OPINIÓN /
Sanjuanino de nacimiento, Mario se hizo cordobés. Y los cordobeses se hicieron de Mario.
Por Archi Londero
Era sanjuanino, pero se hizo cordobés. Y a eso le agregó que se hizo parte de Córdoba. Mario Pereyra se metió en el ADN de los cordobeses y se convirtió en un símbolo de esta provincia mediterránea hasta ocupar un lugar en la identidad local, junto con la Mona, el cuarteto, el Fernet y el humor, por sólo citar algunas cosas, como que se hizo hincha de Talleres, pero lo aman los de Belgrano.
Mario se hizo nuestro y nosotros, sin darnos cuenta, nos hicimos de Mario.
Recuerdo que a mediados de la década del ´80, cuando ingresé a trabajar en Radio Universidad, esa emisora ocupaba un indiscutible liderazgo. Parecía que nada ni nadie podrían bajar del cielo al 580 del dial. Sin embargo, ya había llegado a Córdoba la estrella sanjuanina que se haría gigante y cambiaría la historia de los medios locales.
Al principio lo criticaron, y mucho, decían que gritaba, que ese no era el estilo que le gustaba a los cordobeses. Paso a paso se fue imponiendo y antes de que lleguen los ’90 ya le llevaba kilómetros de distancia al resto.
Como todos los grandes, sabía lo que era y lo que podía dar y, a diferencia de los mediocres, él no tenía miedo de rodearse de los mejores, de alentarlos y llevarlos a surfear por las altas olas de su misma fama.
Por eso tuvo siempre a su lado a otro gigante como Rony Vargas, con quien conformó la dupla más exitosa en la historia de los medios nacionales. Por eso invitó a sentarse a su mesa radial a comunicadores y locutores talentosos sin temor a que ninguno lo eclipsara. Era imposible. Mario era el mismísimo sol: él los hacía brillar.
Por eso desde su entorno surgieron algunos funcionarios que se sumaron a la política empujados por la altísima visibilidad que él, generoso, les convidaba.
Su incansable entrega, sin descanso, deja un legado incalculable a la radio cordobesa, ya que le puso a ese medio tanta pasión como para llenarla de hinchas y fanáticos. Gracias a él, hoy un cordobés te escucha radio hasta cuando se baña.
Polémico como pocos, no dudo en tomar posiciones decididas a la hora de opinar, lo que le valió el rechazo de amplios sectores, pero ni eso ni sus errores, que sus detractores se encargaron de resaltar con malicia, pudieron con su liderazgo, que se mantuvo sólido durante 35 años.
Intentó incursionar en la televisión, pero su primer programa de un ciclo de entrevistas estalló en críticas por el invitado elegido: Luciano Benjamín Menéndez. Ofendido, enojado, muy herido, se refugió detrás del micrófono de su querida radio y decidió que ese sería el único escenario sin límites para crecer, hasta convertirse en una figura nacional.
Miles de cordobeses se sorprendieron al subirse a un taxi en Buenos Aires o en otras provincias y llenarse de orgullo al escuchar la inconfundible voz de Mario Pereyra.
Por eso, con la muerte de este sanjuanino que se hizo cordobés, se nos va una parte de esa Córdoba a la que él también le puso su propio toque de identidad.
(Radio Suquía)
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