MURIÓ RAMONA, SÍMBOLO DE NUESTRA LUCHA

 SOCIEDAD /

Con ella no pudieron


Tenía 95 años y defendió la tierra hasta el último minuto de vida. 

Ramona hecha canción. Ramona hecha comedor comunitario. Ramona hecha bandera de lucha. Ramona Bustamante, la mujer de 95 años que fue y será siempre un símbolo del derecho a la tierra y la vida digna, falleció este viernes a la madrugada.

Murió en el campo, de viejita, y llegó al hospital sin signos vitales. Ramona no cejó en su lucha hasta el último momento de su larga vida, íntegramente transcurrida en el paraje Las Maravillas, a unos 20 kilómetros de Sebatián Elcano. En esa zona del norte provincial Ramona fue ejemplo y caso testigo también de cómo los poderes se ensañan con los que menos tienen, con los condenados de la tierra.

Justamente la tierra fue el eje de la vida de Ramona. Su tierra, sus animales, su modo de vida. Ese que un fallo vigente del Poder Judicial provincial amenaza con desalojarla, no a ella que ya no está, sino ahora a su hijo Orlando.

Desalojada en 2003, desalojada en 2004, con la espada de Damocles siempre en el cogote. "Tenemos hecha una vida aquí, y aquí nos quedamos" le dijo tiempo atrás a este medio, en una de las tantas notas realizadas en los últimos años.

Ramona resistió hasta el final la embestida de los productores agropecuarios Edgardo y Juan Carlos Scaramuzza, que apetecen las 150 hectáreas habitadas por la familia Bustamante.

Sepan ellos y todos que no, con Ramona no pudieron.

Innumerables manifestaciones en redes sociales de referentes políticos, sociales y de Derechos Humanos dan cuenta de su lucha y ejemplo.

Ramona Bustamante vivió toda su vida en el paraje las Maravillas, a unos 20 kilómetros de Sebatián Elcano, el mismo lugar del norte cordobés donde resistía una nueva orden de desalojo y a la espera de poder apelar el fallo que la despoja de su vivienda.

La jueza de Primera Instancia Civil y Comercial de Dean Funes, Emma del Valle Mercado, había dado luz verde al desalojo tras la demanda de los productores agropecuarios Edgardo y Juan Carlos Scaramuzza, en reclamo de las 150 hectáreas donde habita la campesina y su hijo Orlando de 65 años.

"Desde el momento de la noticia de desalojo y pedidos de reuniones, no ha habido ningún acercamiento por parte del Gobierno de la provincia y es algo a resaltar porque se trata de un pedido público para darle una solución a esta situación", decía la abogada que acompañaba el reclamo de la campesina por el derecho a la posesión ancestral y contra el modo "irregular" en que los empresarios compraron las tierras de Ramona.

“Fueron con mucha presión hacia una persona que apenas sabía leer y escribir sin comprender lo que firmaba. Terminan presionándola para que firme ese convenio de desocupación con lo cual, Ramona quedó sentenciada a lo que vino después", indicaba la letrada a La Nueva mañana, poco después de conocerse la noticia de un tercer desalojo, en marzo pasado.

Recordemos que tras la homologación de ese convenio, en 2003 ocurrió el primer desalojo. En ese momento, Ramona y su hijo Orlando vivieron seis meses a la vera del camino hasta que tomaron la decisión de volver a su casa.

En 2004 sufrieron un segundo desalojo que fue "violento y destructivo". En ese momento, la campesina denunció que voltearon todo lo que había construido con el esfuerzo de los años y hasta envenenaron los pozos.

Luego de eso comenzaron las denuncias penales, por parte de Ramona a los Scaramuzza por "estafa” pero ambos fueron rápidamente sobreseídos por la Justicia. Y poco después, los productores agropecuarios iniciaron nuevamente una demanda de desalojo en el fuero civil.

Esa sentencia, con la firma de la jueza Mercado, es la que se conoció en marzo pasado y ordenaba, en plena pandemia, otro desalojo.

Ramona ha muerto de viejita, en el paraje Las Maravillas. Con ella no pudieron.

(Con información suministrada por Miriam Campos y Adrián Camerano / La Nueva Mañana)

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