HISTORIAS /
José María Hidalgo murió de un balazo en el corazón en diciembre de 1975
(Foto archivo de José María Hidalgo)
El 28 de julio de 1966 el vespertino uruguayo Hechos, publicó la primera entrega de las memorias del pistolero argentino más famoso del momento, atrapado dos semanas antes en Montevideo luego de una cacería policial sin precedentes.
Por entonces, José María Hidalgo se alojaba en la Penitenciaría de Punta Carretas, preso luego de un raid de 67 días en el que junto a su compañero -el uruguayo Héctor Inella- huyeron de los policías que los perseguían.
EL PRONTUARIO
Un prontuario clasificaba a Hidalgo como "peligroso" dentro del escalafón robos y hurtos, y daba cuenta de que su puntería era implacable (usaba una pistola semiautomática Ballester-Molina calibre 11.25), y que ostentaba la denominación de "pistolero" en un grupo de "delincuentes pasados", como Jorge "El pibe" Villarino, "El Loco" Prieto, y Eduardo "El Lacho" Pardo.
José María Hidalgo había nacido en Zárate, Buenos Aires, el 13 de abril de 1920, y se había tiroteado con la Policía tantas veces como la cantidad de fugas de penales en los que estuvo preso.
Al momento de su última detención, Hidalgo se acreditaba tres espectaculares fugas; le endilgaban 17 homicidios, cuatro de ellos a policías (tres de ellos brasileños, y solamente asumía que fueron dos los muertos); y tenía 46 años y tres hijos, uno de ellos abatido a los 16 años de edad, en un enfrentamiento.
"Al único policía que odio es al que tortura", relató Hidalgo desde la prisión, donde oficializó un romance con la viuda del contrabandista uruguayo José María Montero, alias "Monterito".
EVARISTO MENESES
Por otra parte, el delincuente sostuvo que el comisario inspector Evaristo Meneses -jefe de la División Robos y Hurtos de la Policía Federal Argentina- no era tan caballero como decía ser, ya que le había disparado cuatro tiros por la espalda poco antes de atraparlo. Claro que Meneses había narrado una versión de los hechos totalmente distinta en su libro autobiográfico, titulado "Meneses contra el hampa" (Buenos Aires, 1962).
UN ASESINATO A SANGRE FRÍA
El martes 7 de enero de 1958, el joven cabo José Baistroqui cubría la parada de la esquina de Rivadavia y Membrillar en el barrio porteño de Flores, y poco antes de la hora 12 escuchó lo que creyó era un coque entre dos autos. Cuando se acercó al presunto accidente, José María Hidalgo le disparó a quemarropa en el estómago y lo remató de un disparo en la cabeza.
Sucedió en un escenario donde delincuentes interceptaron el automóvil en el que viajaban dos recaudadores de la empresa Nestlé, simulando un accidente, y obtuvieron un botín de 200 mil pesos (unos 5 mil dólares al cambio de la época) y huyeron sin que nadie los persiga.
ENFRENTAMIENTO CON MENESES
Al mes siguiente, Evaristo Meneses se enteró que el matador del cabo Baistroqui estaba oculto en un rancho (en las afueras de La Plata), cerca del hipódromo y rodeado de studs y basurales. También sabía el policía que el pistolero estaba decidido a matar un policía antes de entregarse vivo.
La noche del domingo 15 de febrero de 1958 llovía a cántaros, y Meneses y varios federales se apostaron en inmediaciones del rancho de mención, a la espera de que Hidalgo regresara de una fiesta.
A la hora 2:45 del lunes el bandido retornó a su covacha y escuchó "!parate Hidalgo!". Y el lugar se iluminó con fogonazos que emanaron de los caños de dos pistolas semiautomáticas: la Colt 1927 calibre 45 del policía de Investigaciones y la Ballester-Molina 11,25 del malviviente.
Hidalgo cayó mal herido, y cuando el personal a cargo de Meneses se acercaron para rematarlo el policía se interpuso. Antes de dejarlo morir desangrado, ordenó que lo cargaran en el patrullero. En definitiva, Hidalgo fue llevado hasta el hospital General San Martín donde le salvaron la vida. Poco después ingresó detenido al penal de Devoto, pero al poco tiempo se fugó.
FUGA DE PELICULA
En enero de 1959 en el penal de Devoto siete presos se descolgaron desde una ventana del tercer piso, apelando a sábanas anudadas El centinela Pascual Figueroa advirtió la maniobra y dio la señal de alerta disparando al aire. Cuando está por gatillar otra vez, un proyectil impactó en su cuerpo y lo dejó fuera de combate. El balazo provino del interior de un automóvil estacionado en la cercanía, y fue ejecutado por " el Loco" Páez, conductor del vehículo.
De los siete internos del pabellón 10 que se descolgaron por la ventana de la celda, cuatro fueron atrapados antes de trepar el muro perimetral que los separaba de la calle, y los restantes emprendieron una cinematográfica fuga a los tiros por calles de Devoto.
José Ziella, Carlos Alvarez y José María Hidalgo se los consideraba criminales peligrosos y estaban procesados por homicidio, pero sólo el último era especialmente buscado por matar a un policía.
LO POSTERIOR
En el país, el último golpe delictivo de Hidalgo se concretó el 10 de abril de 1959, y consistió en un asalto en Morón. La víctima, el tambero Miguel Ithurralde, se resistió y el malviviente lo ejecutó. Y esto motivó que literalmente se lo condene a muerte entre los policías.
EN URUGUAY
Al enterarse de lo que se cita con antelación, Hidalgo decidió cruzar al Uruguay junto a "el Loco" Páez. Allí asaltaron un banco, y con un importante botín cruzaron a Brasil. En Porto Alegre sostuvieron un tiroteo y fueron arrestados. Enterada la Policía argentina, viajó una comisión pero llegaron tarde dado que Hidalgo el 29 de agosto del '59 se había fugado, limando los barrotes de su celda. Y junto a él escaparon los argentinos Carlos José Costas y Haroldo Navarrene.
LUEGO DE 7 AÑOS
Desde aquel día se perdió todo rastro del temible pistolero, hasta que pasado 7 años reapareció en Montevideo protagonizando audaces atracos junto a un nuevo compañero de andanzas, el uruguayo Héctor Inella. En la tarde del 10 de julio de 1966 ambos delincuentes fueron cercados, y en ese marco tomaron a una familia de rehén y negociaron su entrega.
LA ULTIMA FUGA
Condenado a 15 años de prisión, Hidalgo pasó los primeros 8 de su condena preso como un interno más, hasta que recibió el beneficio de las salidas transitorias para visitar a su esposa (se había casado en el Penal), durante una hora por semana. El martes 2 de diciembre de 1975 salió por primera vez de la Penitenciaría de Punta Carretas, y no regresó.
El lunes 8 -a la hora 13- el agente Ricardo Martínez (de la Policía de Montevideo) ingresó a un departamento donde el profugado almorzada.
"Tirate al piso y no te muevas", gritó el agente Martínez.
Hidalgo llevó su mano a la cintura y cuando empuñó la culata de su revólver Colt .38 SPL, un proyectil le partió el corazón.
(Por Facundo Di Génova - Archivo de Rubén A. Armando / La Opinión de Rafaela)
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