COHETES EN EL PANTALÓN

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El rapero Ca7riel despliega su propia versión de “Mil horas”, en un video que forma parte de una serie llamada “Música Popular Argentina”





Por J.C. Maraddón

Desde sus inicios, el rock nacional deslizó en sus canciones mensajes cifrados sobre experiencias con drogas, tal como hacían los referentes del mercado anglosajón. Una de las canciones fundacionales del movimiento en la Argentina, “La balsa”, pone el acento en la acción de “naufragar”, que para la bohemia rockera de aquel entonces significaba pasar varias noches sin dormir, en muchas ocasiones bajo el efecto de las anfetaminas, que también habían sido la adicción iniciática de los Beatles cuando debían tocar sin parar durante sus interminables presentaciones en los clubes de los suburbios de Hamburgo a comienzos de los años sesenta.

Al igual que había ocurrido en el hemisferio norte, también por aquí se apelaba a figuras literarias para aludir a un ritual que, si bien estaba asimilado como parte de la cultura rockera, era considerado ilegal por la legislación vigente y, por lo tanto, no podía figurar en una composición musical de manera expresa. Surgió así una especie de argot que sólo era conocido por los “iniciados” y que permitía hablar de lo prohibido sin caer bajo las garras de la censura, que en esos años no perdonaba a quien se atreviera a incluir en sus líricas un contenido fuera de lugar.

Este juego perverso llevó en nuestros tiempos a que el humorista Diego Capusotto compusiera un personaje que tenía como muletilla la frase “¡están hablando del faso!”, para mostrarse cómplice de un músico que realizaba malabares lingüísticos en su afán de no mencionar directamente la marihuana. Este ardid, perfeccionado durante la dictadura, no se relajó inmediatamente con el advenimiento de la democracia, pero fue durante esos años ochenta cuando los artistas abundaron en versos que se enfocaban en esta temática, escondidos ahora detrás de un tono burlón o de una figura poética que bordeaba lo bizarro.

En esa sintonía se ubica “Mil horas”, la canción compuesta por Andrés Calamaro (con letra de Marcelo “Cuino” Scornik) para el disco “Vasos y besos” editado por Los Abuelos de la Nada en 1983, justo cuando el país se encaminaba hacia la recuperación de las instituciones republicanas. En ese tema, al borde de lo explícito, se describe una historia de “transa” luego reconocida por los autores, en lo que bien podría ser considerado un antecedente de lo que han sido luego muchos hits más actuales del género hiphopero, donde esta clase de situaciones aparecen de manera frecuente y mucho más directa.

Tal vez como un reconocimiento a ese hit que se remonta 38 años atrás, el rapero Ca7riel despliega su propia versión de “Mil horas” en un video que forma parte de una serie llamada “Música Popular Argentina” y que fue subido a la plataforma de Youtube en enero de este año. Aferrado a su guitarra y echado sobre la terraza del Centro Cultural Kirchner, en la ciudad de Buenos Aires, el cantante revela allí sus orígenes rockeros, por más que conserva la entonación propia del género del trap, sin que por eso se pierda la armonía propia de la canción.

El rescate brinda la posibilidad de trazar una línea de sentido que exhibe demasiados puntos de contacto a lo largo de todas estas décadas; y se luce al contrastar la ironía de la que se nutrió Scornik en la ya lejana década del ochenta para guiñarle un ojo a la hinchada, con el desenfado que existe por estos días en que no se requiere de tantos subterfugios para decir lo mismo. Al elegir aquella pieza de Los Abuelos de la Nada, Ca7riel sabe que está anclando su obra dentro de una tradición en la que muchos parecen no querer que se involucre.

(Alfil)

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