UNA CUESTIÓN DE HONOR

HISTORIAS / OPINIÓN /

Carta de un bisnieto de Bemberg y Gainza Paz a la Argentina. 




Por Juan Etchebarne

Debido a videos y versiones que circulan públicamente acerca de mi familia, me veo comprometido por lealtad de sangre y obligación moral, a reivindicar el buen nombre de mis bisabuelos Alberto “Tito” Gainza Paz y Otto Eduardo Bemberg (pongo su segundo nombre porque fueron cuatro los “Otto Bemberg” en distintas generaciones: abuelo, padre, hijo y nieto, mi bisabuelo fue el tercero). Tuve el privilegio de conocerlos a ambos en vida, pero es mi bisabuelo Otto E. Bemberg quien me impartió el siguiente mandato –él con 96 años y yo con solo 10 años- “prometéme que no te vas a olvidar mí”. Como reza el refrán “lo prometido es deuda”, vengo a hacer honor a mi compromiso ancestral con esta carta pública.

Alberto Gainza Paz fue el tercer Director del Diario LA PRENSA (nieto de su fundador José C. Paz) que cumplió con la doctrina fundacional de dicha institución informativo-educadora, de informar con la verdad objetiva e imparcial independencia periodística. LA PRENSA, además brindó, a lo largo de su centenaria historia, servicios gratuitos de consultorio médico, odontológico, legal, agropecuario y financiero, escuela de música, Biblioteca pública abierta al lector en general, Instituto Popular de Conferencias e inventó los “avisos clasificados”, originalmente ubicados en su portada, para ayudar a los inmigrantes a conseguir trabajo. Con esta impronta de Tito Gainza LA PRENSA llegó a ser el 3er. diario en importancia en todo el continente Americano (debajo del Washington Post y del New York Times) y el 10mo. del mundo entero, siendo, a raíz de ello,  honrado con el premio máximo del periodismo internacional: la “Golden Pen of Freedom Award”.

Otto E. Bemberg fue uno de los nietos argentinos del emigrante alemán Otto Peter Friedrich Bemberg que, junto a su hijo argentino Otto Sebastián Bemberg Ocampo, fundaron la Cervecería Argentina Quilmes en 1888. Bajo su ingenio y formidable capacidad de trabajo, Otto Eduardo, fundó y presidió 66 empresas (de los cuatro Ottos él es el que más se destacó y trascendió públicamente), dio trabajo a cientos de miles de argentinos y creó la primera corporación multinacional argentina con emprendimientos en cuatro continentes (América del Sur, Central y del Norte, Europa, África y Asia). De profunda conciencia humana, fue un avanzado promotor de derechos sociales para sus empleados (Barrio cervecero “Villa Argentina” en Quilmes y urbanización “Puerto Bemberg” en Misiones, fue el creador del aguinaldo en el país al que denominaba “sobresueldo”, otorgando pensiones y retiros jubilatorios previos a las conquistas sociales que reivindicó el Justicialismo).

Ambos fueron auténticos patriotas que amaron su país hasta el final y el testimonio de ello está a la vista. Ambos dos sufrieron las CONFISCACIONES! (no fueron “expropiaciones” porque no se les indemnizó con un solo centavo) de sus bienes, de manera dramática y humillante. Ambos tuvieron que exilarse; Gainza Paz por la publicación de sus editoriales en defensa de la Libertad, y Bemberg como fruto de un escarmiento político por considerar una traición que, por ser una familia de origen germano-criollo, como lo fueron los Bemberg-Elortondo, éstos se negaran a colaborar monetariamente con el Tercer Reich y, en cambio, apoyasen a los aliados. A raíz de ello el nacionalismo argentino culpó a los Bemberg de la derrota del Eje Alemania-Italia-Japón en 1945 y los castigó.

Al Grupo Bemberg, sin tener deuda alguna con el Estado Argentino, le fue aplicado un impuesto sucesorio retroactivo a 10 años e inconstitucional en el denominado “Caso Bemberg”. Dicho gravamen fue abonado arbitrariamente hasta tres veces consecutivas con costas e intereses (aproximadamente $243.408.374,86 m/n pesos, que en aquél entonces eran 41.885.553,24 U$, y lo que hoy equivaldría a 455.317.319,74 millones de dólares –aún faltan sumar más montos de multas- jamás devueltos). Sin embargo, a la familia Bemberg, entre mi bisabuelo y sus cinco hermanos, a pesar de cobrarles el erario público esta suculenta suma, además les confiscaron todas sus propiedades, cuando digo todas ¡es todas! Hasta la cama de mi bisabuelo Otto que estaba prohibido por Ley.

Pese a ello, ni a mis bisabuelos, ni a nuestras familias se nos ocurrió ni se nos ocurriría nunca reclamar indemnización alguna a nuestro país por estos tristes sucesos. Lo que pasó, pasó! Otto E. Bemberg, con estoicismo, recibió después de 12 años de confiscación lo que el Presidente de la Nación Dr. Arturo Frondizi pudo entregarle: las industrias estaban en ruinas (varias de ellas no volvieron a funcionar jamás como la Bilz y Safac), los campos, venidos por herencia materna y adquiridos con la ganancia industrial, fueron entregados arbitrariamente a chacareros extranjeros arrendatarios. Campos que fueron casi todos revendidos por estos mismos para irse a vivir a las ciudades, y las estancias restituidas estaban peladas de hacienda y cultivos (NO se devolvieron innumerables hectáreas de tierra e inmuebles legítimamente bien habidos) y toda esta injustificada persecución se cobró la muerte de su hermano Federico O. Bemberg (que, según mi bisabuelo, de la tanta mala sangre que se hizo murió de leucemia).

Y el Diario LA PRENSA, pese a ser restituido por el Presidente de la Nación Tte. Grl. Pedro Eugenio Aramburu después de cuatro años de confiscación, no pudo recuperar sus avisos publicitarios ganaderos que pasaron al diario La Nación, ni tampoco los avisos clasificados que pasaron a Clarín. A razón de ésto perdió lectores, no logrando alcanzar su tirada original y, tras otros avatares políticos, fue languideciendo en el olvido.

Al regreso de su exilio, Otto ya anciano, disfrutaba pasear en auto con mi madre por la Avenida Figueroa Alcorta (a la altura de Obras Sanitarias-Aysa) para admirar los jacarandás en flor y exclamaba “éstas son las cosas que me reconcilian con mi país”. Mi único deseo es, cumpliendo así con su promesa, que a la angosta Av. De los Ombúes que se encuentra allí en C.A.B.A. se le cambie la denominación por el nombre de “Otto E. Bemberg”. Y que los Honorables Consejos Deliberantes de las ciudades de Mar del Plata, Córdoba, Mendoza, Rosario, Posadas y San Miguel de Tucumán se entusiasmen a dedicarle una calle por estar ubicadas dentro de provincias en donde mi bisabuelo contribuyó ampliamente a su desarrollo y bienestar.

En este preciso día, 23 de Junio, Don Otto E. Bemberg, cumpliría ¡133 años! Por favor regalémosle un digno homenaje, que más que un merecido reconocimiento es todo un acto de reparación de plena justicia.

Abrazo a nuestro país con mi más alta estima en estos momentos de pandemia.

(Prensa Republicana)


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