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"El arte en las paredes genera el pensamiento crítico"
Por Walter R. QuinterosEs muy probable que cuando abrió los ojos el niño que pasaría a llamarse Mario, haya observado la claridad de aquel lugar, la luminosidad y la diversidad de los colores y, después de dibujar arabescos en el aire, recién después, haya soltado el llanto de bienvenida, el que lanzan los bebés al nacer.
El entrevistado de esta semana se llama Mario Vélez, nació en Cruz del Eje, bajo el signo de Acuario, en 1980. Hizo sus estudios siempre en la escuela Normal República del Perú, desde Jardín hasta egresar del secundario. Aquellas inquietudes que atesora desde que nació, lo llevaron a formarse como Maestro de Plástica y Profesor de Artes Visuales en la Escuela Superior de Bellas Artes, Roberto Viola.
Es considerado hoy, el muralista de esta ciudad, donde sus obras plasmadas en espacios públicos y hasta privados, despiertan simpatía y admiración en la sociedad. Y esas obras expuestas —me dice— juegan con la visualización, con el debate. La gente interacciona.
¿Qué buscas en tus obras, belleza o reflexión?
—Un poco de las dos cosas. Cuando veo un muro vacío, gris, me digo, "qué lindo quedaría este lugar lleno de colores". Me gusta jugar con la imagen, que no sea tan literal que venga la gente y diga, para mí es tal cosa, y otro diga para mí es otra cosa. Eso es lo que tiene el arte mural, abarca mucho más allá. Habrá algunos que al verlo toman para un lado, otros para otro y a todos les va a generar algo. Da lugar al debate y aquí tengo un claro ejemplo, cuando pintamos "El Libro", la idea era que tenga otra imagen, esta vez con la intención de llegar a los niños, mostrándoles a través de figuras que representaban las distintas creencias. Mucha gente no lo entendió así. La Iglesia pidió que lo borrasen y la municipalidad dejó "las hojas en blanco". Pero lo bueno fue el debate, como ves, un mismo elemento generó una gran diversidad de apreciaciones.
¿Anduviste haciendo otras cosas?
—Si, haciendo Patria. El 9 de julio nos fuimos al Paraje El Barrialito a la Escuela Molinari Romero, a colaborar, a participar, a hacer cosas por otros, para quince familias necesitadas, porque todos sabemos que un festejo es algo que después, al día siguiente, nos deja un enorme vacío. Entonces nos preguntamos ¿qué hacemos? Y salió esto de ir, de andar, de solucionar en algo, que también es tanto o más profundo.
¿Tenés alguna ayuda económica?
—Si, es una pequeña beca que me otorga la municipalidad, la pagan en tiempo y forma, pero como siempre sucede, hay algunos encontronazos por diversas razones.
¿Trabajos privados?
—No, me parece que sumaría. Todo suma, porque tenés de todo tipo de gente que ve e interpreta distinto cada obra, pero en proporción, las obras se han respetado, aunque están hechas para que llamen a la interacción y, en un espacio público, la obra pasa a ser de todos. Algunos la miran, otros la analizan, los menos la rayan. Lo fundamental es que despiertan la creatividad, generan algo, ése rayón tal vez fue producto de una dinámica, de un impacto que la obra haya generado.
¿Puede haber algo de ignorancia en ése rayón también?
—Si, puede ser. Pero mayormente las obras tienen una temática que dependen del entorno. Cada mural es una experiencia distinta, paredes, entorno y temática, son distintos. Vos fijate que allá en mi barrio, el Balneario B, empezamos con unos amigos a darles vida a las casas a través de los colores y, ver eso es muy bonito. Hará unos diez años, empezamos en forma grupal y hace tres años que me puse las pilas y la gente los va valorando, respetando. Creo que el mural debe generar un mensaje, partiendo de la base del respeto hacia el otro.
¿Qué técnica y pinturas utilizas?
—Usamos muchas técnicas, eso es de acuerdo a la pared. Constantemente voy aprendiendo, especializando. Mis dibujos entran en lo que se llama figurativo, enfocado desde la perspectiva en que la gente pueda participar. Un ejemplo es que para el día de la mujer, muchas plasmaron su impronta en el puente... Y la pintura, usamos el látex para exteriores.
¿Qué es lo que más te gusta dibujar?—La figura humana, es lo que más dibujo. Me abre la imaginación, la creatividad, por eso trato de ir ampliando el radar, aquí todo tiene que ver con todo, es como que el arte nos tiene que hacer sentir esa cosa de seguir jugando como si fuésemos niños. Busco eso, de nutrirme en saber de qué se trata, busco la parte creativa... Te cuento que en una oportunidad me llamaron de Córdoba, para hacer un mural allá, donde toman examen a los conductores y se me ocurrió entonces hacer una figura humana, precisamente una mujer, ¿viste que siempre a la mujer le dicen "andá a lavar los platos"? Bueno, yo la dibujaba de la nariz hacia abajo, pero que ella llevaba bajo el brazo un Renault 12. Ése era el mensaje.
Como los buenos jugadores de fútbol, que entran a la cancha con la pelota bajo el brazo...
—¡Si, claro! Y entonces me pregunté ¿cómo la visto? Ahí se me ocurrió que en vez de llevar puesto un vestido, lleve el cono vial de señalización para el tránsito. Por eso siempre digo que la creatividad, cambia los puntos de vista.
La última Mario, contame, ¿qué genera el arte en las paredes?
—Una gran importancia. El arte en las paredes genera el pensamiento crítico, porque a un mural lo ve toda la gente, aunque pase apurada. Aunque diga que después lo va a mirar bien.
Última imagen
De la misma forma en que los pinceles de Mario, acechan como tigres para dar el zarpazo que pintarán esas percepciones, sus manos iniciarán el vuelo suave y rasante por las paredes, para dibujar los sueños asomados a la libertad.
Sus pinturas en cambio, aguardarán el momento exacto para lanzar el llanto de bienvenida, ésos que sueltan los bebés cuando nacen. Como un espléndido misterio, lleno de colores.
(Walter R. Quinteros / La Gaceta Liberal / Fotos cedidas por Mario Vélez)
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