HERMINIO Y LA QUEMA DEL ATAÚD

HISTORIAS

Herminio Iglesias, peronista

Por Walter R. Quinteros

Herminio Iglesias, había nacido el 20 de octubre de 1929. Hijo de un matrimonio de orensanos que llegó a América corrido por las hambrunas de Galicia.

Cicatrices

A los tres años los Iglesias se trasladaron a Villa Castellino, en Avellaneda. Herminio era muy pequeño cuando, jugando con un motor, perdió el dedo índice de la mano izquierda. Su hermana Clara contó, para alimentar el mito del coraje, que “cuando se miró el dedo destrozado ni siquiera gritó. Ese pedacito de dedo estuvo en un frasco durante mucho tiempo. Nosotros le decíamos que mamá lo guardaba para ponérselo de nuevo. Y él esperaba. Un día se cansó de esperar, agarró el frasco y lo tiró a la basura”.

La verdad es que Herminio estaba lleno de cicatrices y mutilaciones: un accidente de coche en la autopista Ricchieri, en 1965, le dejó un párpado retraído y una mirada extraña; en 1973, al salir de un velatorio, le metieron cuatro tiros en el cuerpo. Uno de ellos, reza la leyenda urbana, le rozó un testículo. Al periodista que le preguntó por el asunto le ofreció que el enigma lo dirimiera su hermana, “si estaba buena”.

Aunque el estigma que lo persiguió más que ningún otro fue una escuela primaria terminada por la noche y a los tropezones. “Hay quienes no se comen las eses –se disculpaba– pero se comen el país.”

A los 13 años la pobreza lo obligó a entrar en Siam -Di Tella, pero la ignorancia no está reñida con la viveza y a los 21 era el delegado del personal: la Unión Obrera Metalúrgica no era un gremio de señoritas y él tenía una visión pragmática. Fustigaba la corrupción ostentosa de los caudillos sindicales pero matizaba: “¡Ojo!, que yo no digo poner dirigentes jóvenes que hagan huelgas todos los días”.

Él, para ser coherente, nunca se fue del barrio aunque haya llevado en la muñeca un Rolex de oro macizo, manejado un BMW y disfrutado de una quinta con dos canchas de tenis (en Florencio Varela, eso sí). Cobraba una pensión como ex diputado, una tarea que lo aburrió. Por eso se hizo ver poco en el recinto, donde no intervino jamás. Admitía que pudo haberse jubilado antes, como intendente, en 1973, “pero no lo hice porque tengo ética, porque tengo moral y porque en aquel entonces no tenía la edad suficiente”.

Compatible con la política

Practicaba billar en un club de Once, jugaba paddle dos o tres veces por día, y el fútbol no se le daba mal. En un ejemplo de flexibilidad compatible con la política, integró las Inferiores de Huracán, fue socio de Independiente, socio vitalicio de Racing, pero su corazón, su corazón permaneció azul y oro. 

Sus enemigos políticos le facturaron el pasado: hicieron saber que sus referencias a detenciones y torturas se vinculaban a cuatro procesos instruidos contra él entre 1965 y 1967, uno por asalto a un transporte y robo de 24 mil litros de aceite procedente de Brasil, dos por levantar quiniela clandestina y otro por amenazas.

En 1987 fue expulsado del PJ junto a Tomás de Anchorena, un aristócrata populista, y a Lázaro Rocca, un ex laborista, por presentar una lista opuesta a la oficial de Antonio Cafiero. El dijo que se iba por su propia decisión, “imposibilitado de compartir nada con socialdemócratas, comandos civiles y marxistas”.

Después regresó: ganó la intendencia de Avellaneda durante el último gobierno de Perón, entre 1973 y 1976, ocupó una banca de diputado nacional entre 1985 y 1989 y lo eligieron concejal desde 1991 a 1999.

La violencia a su alrededor

​Presidió la agrupación vandorista "30 de Junio", en Avellaneda. ​Durante la dictadura "Revolución Libertadora" fue apresado varias veces por pertenecer al peronismo, sufriendo torturas en el penal de Las Heras durante el régimen de Aramburu tras lo cual logró fugarse y exiliarse con su pareja en Uruguay.

Fue baleado el 27 de enero de 1972 por otros peronistas. Corrió a tiros a Juan Manuel Abal Medina el 16 de diciembre de 1972. Fue baleado otra vez, el 12 de septiembre de 1973, también por una interna con sus adeptos.​ Fue candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires en la campaña de 1983.

Después de mínimos escarceos políticos (llegó a encabezar una lista de un partido vecinalista), quiso volver a la política "grande". Fue postulado como candidato a senador para las elecciones legislativas del 2005 por el Partido Laborista de la provincia de Buenos Aires.

Pero lo recordamos por la quema del ataúd Radical

El 28 de octubre de 1983, durante el cierre de campaña del Partido Justicialista, frente a una multitud de entre 800.000 y 1.200.000 personas, en el centro del palco y enfocado por todos los canales de televisión, prendió fuego un ataúd con las siglas de la Unión Cívica Radical y una corona mortuoria. Por este acto, se lo señaló como el responsable de la derrota en las elecciones de 1983.

Julio Bárbaro le decía a Télam: "El candidato presidencial peronista Ítalo Argentino Luder había cerrado la campaña en el Obelisco, el 28 de octubre, y mientras pronunciaba su discurso, Iglesias quemó una miniatura de un ataúd con el nombre de Raúl Alfonsín y estaba pintado con los colores rojo y blanco, emblemas del radicalismo".

Ese hecho, sumado a declaraciones tales como "conmigo o sinmigo vamos a ganar" o "trabajaremos las 24 horas del día y la noche también" determinaron que este dirigente del peronismo de Avellaneda cobrara un protagonismo inusitado en la campaña.

"La verdad es que habíamos quedado atrapados en la lógica de la guerrilla y los sindicatos que había sido parte de los años '70, el peronismo era el palco de Ezeiza. El movimiento siempre estuvo lleno de Herminios, pero en ese momento no los pudimos contener", explica Julio Bárbaro, asesor de Luder y candidato a diputado nacional en 1983.

Bárbaro cree además que Luder "no era un buen candidato", pero que además "no había ningún otro" que sedujera al electorado.

"Ni Luder, Ni (Deolindo) Bittel, o (Antonio) Cafiero estaban en condiciones de llegarle a la gente. (Raúl) Alfonsín interpeló a los sectores medios con un discurso más interesante y supo llegarle a los sectores populares. Por eso ganó y fue lo mejor que le pudo pasar al país. El peronismo no había superado la herencia de Isabel (Perón) y (José) López Rega. No podía gobernar", remarcó Bárbaro.

Su muerte

“Tenemos el corazón grande”, decía, mientras los bombos acompañaban el “borombombom / borombombom / Herminio Iglesias / gobernador”, una alternativa circunstancial al “ni yanquis ni marxistas / pe-ro-nis-tas”.

Y el corazón fue, en realidad, su víscera más vulnerable. Lo habían internado en 2002 y a principios de 2003, siempre aquejado de cuadros de arritmia. No hacía otra cosa que entrar y salir de la Fundación Favaloro. El triple by-pass a que fue sometido en 1994 le permitió sobrevivir hasta el 16 de febrero del 2007, cuando no pudo reponerse del fallo cardíaco y renal que lo había convertido en un enfermo terminal.

(Fuentes: Wikipedia / Diario Rio Negro / Página 12 / El País / Télam)

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