FEOS, SUCIOS Y MALOS

 OPINIÓN /

Brutti, sporchi e cattivi



Por Gustavo Ladelfa

Los acontecimientos infortunados del país se están desarrollando de una manera inusitada, el fracaso rotundo de las reglas de juego democráticas, sumadas a los desquicios de la política y los políticos; nos ha llevado a un punto de inflexión nunca vivido.

Esta generación de dirigentes no puede con casi nada, no solo con la tecnología; como lo vimos la semana pasada en el recinto de la Cámara de Diputados (legislador por Salta besando el seno de una señorita a la vez que era masturbado por la misma, en medio de un zoom), tampoco pueden con su formación intelectual, ni con su ética, ni con su estética.

El trabajo fino desplegado desde la llegada de Ricardo Alfonsín al gobierno, siguiendo con el hipócrita juicio a las ex juntas militares, más tarde minando de mentiras todos los espacios culturales y universitarios. El ser argentino conoce a la perfección esto de bandearse de orilla a orilla, sin conocer los grises del medio y así pasamos de una cerrada dictadura militar a el estado de anomia que vivimos hoy.

Arribada la decepción, todos nos preguntamos ¿en qué hemos fallado, qué es lo que hemos hecho mal? La profunda degradación del argentino medio es alarmante, producto de los laxos estándares cualitativos de quienes elegimos para que nos representen. Ahí, lo tenes al presidente Alberto Fernández hablando de lo injusto de la meritocracia, como vara igualadora para los ciudadanos de un país; o sea igualar (hacia abajo) para incluir a los que se han quedado fuera del sistema. La desfachatez en su máxima expresión, de esta clase dirigencial (políticos, sindicalistas, curas y empresarios) que no se hacen cargo de absolutamente nada y que son la punta iceberg de esta sociedad enferma que construimos todos hasta aquí.

Baby boomers, la anomalía en la generación argentina.

En nuestro país los podríamos catalogar como la generación peronista, aquella que quedo marcada a fuego por las revoluciones sociales. Si usted hace el esfuerzo mental de reparar sobre las edades de esta clase de liderazgos, observara que todos tienen entre sesenta y setenta años o más y son los que ocupan los órganos de poder en todo el estamento social (empresas, medios, clero, justicia, sindicatos) y especialmente la política. Esa, específicamente, es la porción de la muestra que está mostrando la anomalía.

Nos referimos especialmente a ese fragmento de jóvenes setentistas que abrazaron fuertemente los ideales de revolución cultural. Hijos de la Generación Silenciosa, (educados intrafamiliarmente bajo esos preceptos, pero opuestos férreamente a esos valores); a su vez nietos de la Generación Grandiosa, (con la que no comparten nada).

En Argentina, esta franja quedo representada por aquellos adolescentes y jóvenes de clase media, que no se emplearon en relación de dependencia y/o completaron su formación universitaria tardíamente; para abrazar la política, cuando no las armas.

Llegados los ochentas, los ideales de esta descendencia ya introducida de lleno en la política, fueron dejando lugar a la ambición material. En los noventa el Menemismo sistematiza la distracción de fondos del estado hacia bolsillos particulares de forma cuasi prolija. Ya en los dos mil, el Kirchnerismo ejerce un apostolado de la corrupción y el robo.

Tome el nombre que guste, verifique su edad y póngase contento; poco a poco se retiran. Nadie puede asegurar que los que vienen detrás sean mejores, lo que, si se puede verificar con la simple contratación de los hechos, que hasta aquí el fracaso es rotundo.

Existe entre nosotros un paradigma compartido por pensadores de las más variadas ramas; que la historia de nuestro país se desarrolla en espiral, desde los tiempos más recónditos de nuestra independencia como Nación libre y soberana, hasta los días de hoy. Se trata de la repitencia de sucesos (muchos de ellos trágicos), que nunca cierran, por lo tanto, los volvemos a vivir cada una determinada cantidad de años sin solución de continuidad.

Hasta la astronomía vernácula, juzga a nuestra fecha de Independencia como fallida. Varios de los astrólogos más renombrados han comenzado a tomar fechas alternativas para elaborar la carta natal de Argentina.

Escenas tras escenas, escapadas de una película propias del neorrealismo italiano, nos conectan con nuestra realidad; lo cíclico de nuestra desgracia se vislumbra en los acontecimientos por venir. Ya sea por el destino o la maldición que recae sobre esta bendita tierra, estamos a minutos de volver a sufrir otra fuerte convulsión; será la última… ¿será la última?


(© Tribuna de Periodistas)

Comentarios