LA NAVIDAD

OPINIÓN /

De aquellos que han quedado solos

Por Walter R. Quinteros 

Llega la Navidad, y con ella, como regalo inesperado, volvieron las medidas restrictivas. Volvemos a un confinamiento parcial, el de la segunda ola, el de las fase 1 o, 2. Vuelve con eso el tiempo en que nos miramos nosotros mismos y el dolor de la conciencia del tiempo que no aprovechamos con otros.

Para muchas familias argentinas y, del mundo entero, esta Navidad y fiestas de fin de año serán diferentes. Habrá sillas vacías de los que se fueron en medio de la pandemia, habrá sillas vacías por las restricciones y eso,  ese contraste, hará que la celebración de los pocos presentes, sea diferente. 

Nunca, habíamos hablado de vivir en contextos de incertidumbre y también creo que nunca imaginamos algo así. 

Nunca nos habíamos pensado tan vulnerables por un virus que llegó para sacudir todas las estructuras, las económicas, gubernamentales, sociales y familiares.

Así, por esta necesidad, hemos sentido la necesidad de ser conducidos por políticos capaces, con criterio y preparación para administrar situaciones críticas, y nos dimos cuenta de qué tipo de personas sirven para esas posiciones y cuáles no.

El encierro por la cuarentena, nos llevó a ser más cautelosos, a no creer, a desconfiar de todo lo que sucedía más allá de nuestras puertas y, a enfrentarnos con nosotros mismos acá adentro. A buscar en nuestro interior.

Tuvimos miedo y también esperanzas, y esas sensaciones empezaron a luchar por ocupar un mismo espacio, alimentados por las imágenes que nos llegaban desde la televisión y por internet en forma constante, sin pausa, de las calamidades en el mundo.

Las redes sociales se llenaron de opiniones, algunas negacionistas, otras casi apocalípticas que superaron ampliamente nuestra capacidad de asombro. 

Y económicamente tocamos fondo, improvisamos, discutimos, peleamos, desnudamos incapaces, y salieron a la luz oscuros negociados que estaban escondidos en las mentiras esgrimidas por los políticos, para mantenernos sujetados, metiéndonos miedo.

En nuestra nueva desconfianza, sospechamos con causa justa de aquellos que nos hablan de nueva normalidad. Porque sabemos que nada tiene de normal, que sigue siendo peligrosa. 

Siempre fueron estas fiestas las que nos reunían a la familia, a los amigos, a los creyentes. 

En la Navidad celebramos el nacimiento divino de Jesús, y es donde nos encontramos para celebrar los afectos y las creencias, donde nos juntamos para desearnos felicidad. 
 
Ahora será distinto. Tal vez dudemos de acercarnos y abrazarnos y besarnos, aún cuando haya en la mesa, muchas o tan sólo una, silla vacía.

Los invito a que también, en ese acto, elevemos un pedido por aquellos que están solos, sea por una cosa o por otra. Esas personas han querido, quieren y querrán, pero ahora están solas. También a todas ellas...

Feliz Navidad

(La Gaceta Liberal)



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