HUMILLADOS Y OFENDIDOS

 EDITORIAL

Quedó demostrado que la voz democrática del pueblo, es el voto

Por Walter R. Quinteros

Señalado como el padre de la derrota, Alberto Fernández subió al escenario como todos los otros, humillado y ofendido. 

Humillado porque fue abatido su orgullo, su soberbia. Ofendido, porque ahora, se tiene que poner a trabajar de presidente por un lado, y de juntar la tropa que nunca le fue leal.

El título lo tomo de una novela del escritor ruso Fiódor Dostoyevski publicada en 1861.

"Vamos a trabajar denodadamente para que, en noviembre, los argentinos y argentinas nos acompañen, porque seguimos convencidos de que estamos frente a dos modelos de país", dijo. 

¿Qué es trabajar denodadamente para que el pueblo argentino lo acompañe?
¿Acaso no lo hizo antes? 
¿Y las promesas de campaña?

Agregó luego que "la campaña acaba de empezar y en noviembre hay que ganarla", ya que el Frente de Todos tiene "un compromiso con el país", al tiempo que afirmó: "Hay errores que hemos cometido y que no debimos haber cometido".

Fíjese, amigo lector, que vuelve a contradecirse: "la campaña acaba de empezar y en noviembre hay que ganarla", porque tiene "un compromiso con el país".

¿Cómo, casi dos años después de haber asumido, recién ahora se da cuenta que tiene un compromiso con el país?

Pero mire qué dato interesante: "De los errores, aprendemos. Hay una demanda que no ha sido satisfecha y, a partir de mañana, vamos a prestarle atención y resolver el problema que la gente nos plantea", dijo el mandatario.

En estos momentos, cuando escribo este editorial, la ministra Frederic está redactando su renuncia y, el efecto dominó seguramente arrastrará a otros ministros. Entonces:

¿Cambiar las figuritas es prestarle atención para resolver el planteo que la gente le reclama?
¿Qué errores? ¿Puede enumerarlos?
¿No eran acaso todos "científicos"?
¿No era que íbamos a tener la heladera llena, por ejemplo?

Pero no voy a hacer escritura, no voy a llenar el formulario de promesas incumplidas, de faltas de respeto, de hacer un inventario de soberbias acumuladas. Lo voy a mirar con la misma desconfianza de siempre, porque ahora usted, Alberto Fernández, le pide a la gente con  "humildad" que lo acompañen "en noviembre", para "dar vuelta esta historia".

Pero caramba hombre, si ya lo acompañamos en el 2019. Usted es el que debió acompañarnos a nosotros, a nuestras industrias a nuestras pymes, a nuestra Educación, a nuestra Salud, a nuestra Defensa, a nuestra Justicia.

"Tengo por delante dos años de gobierno y no voy a bajar los brazos".

¿Pero para qué dice eso? Lógico, ha sido electo presidente. Tiene que trabajar de presidente, pero no para una "elección", a la que despectivamente llamó de "gran encuesta". Tiene que trabajar por el país que representa, no por el partido que lo llevó al sillón de Rivadavia.

Acompañado en el escenario por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner; el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof; el titular de la Cámara de diputados, Sergio Massa; el jefe del bloque del FDT de la Cámara baja, Máximo Kirchner; y los precandidatos de la provincia y de la ciudad de Buenos Aires, Victoria Tolosa Paz, Daniel Gollan, Leandro Santoro y Gisella Marziotta, que amagaban tibios aplausos, que exhibían una blanca palidez y, por momentos, un rojo furioso en sus rostros.

La oratoria empleada la noche de anoche, era la voz de un hombre que cava su tumba y espera resignado la llegada de la muerte. Le hablaba a los otros muertos que ya no tienen argumento para ver nuevos amaneceres.

"Salgan a ganar la calle"...

La forma de ganar la calle, Alberto, es salir con ropa de trabajo al trabajo. Con seguridad, con dignidad. Es salir a estudiar, a ejercer. A soñar. No de nuevo, a repartir "más polenta".

Santiago Cafiero, un poco más moderado dentro del coeficiente intelectual que predomina en el gobierno habló con Radio 10 y entre otras cosas dijo que: “El análisis es que la pandemia hizo sufrir todo este tiempo mucho a la gente y es lógico que no estén conformes con el Gobierno. Nos hizo tomar medidas de cuidado muy antipáticas, el Presidente lo había planteado innumerable cantidad de veces”.

Es decir que dentro de la línea de "Échale la culpa a Macri, a la pandemia, y a cualquier otra cosa".

Recordaba, empleando un argumento de defensa, que también Fernández ya había anticipado cuando anunciaba las restricciones que no tenía problemas en pagar costos políticos por sus decisiones. “Esas medidas de cuidado fueron medidas que desde la pandemia sirvieron, pero desde el punto de vista electoral generaron un clima muy adverso”.

Es que creo, debieron haber separado "Pandemia" de "Cuarentena eterna". Del ¡Ah, pero Macri! por el de pongámonos a laburar. Mostremos un plan económico creíble. Un plan de trabajo, algo.

Santiago Cafiero, también sostuvo que “la gobernabilidad no está en riesgo” y se mostró convencido de que la mayoría de los argentinos “no quiere volver atrás”. 

¿Qué es "volver atrás"? ¿Cuánto mide en tiempo "volver atrás"? ¿A qué año se refiere?

Finalmente llamó al peronismo a “recuperar la calle”.

¿Acaso gobierna otro partido? ¿O es que regalaron la calle? 

La verdad es que tantas torpezas juntas cometieron que la calle se les fue solita, entendiendo eso, aquí viene el ataque de sincericidio y moderación: “Hay que profundizar en los sectores que aún no se han podido recuperar. Hay que volver a generar trabajo, mejores salarios, para que empiece a girar la rueda virtuosa del consumo y del empleo, ese es el desafío”. Casi dos años después de las habladurías de los primeros días.

Y para la tribuna popular del Frente de Todos mandó un mensaje:  "Hay que seguir trabajando con la agenda, incorporar referentes, discursos. Cuando el Frente se agranda tiene más posibilidades”.

¿Cuál es la agenda?
¿Qué referente quedó afuera?
¿Qué nuevo discurso, verso y chamuyo nos espera?
¿Que el periodismo tiene la culpa?

Y otro dato por demás interesante: "Cuando el Frente se agranda tiene más posibilidades". 
Mire Cafiero, creí honestamente, que iba a decir que era el pueblo argentino todo, que la nación argentina toda, íbamos a tener más posibilidades, no sus orgullos y sus bolsillos.

Conclusión

Al final me queda una clara sensación que en su silencio atroz, en su nerviosismo explícito, la vicepresidenta Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, señalada como la madre de esta derrota, decía más. Su postura aturdía más.

Humillados y ofendidos, no parecen darse cuenta que la voz democrática del pueblo es el voto. Por esa razón, debieron haber subido al escenario sólo, a pedir disculpas.





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