadas por una doble decepción: unos vienen de frustrar a su electorado al cabo de cuatro años en la Casa Rosada y los otros extienden la desazón hacia el otro lado de la grieta, pero en tiempo presente. La bronca abre la principal intriga de la jornada: hasta dónde habrá castigo y hasta qué punto desinterés y ausentismo. Este aspecto habilita varios interrogantes con respuestas difíciles de anticipar: ¿a quién perjudicará o beneficiará esa porción del electorado que le dará la espalda a las urnas?
Hasta ahora, en las cuatro experiencias electorales del año para cargos provinciales, en Misiones, Jujuy, Salta y Corrientes, el ausentismo y el voto bronca ampliaron las victorias de los oficialismos locales que, en ninguno de los casos se identifica en forma automática con el Frente de Todos.
La polarización extrema que ensayaron los dos espacios en el último mes y medio pretendió actuar como vacuna para la fuga de votos. La grieta como negocio electoral de los dos sectores mayoritarios. Otra duda que se responderá hoy es, precisamente, cuán eficiente sigue siendo esa estrategia que tiene a Cristina Fernádez y a Mauricio Macri como protagonistas desde 2007, cuando ella llegó a la Casa Rosada y él, al otro lado de la Plaza de Mayo, a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad.
La dimensión que cobren las terceras vías, las alternativas electorales, hablará del agotamiento de la grieta como ordenador político. El surgimiento de opciones de derecha con maquillaje libertario, es el que más temor provoca, en especial, en Juntos por el Cambio. José Luis Espert en la Provincia de Buenos Aires y Javier Milei en CABA aspiran a cumplir, desde otra vereda, el rol que ocupó Luis Zamora en 2003 cuando capitalizó el “que se vayan todos”. Para el Frente de Todos, la amenaza más clara surge desde el peronismo disidente de Florencio Randazzo que también busca capturar el voto decepcionado y saturado por la grieta.
Hay otros experimentos electorales que hoy apuestan, tan solo, a superar la línea de corte para llegar a las generales. Desde los desprendimientos de la izquierda que desdibujan la unidad del FIT hasta las alianzas cristianas nacidas bajo los pañuelos celestes de las plazas anti aborto.
Nuevos liderazgos o su fortalecimiento. Eso está en juego hoy. Seguramente, el que más apuesta en esta jornada es el Presidente, que esta noche sabrá si se convertirá en un “pato rengo” -como le llaman en EE.UU. al inquilino de la Casa Blanca que no puede renovar su contrato- o si se mantiene en carrera para soñar con una reelección, para sostener vivo el rol de garante electoral de la unidad oficialista.
(El Sol)
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