OPINIÓN /
Desesperación en el oficialismo
“Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno”. Emiliano Zapata
¿Cuánto puede tener que ver con el tiro en el pie que el Gobierno se acaba de pegar el violento fracaso de su absurda política exterior? Contra todos los pronósticos del Grupo de Puebla, su favorito –un delfín de Rafael Correa- perdió en Ecuador, y el MAS de Evo Morales recibió cuatro fuertes cachetazos en los departamentos más importantes de Bolivia. El ballotage de Perú, en que competirán un candidato de izquierda y una de derecha tampoco promete demasiadas alegrías a las aspiraciones de Albertín y el Instituto Patria, que se ven cada vez más aislados en su pretensión de recrear la “Patria Grande” en América del Sur.
Ya nadie tiene dudas que este penoso Presidente Pinocho ha sido reiteradamente violado -¿no lo consintió acaso?- por la PresidenteVice y una manada de funcionarios (en general, revistan en las segundas líneas de todos los ministerios) que aplican viejas recetas ya fracasadas, por el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y por Roberto Baradel, líder de los kirchneristas “trabajadores de la educación”. Disfrazado de tirano que asume la suma del poder público, se lo percibe como un payaso patotero.
Evidentemente, el virus con el que dice haberse contagiado –sin explicar dónde ni cuándo habría sucedido, mientras públicamente ignoró barbijos y distancias- ha deteriorado, si cabe, aún más sus facultades físicas y mentales, y lo probó cuando reprochó al sistema de salud, médicos y enfermeros, por “relajarse” al haber atendido a enfermos con otras patologías, lo cual ha llevado a que disminuyan las camas de terapia intensiva destinadas a Covid. El pánico había llevado a los prestadores públicos y privados a postergar todos los tratamientos, incluidos muchos graves, para reservarlas; para este cretino, ¿es peor morirse por el virus que por un cáncer o una cardiopatía, por ejemplo?, ¿no hubiera debido explicar por qué no se hacen los testeos y qué pasó con las vacunas pagadas y no recibidas?
Por el terror inducido, la cuarentena más prolongada del mundo fue aceptada porque, dijo, ese lapso se aprovecharía para importar vacunas y optimizar el sistema de salud; ahora, cuando la ideología, la corrupción y la improvisación cubren todo lo vinculado a la pandemia y cuando, como es obvio, tampoco se han mejorado los hospitales y los sanatorios –y muchos han cerrado- ni siquiera pidió perdón. No hizo autocrítica alguna y tampoco hizo referencia al comité de “científicos” –¡desaparecidos en democracia!- en cuyos demostradamente irresponsables consejos se apoyó para fundir 30.000 empresas y perder 1,5 millón de puestos de trabajo.
Mientras los casinos continúan abiertos y todos los días se hacen manifestaciones multitudinarias sin ninguna medida de cuidado personal, en la medida más infundada y contraria a todas las recomendaciones mundiales educativas y epidemiológicas, ordenó cerrar nuevamente las escuelas, pese a que todas las experiencias indican que no son ámbito de contagio; lo hizo sólo para obedecer la presión de Cristina Fernández y de Axel Kiciloff, desesperado por la absoluta ineficacia y torpeza que caracterizan su propia gestión, como se comprueba día a día en las aglomeraciones de los centros suburbanos de comercio informal y en el transporte público. Ese cierre tiene varias aristas, todas complicadas para cualquier aspiración electoral: las clases más humildes dependen de ellas para la alimentación de sus hijos; quienes tienen trabajo se verán impedidos de cumplir porque deberán cuidarlos; los alumnos se perjudicarán otra vez por la irreversible deserción escolar que tanto se notó el año pasado; y muchos volverán a la calle y a la droga. A la lista de ministros que nos preguntamos por qué no renuncian (Martín Guzmán y Felipe Solá) se agregaron Nicolás Trotta y Carla Vizzotti, desmentidos en horas sobre la presencialidad en las escuelas.
Sin hesitar, a pesar de la formación jurídica que dice tener, Albertín violó tanto la Constitución Nacional cuanto las de la Ciudad Autónoma y la Provincia, y derogó, de hecho, el Estado de Derecho. ¿De dónde sacó el “imperio” necesario para decidir que esa entidad teórica denominada AMBA será militarizada?, ¿cree que puede crear delitos por decreto? Si el Congreso está funcionando, ¿ignora que las restricciones a las libertades individuales sólo pueden ser aplicadas por las leyes que reglamenten el ejercicio de los derechos individuales que la Constitución establece?
Me parece que cunde la desesperación en el oficialismo. Sin ella, no se explica esta declaración de guerra total que, claramente, golpea a sus propios votantes y favorece a la unificación de la oposición en la resistencia a la opresión. El Gobierno perdió totalmente el rumbo, tal como se ve en sus permanentes contradicciones internas, los crecientes índices de inflación, en la catástrofe económica, sanitaria y social, y también ha hipotecado la confianza de la ciudadanía hasta un punto de no retorno. La otra y única posibilidad es que sus verdaderos ideólogos, a los que no hay que comprar por idiotas, hayan decidido avanzar hacia un destino final de empobrecimiento generalizado, en que todos vivamos del Estado.
De todas maneras, la sociedad civil desobedecerá y resistirá a esta absurda tiranía corrupta, bicéfala, ideologizada y claramente fracasada y, para expresarlo con claridad, saldrá nuevamente a las calles hoy mismo, a las 1700 hs., tal como hace desde el miércoles a la noche ante la residencia de Olivos para perturbar el sueño de este inconsciente émulo de Alberto Olmedo cuando desempeñaba su papel de general-dictador de Costa Pobre.
(Tribuna de Periodistas)
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