BATALLA DE RIOBAMBA

HISTORIAS /

Uno de los combates más heroicos de la caballería

Por Jorge Tisi Baña

En la tarde del 21 de abril de 1822, un puñado de heroicos Granaderos a Caballo de los Andes, comandados por el Sargento Mayor Juan Galo de Lavalle González Bordalló, libra en las afueras de la villa ecuatoriana de "Riobamba" uno de los combates más heroicos que registra la historia de la Caballería.

El día había amanecido lluvioso y el barro dificultaba severamente los desplazamientos de las fuerzas patriotas. El Mariscal Antonio José de Sucre le ordenó entonces al bravo Lavalle, por entonces un joven de 25 años, que con su escuadrón de Granaderos se adelantara para reconocer el estado del camino por el que debía transitar el grueso del Ejército Libertador en su camino hacia Quito. En esa tarea estaban cuando al llegar a la loma de Riobamba se encontraron con una importante fuerza de infantería enemiga comandada por el coronel realista Juan Carlos Tolrá, que se replegaba protegida su retaguardia por tres escuadrones de caballería de 120 hombres cada uno. Lavalle observó que se desplazaban en columnas paralelas por un callejón cerrado. Lo prudente hubiera sido replegarse, pero no era la prudencia una de las características de Lavalle, quien sin dudarlo, decidió probar el valor de sus 96 granaderos, mandó formar en batalla y, sable en mano, ordenó la carga.

Los españoles quedaron atónitos al ver cargando contra ellos “¡a degüello!” a un grupo de jinetes muy inferior en número. La sorpresa fue total, y la infantería realista se vio arrollada por su propia caballería en retirada. Al advertir que los escuadrones realistas, muy superiores en número, se reorganizaban tras el desbande inicial, Lavalle detuvo el ataque y dio la orden de retroceder lenta y disciplinadamente, al trotecito, como si estuvieran dando un paseo.

Tras reponerse de la sorpresa los realistas, avergonzados y heridos en su orgullo, se lanzaron con furia a la persecución apoyados en su abrumadora superioridad numérica.
Según contó el propio Lavalle en su parte de combate, “el coraje brillaba en los semblantes de los bravos granaderos, y era preciso ser insensible a la gloria para no haber dado una segunda carga”.

Entonces, cuando tuvo a sus perseguidores a menos de cien metros, ordenó volver grupas y cargar nuevamente. Esta vez se le sumaron 30 Dragones Colombianos. El choque fue terrible, y el entrevero, sangriento, pero la decisión y el coraje de los Granaderos volcó rápidamente el combate a su favor y la caballería enemiga huyó una vez más en absoluto desorden. Los realistas tuvieron cincuenta muertos y un número similar de heridos, mientras que los criollos sólo debieron lamentar dos bajas, un granadero y un dragón.

Con posterioridad al combate, Sucre le escribió un elocuente informe a San Martín que lo dice todo: “Lo mandé a un reconocimiento a poca distancia del valle y el escuadrón se halló frente a toda la caballería enemiga y su jefe tuvo la elegante osadía de cargarlos y dispersarlos con una intrepidez de la que habrá raros ejemplos”. Y terminó diciendo: “Su comandante ha conducido su cuerpo al combate con una moral heroica y con una serenidad admirable”.

El combate de Riobamba (también conocido como combate de Tapí), fue la más brillante acción de caballería de la Guerra de Independencia. Desde el punto de vista militar materializó la completa anulación de la caballería realista para todo el resto de la campaña y dejó definitivamente abierto el camino que conduciría hacia las sucesivas victorias de Pichincha, Junín, y Ayacucho, donde se selló para siempre la libertad de América.

El sobresaliente desempeño de Lavalle y sus Granaderos fue premiado, distinguiendo a todo el primer escuadrón con la concesión del uso de un escudo en el que se lee: “El Perú, al heroico valor en Riobamba”. Por su parte el Libertador Simón Bolívar decretó que el escuadrón de Lavalle llevara el nombre de “Granaderos de Riobamba”. Desde ese glorioso día Lavalle pasó a ser conocido como “El León de Riobamba”.
Y yo tuve el altísimo honor de comandar ese mismo Escuadrón durante el año 1984.

(Jorge Tisi Baña)

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