CRISTINA, LA MUJER QUE ESCRIBE DEMASIADO

OPINIÓN 

Fui, soy y seré peronista. Por eso pensaba que no podíamos ganar

Por Walter R. Quinteros

La vicepresidente de la Nación, no es más que una golpista cualquiera acostumbrada a no respetar las instituciones, a jactarse de sus gastos con dinero del Estado, a las "cadenas nacionales" y, a que le lleven los diarios a su casa en avión, publicó ayer -con la sola intención de dirigirse sólo a su tribuna-, una carta que desde mi punto de vista, parece más bien escrita por Verbitski.

Y empieza así: "Una vez más me dirijo a mis compatriotas como lo he hecho en otras oportunidades". No es la primera vez. Hace ya casi un año, el 26 de octubre de 2020, me dirigía a los argentinos y las argentinas con el documento “27 de octubre. A diez años sin él y a uno del triunfo electoral: sentimientos y certezas”.

Pleonasmo puro y sigue: "Allí desgranaba reflexiones acerca del funcionamiento institucional. Hoy, releo aquellas líneas de inusitada actualidad en las que también mencionaba que las decisiones en el Poder Ejecutivo argentino siempre las toma el Presidente de la Nación y en las que decía sin eufemismos ni operaciones de prensa en off, que había funcionarios y funcionarias que no funcionaban".

Envuelta en un traje con explosivos, la vicepresidente con esta carta, acercó el fuego a la mecha. La onda expansiva de la explosión, arrastrará sin dudas, también a la coalición gubernamental. Veamos por qué.

En esa carta que supuestamente ella escribió, le faltó poner que es lo que debe comer el presidente, qué traje debe usar. Con esta carta ha tenido el atrevimiento de plantearle a Alberto Fernández un "último aviso" para recordarle su papel de marioneta, destruyendo así, los cimientos del Frente de Todos y de la escasa credibilidad que la casta política tiene.

Con ciertos "tecnicismos", saca los trapitos al sol.

"Como no soy mentirosa y mucho menos hipócrita (nunca digo en público lo que no sostengo en privado y viceversa), debo mencionar que durante el año 2021 tuve 19 reuniones de trabajo en Olivos con el Presidente de la Nación. Nos vemos allí y no en la Casa Rosada a propuesta mía y con la intención de evitar cualquier tipo de especulación y operación mediática de desgaste institucional".

La abuela, en vez de comportarse como una simpática señora, nos cuenta que actúa dentro de los lineamientos que un alto mando militar ejecuta con su tropa. De paso, aproveche señora vicepresidente esta frase y utilícela como una "operación mediática de desgaste institucional". Usted, con su carta ya lo hizo, mejor que cualquier medio informativo que quiera defenestrar a la clase política argentina.

Porque en ella, usted acusa al entorno del presidente de hacer operaciones mediáticas en su contra: "Al día siguiente de semejante catástrofe política, uno escuchaba a algunos funcionarios y parecía que en este país no había pasado nada, fingiendo normalidad y, sobre todo, atornillándose a los sillones".

¿Perder unas elecciones porque políticos como usted -que tiene varias derrotas encima-, es una catástrofe? Créame, o quien haya escrito esta carta, para nosotros, ir a votar y elegir, fue una fiesta de la democracia.

En otros párrafos dice: "Siempre le plantee al Presidente lo que para mí constituía una delicada situación social y que se traducía, entre otras cosas, en atraso salarial, descontrol de precios -especialmente en alimentos y remedios- y falta de trabajo, sin desconocer, obviamente, el impacto de las dos pandemias: la macrista primero y la sanitaria a los 99 días de haber asumido el gobierno. Igualmente siempre remarqué la falta de efectividad en distintas áreas de gobierno".

Sepa que nada de eso nos consta, no hay documentos que digan que eso sea así, muy por el contrario, nada de sus planteamientos se debatieron en el senado que usted preside. Desde algunos gremios, en cambio, si.

"También señalé que creía que se estaba llevando a cabo una política de ajuste fiscal equivocada que estaba impactando negativamente en la actividad económica y, por lo tanto, en el conjunto de la sociedad y que, indudablemente, esto iba a tener consecuencias electorales. No lo dije una vez… me cansé de decirlo… y no sólo al Presidente de la Nación".

¿A quién más entonces? Ya que escribe, cuéntenos. A este medio, esas palabras más nos suenan como dichas por la oposición.

Después, lanza una frase poco creíble: "Fui, soy y seré peronista. Por eso pensaba que no podíamos ganar. Y se lo decía no sólo al Presidente. Muchos compañeros y muchas compañeras escucharon mis temores".

¿Qué tiene que ver que sea peronista con su pensamiento derrotista? La catástrofe política a la que alude, es solo para su tribuna, como dije arriba. Al expresar que: “No podíamos ganar”. Queda a la vista el poco valor del acto eleccionario y la voluntad popular. Parece que sus temores son otros tras la derrota, ya que confiesa con ello que "necesitaba ganar".

Los medios -en sus supuestas operaciones mediáticas-, informábamos que la mujer que escribe demasiado, Cristina, se reunió en Olivos con Alberto el martes pasado, se dice que era para reformular el gabinete y la política de Guzmán.

Y dando entender entonces que es ella la que manda, escribe: “Habían transcurrido 48hs sin que se comunicara conmigo y me pareció prudente llamarlo y decirle que tenía que hablar con él. Deje pasar 48hs deliberadamente, para ver si llamaba”.

¿Ha visto llover de abajo hacia arriba, amigo lector?

Ella dice que en la reunión pidió por Juan Manzur en lugar de Cafiero, cosa que no sucedió. Ese "amotinamiento" a puertas cerradas terminó en el siguiente escándalo, antes de la carta. Veamos:

Primero: Hubo renuncias suficientes como para hacer mermelada después de la paliza electoral. Todo el gabinete de la provincia de Santa Cruz gobernada por Alicia Kirchner, más todo el gabinete de Buenos Aires, gobernado por Axel Kicillof, aunque éste no le aceptó la dimisión a nadie. Fue un simple amague.

Segundo: Antes de almorzar con Ishi, Fernández avalaba a Guzmán cediéndole la palabra en un discurso donde decía que todas las medidas que tomó contaban con el respaldo de Cristina, Kicillof, Máximo y Sergio Massa. (Convirtiéndolos en el Concejo de Sabios).

¿Cómo? Ella dice en su carta "que viene marcando desde hace meses su desacuerdo con el rumbo económico". Y que se encaraba una "política de ajuste fiscal equivocada", y que se cansó de advertirle de eso al presidente.

Tercero: Aparece "Wado" De Pedro y con él, una larga lista de renuncias que llegaron a los medios de comunicación antes que al propio presidente. ¿Vio venir la traición el dueño de Dylan?

Cuarto: Dos cosas urgentes le quedaban por hacer a Alberto en ese día aciago, la primera era entregar su escasa autoridad presidencial y la segunda, con dignidad, sacarse al kirchnerismo de encima.

Quinto: Aparece en escena Aníbal Fernández, cuestionado en Yacimientos Carboníferos Río Turbio y con una huelga y conflictos gremiales sin resolver, a apretarlo.

Sesto: Llega el "Séptimo de Infantería", como en las viejas películas del Oeste, y recibe un inesperado apoyo de algunos gobernadores, diputados, intendentes y sindicalistas como Moyano y la CGT.

Séptimo: Dejó encajonados el tropel de renuncias.

El golpe del kirchnerismo quedó así, en una amenaza. La prensa empezó a hablar que Cristina -con ese inesperado apoyo de algunos gobernadores al presidente-, quedó debilitada.

¿Qué se perseguía con esa actitud desestabilizadora? Se preguntará usted.

Creo que el desmadre de las renuncias kirchneristas obedecían al miedo de perder por otra paliza en noviembre y que dejara al Gobierno en minoría en las dos cámaras. Con todo lo que ello significa para la supuesta autora de la carta, claro está.

Que cambiando algunos nombres del gabinete, que lanzando algunas medidas económicas urgentes en pesos, y un mejor compromiso de la militancia, se pudiesen mejorar encuestas y números para noviembre.

Alberto Fernández desde su soledad, y contando de repente con el apoyo repentino de algunos gobernadores, quizás opte por aceptar todas o algunas de las renuncias presentadas por los kirchneristas. O tal vez decida formar un gabinete de peronistas auténticos, de los pocos que quedan. Y hasta consensuar algo con la misma oposición.

Pero ahí Cristina nos escribe su carta y nos quiere hacer entender que: "Fui, soy y seré peronista". Como para meternos el dedo en la boca, como para decirnos que al mirar a su hijo Máximo, todos juntos cantemos que es el primer trabajador.

Conclusión:

La reacción de la vicepresidente envuelta en su traje de explosivos con el encendedor en una mano, da a entender que no ha tenido en cuenta que puede obrar un milagro llamado "pesos en los bolsillos igual a, cero dignidad y memoria", que asome como un repunte electoral en el mes de noviembre y la salve.

Pero si prende la mecha rápida y corta que tiene, sepulta con ella al Frente de Todos para siempre. O abre otra grieta en el senado. O Alberto sonría.

"Mientras escribo estas líneas tengo el televisor encendido pero muteado y leo un graph: ‘Alberto jaqueado por Cristina’. No… no soy yo. Por más que intenten ocultarlo, es el resultado de la elección y la realidad".

"A la que tanto le temo", le faltó escribir.




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