OPINIÓN / EDITORIAL
Por hacer lo que a uno le gusta
Sabido es que una de las más hermosas consecuencias de escribir columnas de opinión en política, es la cantidad de amigos y enemigos que surgen en el camino.
No me refiero a la cantidad de aquellos lectores invisibles de los que no se puede tener conciencia real de quiénes y cuántos son, sino de los que se identifican a través de algunos comentarios y, me los hacen saber. Sepan, aportan y mucho.
Están también, aquellos que buscaron ponerse en contacto, que me escribieron algunas palabras, o que se valieron de personas interpuestas para llegar a esta redacción.
Me gusta esa gente que proyecta, tanto en su trato como en su dicción, una mirada tanto parecida como diferente a la que expongo.
También están aquellos que leen la columna dominical, dedicada especialmente a los cruzdelejeños de nacimiento y formación y, que se explayan sobre su querida ciudad, con su cultura, sus sueños laboriosos, costumbres y hasta con sus caprichos de grandeza, que todavía laten en sus recuerdos con cierta nostalgia.
Cuando puedo, prefiero sentarme a tomar un café por ahí con ellos, para conocernos y regalarnos el diálogo, que es el testimonio de la mutua simpatía de quienes experimentan la sensata alegría de entender una conversación.
Creo, por no ser nacido aquí, que escuché más de lo que hablé. Y he seguido con atención extensas biografías de hombres y mujeres que, aferrados a ésta, su tierra, me manifiestan sin tapujos sus nobles tareas.
Como observador, he opinado. Como observador he identificado tanto al hombre como a la mujer cruzdelejeña que, con vocación, con cierta ternura que expone la bondad, y con sus visiones positivas, ven más lo digno de encomio, que aquello que rechazo o denigro.
Por un lado, hay ocasiones en las que callo mi proverbial pesimismo con estos políticos locales, las muestras ya están a la vista, sólo hay que mirar el bosque y no el árbol. Pero me callo por escuchar a la gente grande que viste con cierta elegancia sus canas y sus arrugas, guerreros de mil batallas que refugiados tras un café, buscan que todo les suene posible y esperanzador, más aún con la amenaza pendiente del maldito coronavirus. Los escucho porque parecen sumidos a cierta resignación o, a la escasez de fuerzas y voluntades, tal vez.
Por otro lado, están mis amigos que aman la poesía, los que les encanta la lectura, y poseen ese oído especial que es un talento natural en ciertas personas para saber si, lo que están escuchando, es bueno para que lo escuchen todos. Están los otros, los que habitan en la vanguardia de esta especie de experimentos de la escritura contemporánea. Y también artistas que saben, conocen, y palpitan el arte. Ellos me preguntaron una vez, ¿todavía opinando de los políticos vos? Lo que quiero decirles, es que hago lo que me gusta hacer.
La diferencia radica claramente en que, a mis amigos artistas, nadie los ha votado, nadie los ha elegido para hacer lo que hacen, y lo hacen con amor, para que a todos nos guste sus trabajos.
En cambio los otros, los que se esconden en la política, hacen lo que no debieran hacer, nos llenan de disgustos por sus trabajos mal hechos, y sin embargo, los hemos elegido.
Para cerrar. Recuerdo un mensaje que recibí tras una nota que realicé hace un tiempo atrás. Lo considero un halago extenso, pero que me entregó un poco más de fuerza para seguir:
—"Usted mira, siente, y nos aclara los problemas de la gente, sus notas parecen venir de un escritor que tiene una parte poética en esto".
Es desde ya, el mejor reconocimiento a una tarea. Pero considero que no es únicamente para mi, por eso lo quiero compartir con aquellas voces que desde la radio, tienen la misma o mayor capacidad para "mirar, sentir y aclarar los problemas de la gente", como el gran amigo Marcelo Acosta y cuántos otros que no tengo el gusto de conocer, y también compartirlo con aquellos que escribiendo, informan, opinan y firman su contenido.
Por mi parte, va entonces un enorme agradecimiento a todos ustedes, los lectores de La Gaceta Liberal.
(https://quienesyporque.blogspot.com)
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