EL CHOREO K

OPINIÓN /

Que a nadie le importa 


Nuestra oposición es a la política lo que los Washington Generals son al Basquet

Por Marcelo López Masia

Globe Trotters es un equipo que se convirtió en mito jugando contra rivales que les permitieron lucirse en cada gira: los Washington Generals.

En cada exhibición, los oriundos de la capital de Estados Unidos han quedado siempre en ridículo ante las movidas (deportivas y anti deportivas) que sufren por parte del acrobático equipo nacido en el corazón del Harlem neoyorquino.

En Argentina, estamos asistiendo sin inmutarnos a un sistema político nacido en Santa Cruz y extrapolado a todo el territorio nacional.

En esa provincia, el eterno candidato Eduardo Costa y sus aliados radicales son los Washington Generals australes.

Este millonario dueño de súper mercados, concesionarias de autos, hoteles y actividades mineras pierde una y otra vez frente al kirchnerismo: 2007, 2011,2015 y 2019.

Pero, en lugar de dar un paso al costado, insiste una y otra vez en la derrota como ocurre con los sufridos patenaires de los Harlem´s.

¿Es o se hace?

¿Por qué no permite que crezca otro candidato si está claro que sus comprovincianos jamás lo van a elegir para ocupar el sillón de Gregores?

La “santacrucificación” de la Argentina es precisamente la imitación de esta modelo.

A lo largo de tres meses le entregué a más de 300 periodistas y unos 200 políticos de primera línea a nivel nacionalun libro que demuestra de manera muy sencilla cómo CFK y su banda se robaron un mínimo de mil millones de dólares gracias a un artilugio técnico desplegado en el Fútbol para Todos.

Ningún representante del pueblo ni comunicador quisieron tomar la posta de un choreo sin parangón que se perpetró delante de la vista de millones de televidentes, sin que nos percatáramos.

Llevé el caso a los tribunales federales y, hasta ahora, el fiscal le dio cabida y ordenó las primeras medidas de prueba.


Les resumo el audaz robo en pocas líneas:

Entre principios 2010 y fines de 2015 se disputaron 3.000 partidos en el programa Fútbol para Todos (Primera División, Nacional B y selección argentina).

Por iniciativa del ex presidente Néstor Kirchner, su esposa prohibió como presidenta la publicidad privada en las transmisiones lo que le ocasionó al Estado Nacional un quebranto de 1200 palos verdes a lo largo de los seis años apuntados.

Al momento de lanzar esta iniciativa, su ex jefe de gabinete, Aníbal Fernández, prometió que se generarían muchos dividendos con los sponsors particulares y que el superávit iba a servir para el sostenimiento económico del deporte olímpico amateur.

¿Por qué prohibieron de manera taxativa la llegada de firmas que querían darle dinero a las arcas públicas?

En esos años, irrumpieron en casi todas las canchas de fútbol de primera división de argentina las pantallas led.

Se trata de un vallado electrónico de 230 metros de extensión que abarca todos los sitios que toman de frente las cámaras de televisión.

Ante la imposibilidad de ingresar a las transmisiones de manera normal, las empresas asociadas con el deporte más popular del mundo tuvieron una oferta por parte de quienes manejaban el negocio.

Podrían entrar en la pantalla chica de manera indirecta ya que durante 60 de los 90 minutos que dura un partido estarían al aire (entrando “por la ventana”) los avisos multicolores y llamativos gracias a la moderna tecnología del Súper HD.

Resumiendo: muchos pensamos que la desmesura de los K los llevaban a querer copar con avisos partidarios todas las tandas (antes, durante y después de cada match) pero la realidad era otra.

Generaron diez millones de segundos de publicidad no tradicional para un total de 120 grandes anunciantes gracias a la multiplicación de 3000 partidos por sesenta minutos por sesenta segundos.

Como el costo mínimo de un PNT en un partido del círculo máximo del balompié cuesta cien dólares, el piso de la estafa fue de al menos mil palos verdes.

Sin embargo, un Boca-River, por ejemplo, tiene una tarifa diez veces más alta a la expresada.

Tras difundir masivamente un dossier con lo ocurrido, imaginé a diputados, senadores y dirigentes del Pro, la UCR, liberales y de izquierda visibilizando semejante desfalco contra los dineros públicos.

Sin embargo, comprobé con estupor que no son más que los Generals de Washington.

Una troupe decadente de cómplices y cobardes que miraron para otro lado cuando tuvieron la posibilidad de frenar a la Jefa de la asociación ilícita que gobierna desde la Rosada.

Concretamente, pudieron parar en seco con este nuevo escándalo sus ansias de dinamitar por completo el sistema judicial de nuestro país.

Este verano iré a Santa Cruz a elaborar un documental ya que se cumplen 30 años de la llegada de los K al poder en esa administración subnacional.

A treinta años de su arribo, la provincia está:

-Fundida y quebrada en materia económica y financiera

-Tres de cada cuatro trabajadores se relaciona directa o indirectamente con las tres esferas del Estado

-La ganadería y la actividad agropecuaria prácticamente desaparecieron

-Las capturas de peces en el mar son suicidas

-El petróleo y el oro fueron saqueados

-La multimillonaria usina a carbón de Río turbio jamás funcionó

-Nunca se hicieron los trenes a Punta Loyola o el transpatagónico

-Las represas Kirchner Cepernic (Barrancosa Condor Cliff) no avanzaron más que un diez por ciento

-No se hicieron las zonas francas, ni los lavaderos de lanas, ni las destilerías de petróleo

-No se desarrollaron los parques de vientos en el Norte ni se construyeron los acueductos prometidos

-Tienen récord nacional de repitencia escolar, de alcoholismo, de drogadicción, de suicidios y de contaminación ambiental.

Es una sociedad alienada, donde todo es de los Kirchner, empezando por la justicia y el parlamento.

Estoy convencido de que, una vez más, el “periodismo” argentino y los “opositores” se van a encoger de hombros.

Pero, creo que vale la pena de dejar testimonio.

Vamos en una ruta directa hacia Santa Cruz.

Viviremos como esclavos y zombies gracias a nuestros queridos e impresentables representantes.


(© Tribuna de Periodistas)

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