EL PROFE NO HUELE BIEN

OPINIÓN /

Una amenazante precariedad


Por Miguel De Lorenzo

En alguna parte escribe Lugones: “Le debo a Dios haberme dado el olfato de lo ridìculo”. La cita nos empuja a una primera conclusión, el profe no huele bien, nada bien en más de un sentido.

Pero con ser grave, el 9 de julio, el tipo avanzó bastante más allá del ridículo, eligió esa fecha para demostrarnos hasta qué punto está instalado en la servidumbre, en el secreto mecanismo del engaño, en el fatigoso empeño en destruir.

El profe celebrando la independencia, declaró que venía a “terminar con los odiadores seriales”.

En cuanto a como lo haría y tal vez sin proponérselo, algo anticipo del método a usar , por lo pronto habrá trompadas, porque esa fue la sugerencia elegida para responderle a un periodista, un probable “odiador serial”.

Por otra parte, unos memoriosos insisten en que eso de: “terminar con”, les recuerda bastante aquél “aniquilar” de la larga fama, que escribieron y firmaron y después olvidaron los de su bando, no hace demasiado tiempo.

La otra incógnita a despejar, nos enfrenta al diccionario albertista, pues en alguna página debe figurar que entiende el tipo por “odiadores seriales”. Es cierto que el diccionario del profe cambia de acuerdo a los gritos de la señora, pero buscando con cuidado alguna señal debe haber.

Después otro personaje tan insolvente como Cafiero, volvió sobre lo mismo: si se instala el odio hay que cortarlo enseguida.

De acuerdo a sus palabras, vienen a “terminar” y también “a cortar enseguida” con los odiadores. Así las cosas, no hay dificultad en señalar que vienen a aplicar lo de revolución francesa: – que no haya libertad para los enemigos de la libertad – y casualmente enemigos de la libertad eran los otros, los odiadores, aquellos que pensaban distinto.

Pero entonces qué clase de enemigo es este odio del que habla Fernández. Será odiador el que no acepta el cinismo como forma de gobierno, será odiador quién no admite esta asqueante inmoralidad k, encaminada hacia el abismo

Los que nunca hicieron nada por los más desamparados, los mismos que los abandonaron en sitios indignos que humillan la naturalez humana, decidieron no mejorar esas vidas, no cambiar esos destinos trágicos, sino sencillamente cambiarles los nombres, para eso nada como el neo lenguaje, falsificar las palabras, a partir de ahora los llamarán: “barrios populares”.

Es que una inmunda putrefacción ronda por la cabeza de un gobierno que después de haber generado una catástrofe moral, social, económica y política sin precedentes, lo único que se le ocurre es mandar a romper silo bolsas.

La estremecedora imagen de un presidente a favor y en seguida en contra, y otra vez a favor y al rato en contra de cualquier tema, nos enfrenta a un tipo intelectualmente vacío, para el que no hay distinciones, un personaje amorfo, incapaz de definir, incapaz del si y también del no.

A la vista de todos van desconstruyendo un país, que parece despedirse de sí mismo y que si no reacciona pronto, va a perderlo todo.

(Prensa Republicana)

Comentarios