BICHO DO PÉ

HISTORIAS / 

Al sistema de salud de Brasil, no le importó que yo fuese un "gringo".



Por Walter R. Quinteros

En los años que viví en Brasil, el presidente era Lula, después fue Dilma. Desde Porto Alegre hasta Joinville en el auto y, por la BR101 y por las estradas do mar he recorrido y visitado casi todas sus playas. Viví más de cinco años en Itapeva. Atesoro en mis pensamientos aquella gente, aquellos paisajes. "Oi, Gringo ¿Tudo bem?

Para referirme a una noticia que he leído respecto a que el Presidente Jair Bolsonaro firmó un decreto que posibilita que el Sistema Único de Salud pueda estar incluido dentro del Programa de Proyectos de Inversión. 

"No se trata de delegar al privado las funciones del Estado, sino de mejorar la prestación de servicios", indica el texto oficial de la normativa.

Con este decreto, se apuesta a iniciar la privatización del sistema público de salud, uno de los pilares de la Constitución de 1988, en el marco de su política para dar señales favorables al mercado financiero.

Así, el presidente Bolsonaro y el ministro de Economía, Paulo Guedes, firmaron un decreto que fue publicado el martes por la noche para permitir que se estudien "alianzas con la iniciativa privada para la construcción, la modernización y la operación de unidades básicas de salud", que serían las salas de primeros auxilios.

De esta forma, el Sistema Único de Salud podrá estar incluido dentro del Programa de Proyectos de Inversión (PPI), el plan de privatizaciones del Gobierno que quedó trunco este año por la pandemia y la falta de apoyo masivo en el Congreso, incluso de la base bolsonarista.

"No se trata de delegar al privado las funciones del Estado, sino de mejorar la prestación de servicios", dice el decreto. El Sistema Único de Salud atiende al 75% de la población brasileña, ya que un cuarto de ella posee seguros privados de salud. 

Es que en Brasil, a diferencia de Argentina, no existen las obras sociales médicas de los sindicatos. 

Entonces el decreto apunta a reducir la inversión pública en salud, en el marco del programa de ajuste del ministro Guedes, un ultraliberal de la escuela económica de Chicago que trabajó para la dictadura chilena de Augusto Pinochet, a la que pone de ejemplo de modelo a seguir para Brasil.

Esta noticia, refresca dos acontecimientos de aquellos años de mi vida en tierra brasileña. 

"Valter Valter, fique a vontade"

La primera vez que visité el Hospital Nossa Senhora dos Navegantes en Torres, fue por un accidente en el pie derecho, un clavo oxidado, había perforado mis Hawaianas y se había incrustado casi 2 cm por la planta del pie. Lo arranqué de un tirón, me arrojé primero alcohol, luego Mertheolate, lo vendé y acudí caminando a una vecina. Giovanne, no dudó un instante y manejando mi auto, me llevó al hospital, distante 16 kilómetros.

Tomaron mis datos, me abrieron legajo y me otorgaron una libreta para acudir a la farmacia del hospital y retirar la medicación gratis.

"Oi, Valter, fique a vontade, Giovanne va procurár la medicación". Me dijo la administradora.

Una vez tratada la herida, Giovanne me llevó a casa nuevamente. Al día siguiente, una enfermera enviada por la Asistencia Social, estacionó la bicicleta cerca de mi hamaca paraguaya para saber como evolucionaba. Así día tras día, hasta que me dieron por curado.

La segunda vez, me atendieron en el Posto de Saúde de la rúa Schaeffer, de Tres Cachoeiras, me sacaron una muela, solo tuve que pagar la medicación.

Y la tercera vez, fue por un corte en un dedo de mi pie izquierdo. El hecho en cuestión sucedió en Morrinhos do Sul, nunca supe en qué momento me lastimé, mientras caminábamos por los arrozales de la zona en busca de unas palmeras para quitarles el palmito a machetazos.

Al día siguiente, luego de un día de playa en Itapeva, el dedo en cuestión no estaba bien.

"Oi, Walter, pode passar, fique a vontade". Me dijo la administradora.

Luego me llamó la enfermera: "Valter, Valter, agora qué acontece".

Un equipo de médicos enfermeros y algunos alumnos observadores, me extrajeron del dedo un bichito llamado "Bicho do pé", también conocido como nigua, pique pique, o pulga de mar. 

El nombre correcto de mi atacante es Tunga penetrans, una pulga americana milimétrica que habita por aquellas playas. Se trata de la pulga más pequeña hasta ahora conocida, mide hasta 1 milímetro, y se introduce como polizón en los pies descalzos de su víctima.

El macho lo hace para comer y seguir viaje. La hembra para dar a luz a su parentela. Ella penetra la piel y anida cómodamente, parasitando a quién le toque. En mi caso, el dedo parecía a punto de estallar.

Dicen que comienza con un pequeño punto negro en algún dedo del pie, en la planta o en el talón, pero también en codos o rodillas, e incluso glúteos, con una aureola blanca y un círculo rojo alrededor de la misma, que pica mucho.

El diagnóstico: tungiasis. Trabajaron para extraerlo casi dos horas, hasta usaron una lupa.

“Es una patología que puede observarse en personas que viajan a determinados lugares con suelo arenoso y seco en las regiones tropicales o subtropicales de América y también de otros continentes. La pulga también puede encontrarse en el suelo de corrales o establos y por eso también afecta a personas que viven o trabajan en el medio rural”

En Brasil, algunas personas saben sacarla con la punta de la tenaza de un cangrejo, pero es mejor con el filo de una aguja hipodérmica. Hacen un corte alrededor de donde duele, cuidando de no romper al bicho. Una vez que sacan la pulga, te queman con un cigarrillo por si quedó algún huevo. Después de eso cicatriza enseguida.

Algunos días después, recuerdo que la enfermera que me visitaba en bicicleta, puso la pava, calentó agua, llenamos el termo, armamos el "chimarrao" y caminamos juntos los pocos metros que separaban mi casita de la playa. 

Tengo un buen recuerdo del sistema de salud de aquellos años, en Brasil. 
Tudo bem, sim.

(La Gaceta Liberal)

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