OPINIÓN / MUNDO / ECUADOR
Votar con ilusión
Por Julio César Roca de Castro
¿Todo tiempo pasado fue mejor? No, en el esclavismo, en el feudalismo, en los albores del capitalismo no lo era, especialmente para la mayoría de las personas. Veamos en materia electoral en Ecuador.
En la colonia, el Imperio español decidía la suerte política de los habitantes de esta tierra. Cuando estos dijeron ¡basta! los nuevos dueños del poder, los criollos, fundaron en 1830 una república basada en la riqueza: De 500.000 ecuatorianos, aproximadamente, solo unos 8.000 tenían derecho a votar. La Constitución de 1835 exigió no estar en sujeción laboral, cerrando aún más el círculo. En la de 1861 se suprimió el voto censitario. En 1869, por la Carta Negra de García Moreno, que quiso convertir a la nación en un convento, solo los católicos podían ser ciudadanos y por ende sufragar, lo que fue eliminado en la Constitución de 1878, ya muerto el tirano. En la de 1884 los hombres resolvieron que únicamente los hombres eran ciudadanos y tenían derecho a votar. La Carta Magna de 1897, oxigenada por la Revolución liberal, removió ese obstáculo.
Desde entonces podían ir a las urnas las mujeres, pero recién en 1924 una mujer advirtió ese derecho y quiso ejercerlo. En 1929, ya explícitamente, la Constitución incorporó el derecho al sufragio de las mujeres, que la regresiva de 1946 hizo facultativo.
La Norma Suprema de 1967 restituyó el voto obligatorio para las mujeres y estableció los derechos ciudadanos de participar activamente en la vida política, ser consultados mediante plebiscito, fiscalizar al Poder Público y elaborar leyes. La de 1978, impugnada por oscuros sectores y sancionada por el pueblo, concedió el voto facultativo a los analfabetos, haciéndolos visibles por fin, después de que les fuera quitada históricamente la oportunidad de aprender a leer y escribir. Ahora algunos quisieran que no puedan votar los beneficiarios del bono de pobreza, por juzgarlos chusma indeseable sin capacidad de decidir nada. La Constitución de 1998 reconoció el importante derecho de revocar el mandato de los representantes populares, por el elemental concepto de soberanía.
Y la Carta Magna de 2008, vigente, reforzó notablemente el derecho a la iniciativa legislativa de los ciudadanos, inclusive de normas constitucionales y concedió el voto facultativo a los adolescentes, militares, policías, discapacitados, y obligatorio para los analfabetos y presos no condenados en firme. Los ecuatorianos residentes en el exterior y los extranjeros radicados en el país por cinco años también tienen derecho a sufragar.
Así pues, el devenir, aun con retrocesos, ha sido favorable al progreso. Mañana que votemos, no lo hagamos desde el desdén a la política, que más nos afecta, desde los intereses mezquinos y el odio. Siempre con la ilusión de mejores días, de entender que acudir a las urnas no agota esa ilusión.
Diógenes caminaba descalzo por la antigua Atenas, con una lámpara en pleno día, buscando hombres honestos. Serrat canta a la utopía: “No pases pena, que antes que lleguen los perros, será un buen hombre el que la encuentre y la cuide hasta que lleguen mejores días”.
(El Universo)
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